Para todos es obvio que Jin Zixuan y Wei Wuxian se odian mutuamente y ellos tampoco se esfuerzan en ocultarlo. Una pelea entre ellos tampoco es sorpresa para nadie, pero las consecuencias entre ambas sectas serían desastrosas, pero ellas soñó aparec...
Por más que lo intentara, no lograba sacarme de la cabeza ese olor tan suave y atractivo, y para mi mala fortuna, casi inexistente.
En la cena, mi mente se mantenía centrado en mis propios pensamientos. Recordaba las lecciones de varios maestros privados que he tenido; naturalmente fui educado sobre el área del segundo genero, y la clasificación de estos.
El olor que había percibido, según mis estudios, era claramente el de un omega; pero al recordar como había peleado Wei Wuxian anteriormente, su fuerza no entraba en la definición de un omega; sus movimientos y destreza lo mostraban como un alfa. Pero ese olor...No podía tener un mal olfato ¿Verdad?
-Zixuan.
"¿Debería preguntarle?"
-¡Zixuan!-La fuerte y agresiva voz de mi Madre me sacó de mis pensamientos.
-¿Eh, Qué sucede?
-¡¿En qué tanto estas pensando?! ¡Llevó bastante tiempo llamándote!
-Yo...lo siento, Madre.
-Ya no importa; retomando. Zixuan, mañana tú y Yanli irán a pasear a las afueras de la ciudad, hay varias hermosas áreas que podrías mostrarle.
-Pero...-La mirada fulminante de mi Madre detuvo mis pensamiento.-Si, Madre.
-Para nuestra suerte, Ziyuan y su familia se quedaran una semana con nosotros.
¿Una semana?
-Madam Jin.-La voz de la señorita Jiang se escuchó claramente a pesar de su bajo tono de voz.-Gracias por hospitalidad, pero no es necesario que el Joven Maestro Jin me acompañe, puedo ir con mis hermanos.
-No seas tan modesta Yanli, después de todo, algún día serás parte de nuestra familia.-La señorita Jiang bajo la cabeza ante estas palabras, pude percibí un leve rubor en su rostro.
-Oye Jiang Cheng.-Alcancé a percibir un susurro de parte de Wei Wuxian.-¿A qué se refiere con eso?
-Es cierto, no te lo hemos dicho. Después te lo digo.
Solté un suspiro. "Parece que no podre entrenar mañana".
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El único momento en el que esa extraña duda no me comía el cerebro, fue en la hora de dormir, para mi gusto. O por lo menos eso fue al principio.