Capítulo 38 - "Billie"

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-Taissa Farmiga. -le contó dándole la mano.

-¡Con apellido y todo! -dijo en forma de broma. -Yo soy Billie Lourd. -exclamó orgullosamente.

Ambas se sonrieron.

-Un gusto. -le dijo Taissa.

-Igualmente. -Billie se acomodó en el asiento. -Lo siento, tengo mucho sueño. ¿Me creerías si te digo que no duermo hace más de 30 horas?
En fin, espero que descanses. -le deseó colocándose los auriculares y acomodándose, nuevamente, en el asiento.

-Está bien, no hay problema -respondió Taissa y también se acomodó, aunque estaba cómoda sintió la necesidad de hacerlo.

Billie sólo le sonrió y cerró los ojos.

Taissa desviaba la mirada a cada rato y se quedaba mirándola.

Habían pasado casi tres horas desde que pasaba su mirada de la carretera a Billie; deseó encender su celular, con ganas de contarle a Sarah que estaba en camino, pero sabía que si lo hacía podrían localizarla y encontrarla antes de que llegue, para no cometer ningún error lo guardó en la mochila, en el fondo de todo.

Ni siquiera había llevado un libro para ir leyendo, se arrepentía tanto de hacer las cosas sin pensar y tan espontáneamente. Pero ya estaba hecho.

Unas horas después, un hombre (ya bastante grande) les avisó a los pasajeros que harían una parada ya que estaban en la mitad del viaje. Taissa deseaba bajar para tomar un poco de aire y ver si podía cambiar alguna de las joyas de Kate por algo de comida y agua.

Quiso pasar por encima de Billie para no despertarla, pero había poco espacio y no podía lograrlo. Así que decidió despertarla. Pensó que tal vez ella también quería comprar algo.

-Oye, Billie. -le dijo en voz baja y tocándole el hombro. -Billie... -siguió.

La joven no respondía.

-¡BILLIE! -gritó, obvio al segundo se arrepintió, ya que los pasajeros que seguían arriba la miraron y hasta escuchó un "shh"

-¿Qué ocurre? -exclamó Billie muy dormida.

-Lo siento, es que paramos para ir a comprar algo de comida o tomar un poco de aire. -explicó Taissa.

Se quedó en silencio unos segundos mientras veía como Billie se frotaba los ojos y trataba de despertar por completo.

-Pensé qué tal vez querrías comer o ...

-Oh, claro vamos. -la interrumpió todavía un poco dormida y se paró.

Ambas agarraron sus mochilas y comenzaron a caminar por el pasillo, bajaron del bus y notaron que ya era muy de noche.

-¡Wow! -exclamó Billie.

Pues lo que veían en frente de sus ojos no era sólo un negocio en el cual podían comprar algo para comer, sino que era un shopping, uno muy grande.

-No creo que me alcance ni medio sándwich aquí. -murmuró Billie.

-Yo me gasté todo el dinero en el boleto, sólo tengo algunas cosas de valor para vender así que...

-Es un lugar grande, podemos buscar un lugar de joyería y que nos cambien algo. -pensaba Billie en voz alta.

-Buena idea. Vamos.

Comenzaron a caminar por el lugar. Era un centro comercial como cualquier otro, lleno de lugares de comida rápida y videojuegos, con tiendas de ropa y celulares, entre otras muchísimas tiendas que vendían lo que necesitabas; menos una joyería.

Subieron al tercer piso, si no la encontraban ahí estarían perdidas, o al menos Taissa lo estaría.

Apenas vislumbraron el tercer piso llegando al final de las escaleras la vieron, era muy brillante y no había nadie. Se miraron y fueron casi corriendo.

Apenas entraron un hombre que estaba en la puerta que no habían visto les pidió que dejen las mochilas.

-Es que aquí tengo algunas joyas que me gustaría venderles, son muy buenas, eran de mi madre. -le explicó Taissa.

-Ponlas aquí y deja la mochila. -le dijo el hombre dándole una bolsa con el nombre de la tienda.

Taissa sacó las cosas y las puso en la bolsa. Ambas, ya sin la mochila, se dirigieron al mostrador.

-Hola señoritas. -les dijo una mujer ya muy anciana.

-Hola, quería venderle esto. -le contó Taissa y vacío la bolsa en el mostrador.

La señora se quedó mirando las cosas bastante sorprendida.

-¿De dónde sacaste esto? -preguntó observando las piezas.

-Eran de mi madre, falleció y me dejó todo esto, ella es mi hermana y vamos en camino a la casa de mi padre. -comenzó a contarle Taissa, las cosas se le iban ocurriendo en el momento. -pero el muy bastardo no nos quiso pagar el viaje así que debemos arreglárnosla. -exclamó enojada.

-Bien, veré que puedo ofrecerles por esto. -les comentó la mujer un poco extrañada y se dirigió hacia el otro lado del mostrador, donde las chicas no podían verla.

Pasaron aproximadamente cinco minutos y la señora no salía de allí.

-Taissa... -le dijo Billie en voz baja tocándole el hombro.

Taissa la miró, y la joven le estaba apuntando a la entrada de la joyería donde se veían entrar dos policías.

La directora. [Taissa Farmiga & Sarah Paulson] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora