Capítulo 37 - "ven a buscarme"

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-¿Hola?...

-¿Sarah?

-Oh Dios...

Ambas se quedaron en silencio unos segundos.

-Tai... Taissa

-Soy yo.

-Oh mi amor, ¿Cómo estás?

-Bastan...

-¿Dónde estás? -preguntó rápido sin dejar que Taissa termine.

-En Los Angeles, en la casa de mi padre.

-¡Qué bueno que hayas llamado, estaba muy preocupada! -exclamó aliviada.

-Por favor ven a buscarme. -le dijo sin más rodeos.

-¿Qué? No, no puedo. -Sarah estaba confundida, no podía ir a buscarla, era peligroso, se iban a exponer demasiado. Aunque al mismo tiempo ir a buscarla era lo que más quería.

-Claro que puedes, no quiero estar aquí. -le dijo con la voz quebrada.

-Sabes que ir a buscarte es peligroso. Ya varias personas saben de lo nuestro y si nos exponemos nos separarán, ahora si, para siempre. -exclamó reflexiva Sarah.

-Pero trata de ser cautelosa y no te verán. -a estas alturas Taissa ya era un mar de lagrimas.

-Taissa...

-Por favor Sarah.

-No debemos actuar irresponsablemente. Sabes que si nos descubren se acaba todo.

Después de unos segundos en silencio...

-O tal vez así deba ser. -exclamó Sarah casi en silencio.

-¿Qué? -reaccionó Taissa al segundo de escuchar eso.

-Olvídalo...

-No, repítelo.

-Estaremos en contacto, quédate tranquila.

-¿Sarah? -preguntó Taissa con un hilo de voz muy pequeño.

Sarah cortó la llamada.

La joven se quedó por unos segundos viendo el celular.
No iba a aguantar un segundo más en esa casa, agarró su mochila, sacó los cuadernos y los libros de la escuela. Buscó ropa y la guardó, bajó cautelosamente a la cocina y tomó unas frutas y un emparedado, un poco de agua y salió de la casa.
Notó que no llevaba dinero, entonces escondió la mochila al costado de la casa, atrás de un árbol y volvió a entrar.
No tenía ni idea de donde podía conseguir dinero, se dirigió al comedor y comenzó a buscar en algunos cajones, luego en la cocina y por último subió al cuarto de su padre; él no estaba pero Kate estaba durmiendo. La observó por unos momentos odiándola con toda su alma. Luego con mucho cuidado abrió el primero de unos cajones que habían al lado de la puerta, mientras lo abría la observaba, esperando que no despertara. No encontró nada, prosiguió a abrir el segundo, nada; en el tercero tampoco había dinero. Comenzó a pesar como no iba a encontrar dinero en esa semejante casa. Se tuvo que acercar más, en una mesa de luz justo al lado de la cama. Lo abrió muy cuidadosamente, había dos relojes, unos aros y algunas pulseras. Agarró lo que más le parecían que podían a llegar a tener un valor importante y se las guardó en el bolsillo de la chaqueta. Pero ella quería dinero, así que se dirigió al otro lado de la cama para revisar la otra mesa de luz, en el camino vio la cartera de la mujer en una silla al lado de la mesa de luz a la cual se dirigía, lento se acercó, la tomó y cuando la estaba abriendo Kate se movió. A Taissa le temblaba todo, las manos le sudaban. Sabía que esa era su única oportunidad y no debía fallar. Sin abrirla la agarró y salió hacia afuera, corrió hacia su habitación y comenzó a revisarla allí. Tenía unos cuantos dólares como para arreglársela, no podría llegar hasta su ciudad con eso, pero en el camino se arreglaría. Guardó el dinero en el bolsillo y volvió a la habitación de su padre. Cuando abrió la puerta Kate ya no estaba acostada, su corazón se aceleró y sus manos le temblaban, dejó la cartera arriba de los cajones que había revisado al principio cuando entró y se fue rápido hacia afuera.
Abrió lento la puerta y pudo sentir el aire, se calmó un poco, se fue a buscar la mochila, se la puso y comenzó a caminar muy rápido.

Ya caía el sol y le faltaba poco para llegar a la terminal de buses, estaba muy cansada.
A los 15 minutos llegó, miró los precios y le alcanzaba para un boleto que sólo la llevaría hasta la mitad del camino, hasta un pueblo que quedaba todavía muy lejos de su ciudad. No tenía otra opción así que lo compró, aunque eso le costó mucho, ya que el chico al principio le dijo que no le podía vender el pasaje ya que era menor de edad y necesitaba una autorización de sus padres, Taissa le regaló uno de los relojes y el muchacho accedió, no sin antes advertirle que era posible la policia pare el bus y le pida la autorización, al no tenerla la llevarían con su familia y le harían una multa.
La chica no le dió importancia y subió, estaba sentada en el último asiento del lado derecho, el lugar a su lado estaba vacío, le pareció bueno, no tenía que compartirlo con nadie más. Miró su celular, estaba a punto de encenderlo, pero no quería saber cuantas veces la habían llamado así que lo guardó nuevamente.

-Permiso. -le dijo una voz de mujer.

¡Genial! pensó, tendré que lidiar con alguien más. Pero se le pasó rápido cuando la miró, era una joven al parecer de su edad, con el pelo gris, muy delgada, ojos cafés claros y de tez blanca.

-Permiso. -le repitió.

Taissa no había notado que su mochila estaba en el asiento de al lado.

-Oh si, perdón. -se disculpó sacando la mochila.

-Está bien. -respondió amablemente. -Soy Billie. -ésta le estiró la mano para saludarla.

La directora. [Taissa Farmiga & Sarah Paulson] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora