Warmth

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Cuando JingYi dormía junto a Lan Yuan, sentía que no podía ni quería estar en otro lugar. El paraíso estaba entre sus manos, entre su cuerpo cálido, entre sus brazos fuertes envolviéndolo con ternura.

Lástima que a veces Yuan se enfadara con él por cosas pequeñas. Cuando aquello sucedía, el muchacho más alto refunfuñaba por lo bajo, se levantaba, y partía en dirección al sofá cama. Dormía toda la noche allí. ¿Por qué?

JingYi odiaba verse privado del amor de Yuan, que solía quemar cada recóndito lugar de él.

Eran las doce de la noche y no podía pegar el ojo. Su pensamiento de forma inconsciente se dirigía hacia él, hacia su ternura. ¿Qué había hecho en ese momento?

Bloqueado, enamorado. Estaba definitivamente perdido mientras pensaba en que Yuan estaba durmiendo en aquel frío sofá por quién sabe qué motivo. ¿Qué había hecho JingYi? Sólo había devuelto el abrazo cálidamente, porque era adicto al aroma del té, el azahar y el sándalo que estaba impregnado en el cuerpo de su mejor amigo, y quizás por accidente respiró sobre su cuello, sabiendo que Yuan fácilmente tenía cosquillas ahí.

Pero a JingYi siempre le daban ganas de picar alrededor del cuerpo de Yuan, de acurrucarse sobre él, de hacer arrumacos con su existencia, aunque no debería querer aquello.

Eran las doce y diez minutos cuando la puerta de Yuan se abrió, y escuchó los breves y sutiles pasos de su mejor amigo al ingresar.

-¡A-Yuan! –Gritó susurrando, aunque sonara irónico–, ¡Viniste!

Estaba seguro que una cálida sonrisa apareció en los labios de su mejor amigo.

-Sí, ¿puedo dormir aquí? –Preguntó, mientras JingYi le hacía un espacio y abría las sábanas.

-¡Claro! Ven. –JingYi sintió el peso de Yuan a su lado e inmediatamente se acomodó. Era cálido, era amable, su oído se posó contra la cama y estaban frente a frente.

-Hola, A-Yi. –Se carcajeó bajito–, ¿cómo estás? –Habló.

Y JingYi sentía que Yuan hablaba de cosas que nunca pasaron con ese tono. Como si evitara el verdadero conflicto.

-Bien desde que volviste a la cama. –Respondió en otra carcajada, mientras sentía las manos de Yuan sobre su cintura, y la distancia comenzaba a reducir. Las manos de JingYi pararon en las mejillas de Yuan.

La distancia era tan corta. El frío que irradiaban los labios de Yuan debía ser roto por el calor de los suyos. Pero entonces notaba que quizás no era el único, porque la mirada de Yuan se posaba sobre su boca. Esa inercia era tan incomprensible.

JingYi hacia un tiempo lo sospechaba, y temía que fuera verdad. Que sus sentimientos fueran correspondidos realmente le aterraba muchísimo. Porque Yuan cuidaba que su lenguaje no comprometiera sus acciones, era siempre tentativo, mientras JingYi siempre le daba las manos en público, mientras se le colgaba, mientras era evidente cuánto lo amaba.

No, JingYi no haría nada.

-Me rindo. –Sonrió JingYi murmurando, mientras las cejas de Yuan formaban un arco en duda–, no haré nada. –Porque si era correspondido, no podía ser el único poco sutil, con ganas de desarmarle.

Por eso estaba ahí, sintiendo la calidez y amabilidad de Yuan, sabiendo que era el único que la había palpado de primera mano, dulce, tierno, suave, el único al que Yuan le suspiraba con ojos cerrados tan encima de los labios y sin embargo, dubitativo, como si realmente temiera romper el contacto.

El reloj se detuvo. Sabía que a cierta hora, las manecillas dejaban de emitir ruido, y sólo se escuchaba el runflar, y las hojas danzar al compás del baile otoñal.

El más bajo sintió cómo los dedos de Yuan trazaban su cadera. Sintió los labios más cerca, más fríos, más tácita y tanteadores, una exhalación pesada.

Temía, la verdad, porque se había rendido. Porque a pesar de la obvia atracción, y de sus andanzas, tal vez Yuan no estaba listo, y JingYi no podía estar sintiendo culpa por ello. No todo podía ser pasión desbordada, ni abrazos o canciones a las tres de la madrugada. Debía haber estabilidad, debía haber seguridad, la sensación de respirar y sentirse en un lugar que lo quisiera.

Que lo quisieran.

-Dame un minuto. –Rogó Yuan sobre sus labios, con un temblor que se transmitió a través de la vibración del aire.

Maldecía esa noche de verano que los tenía sudando a pesar del frío. O quizás el sudor frío era por los nervios. La aurora seguramente dolería el día de mañana.

-¿Para qué? –JingYi sujetó un poco más fuerte sus pómulos, tímidamente, mientras contactaba sus miradas–, ¿Esperar más?

-No así. –Dijo Yuan–, no a estas horas... –Sus respiraciones de boca comenzaban a mezclarse, un hálito caliente que rozaba los labios ajenos–, no hagamos esto mal.

Pero ya era algo tarde. Y se había esfumado aquel abismo cuando Yuan cerró los ojos y presionó contra los labios de JingYi los propios.

JingYi no entendía qué había de malo. Yuan le estaba besando como nadie lo había hecho hasta ese momento, anhelante, con añoranza, con ternura y profundidad.

Era tan cálido como lo recordaba. Tan amable como sólo él podía ser. Y las sábanas repentinamente comenzaron a ahogar el juramento silencioso que trazó su mejor amigo sobre su boca.

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Omg qué acabo de escribir. ¡Nos leemos mañana! 😹

[Mo Dao Zu Shi] WinterFest 2019 (ZhuiYi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora