Cap. 5 - Agua.

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Si había algo que Thunder odiaba con toda su perra alma, era el agua. Cuando llovía podías oírlo llorar toda la noche como si alguien estuviera torturándolo. Normalmente, cuando recién lo había conocido y lo escuchaba llorar de esa manera, salía a hacerle compañía. Unas cuantas caricias y un "Buenas noches, Thunder" bastaban para que cerrara el hocico. A veces incluso tomaba una de mis camisas viejas y se la ponía encima para arroparlo, como si fuera mi hijo pidiéndome que revise el armario y me asegurara que no hubiera monstruos. Por supuesto todo tiene su límite, incluso mi paciencia. Había noches en las que el lloriqueo era tanto que me asomaba a la ventana de mis padres y solo gritaba "¡¡¡CALLATE MALDITA SEA!!!"

Pero a veces ni eso hacía que se detuviera. Un perro llamado trueno asustado por los truenos, irónico. En ocasiones cuando me pongo a pensarlo más a fondo, lo más probable es que la razón por la que le temía a la tormenta no era el ruido, sino la humedad, en su miedo racional al agua. Digo racional porque puedo imaginarme de donde salió. Solo tiro teorías, pero lo más probable es que sea mi culpa, aquellos días cuando me tocaba darle un baño, el simple hecho de hacer correr el agua hacia que el desapareciera de mi vista. Volteaba y ya había salido corriendo a la otra punta del patio. Solo era la mitad de la casa que estaba rodeada por él, por lo cual solo era un camino, una salida y una entrada. Y aunque corriera, no podía escapar y mucho menos esconderse. Solía tomar la manguera de mi madre y caminar lentamente hasta donde el pobre animal estaba con sus patas tapándose los ojos. Creo que los animales también tienen el concepto de 'ojos que no ven corazón que no siente' o al menos este lo hacía. Así que me acercaba, con una sonrisa en mi cara. Hasta que me paraba frente a él y dejaba que un chorro pequeño empezara a caer frente a él. No lo suficiente para empaparlo, pero lo suficiente para que las gotas que rebotaban en el suelo le hicieran sentir un poco de lo que se aproximaba. Creo que estoy describiendo tortura animal. Lo siento, solo era un niño con una manguera y demasiado tiempo libre.

Cuando la hora llegaba, acercaba cerca de su cara el chorro y por ahí empezaba a bañarlo. Él sabía que no había salida de esa, y quizás por eso me odiaba un poco. Pero a pesar de mi maltrato, cada vez que llegaba a la casa, estaba más que feliz de verme.

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