A pesar de lo que me gustan los perros, debo decir que no toda mi vida fui una persona de perros. De hecho, no me considero una persona ni de perros ni de gatos. Pero si tuviera que elegir, gracias a todos los perros que me ladran sin razón, prefiero los gatos. Ellos son más relajados y les importa poco lo que pasa alrededor de ellos. Mientras que los perros pasan toda la maldita noche ladrándole a la nada. Eso o había un demonio afuera de mi casa y Thunder podía verlo mientras que yo no.
En un punto de mi vida llegué a tener un gato, ni siquiera era uno que pude criar desde pequeño o decir que era mío completamente. Pero tuvimos una conexión, de hecho, era una gata callejera. Un día se acercó por la puerta trasera de mi casa justo cuando yo iba saliendo. Empecé a hacerle "psps" "psps" "psps" y milagrosamente se acercó a mí y me dejó acariciarla. Estuve sobando su cabeza, y por haberse portado tan bien, le serví un plato de leche. La gata veía potencial en mí, y después de ese día, sus visitas empezaron a volverse algo común. Era como su sugar daddy, porque le daba de todo y ella no me daba nada a cambio más que verse linda ahí parada y vaya que era una gata bastante bonita, se dejaba sobar siempre y cuando no fuera su estómago. Incluso le puse nombre, recuerdo haberla llamado como una de las chavas que me gustaba en ese entonces. Lo cual era super extraño porque yo la llamaba por el nombre, y luego toda mi familia empezó a usar el nombre de mi crush para llamar a un gato. Pero era el nombre perfecto, las mujeres y los gatos tienen mucho parecido y ésta en especial me recordaba bastante a ella por la actitud de "Todo lo que me rodea puede irse al carajo en lo que a mí me concierne" y en parte eso me agradaba. Porque todo podía irse al carajo, menos yo.
Y así nos hicimos amigos, casi siempre que salía, ahí estaba ella. Solía sentarme por horas a acariciarla y a pelear con ella. Las peleas eran mi culpa, yo intentaba sobijar su panza y eso es una mala idea, si vas a tocar un gato. Con el tiempo, después de la pelea y después de tener toda la mano llena de arañazos, lograba llegar al centro y cuando empezaba a rascarla, ella se detenía. Luego solo abrazaba mi brazo y se quedaba ahí, gozando de las caricias. Con cara de "No era tan malo como me lo imaginaba".
El día que la gata llegó con la panza más grande de lo normal, fue el último día que la vi. Fue como una hija diciéndole a su padre que tenía responsabilidades que tomar y yo estaba dispuesto a cuidar de sus crías. Pero mi madre tenia una repostería, y era prohibido tener gatos por la cantidad de pelo que sueltan. Si eso caía en un pastel, se acababa el negocio. Así que, si hubiera tenido los gatos conmigo, hubieran tenido que estar afuera de todas maneras. Por lo que ella embarazó, y se fue, tal vez logró tener sus hijos y los crio hasta que fueran gatos saludables. O tal vez murió de alguna manera y por eso no regresó, eso estaba fuera de mi control, pero verdaderamente espero que le haya ido bien.
ESTÁS LEYENDO
THUNDER
Non-Fiction"THUNDER" es una historia sobre un perro y su dueño. El porque se conocieron, y el porque se separaron. Asi de triste como suena. Una historia principal y varios relatos dentro de ella, porque divague bastante. La curiosidad mato al gato, al conejo...