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Le pegaba al saco pensando en la técnica que era la mejor para que mi mano no se lastimara aún más. La semana pasada me comenzó a doler de la nada y tuve que volver a vendarla y aplicarle pomada. No tenía idea del porqué, pero había sentido ardor y, según yo, no había hecho algún mal movimiento como la vez pasada.

Vi llegar casi corriendo a Matthew hasta donde yo estaba, este hombre tenía mucha energía positiva, se podría decir que más de la necesaria. Estaba feliz, se le notaba, siempre. Nadie podía ser feliz todo el tiempo ¿o sí?

–Hola, Harry. No me vas a creer, tengo buenas noticias –me entregó un papel, parecía ser una lista.

Y vi mi nombre.

–¿Qué? –dije confundido.

–¡Fuiste aceptado! – todo cobró sentido y pareció como si todo se hubiera congelado. Me abrazó de manera fraternal, me recordó a el señor Thompson, la semana pasada lo llamé y hubo una plática reconfortante, le conté del señor Tomlinson y mi nuevo trabajo. Él no ocultó en ningún momento lo orgulloso que estaba de mí, y yo, estaba feliz de poder tener algo cercano a un padre.

Después de eso el entrenamiento fue normal, Matthew me elogiaba, demasiado. Enserio, a veces yo mismo notaba que lo hacía mal y él solo me decía que descansara. No creía que fuera mejor descansar que seguir entrenando para mejorar.

Al llegar a casa comencé a pensar que, a pesar de ser un buen hombre, no era lo que necesitaba si quería cumplir mi sueño.

Las personas que valen la pena en este tipo de situaciones, son las que te exigen, aunque lo hagas bien, ellos quieren la perfección porque saben que puedes hacerlo, saben que eres capaz de lograrlo, confían en ti.

Necesitaba alguien que me corrigiera, que sacara lo mejor de mí, necesitaba a alguien fuerte, a alguien arrogante.

Necesitaba a un señor Tomlinson.

Necesitaba a Louis.

Último capítulo del año.
Espero que les haya gustado y que se la pasen bien con las personas que quieres. Amor para todos.

BOXING • LarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora