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Después de unos días entrenando duro y el señor Tomlinson exigiéndome aún más, los recuerdos se fueron desvaneciendo hasta que ya no dolieron, se fueron ocultando poco a poco. Llegué a el entrenamiento con muchos ánimos, silbando una canción, la cual, no recordaba el nombre. Comencé a entrenar y me di cuenta de que el señor Tomlinson tendría que haber llegado hace 20 min. Me extrañó un poco, él siempre era puntual, no hubo ningún entrenamiento anterior donde llegara 1 minuto tarde.

Seguí entrenando, ahora, sin muchos ánimos y vi entrar a Louis, y si soy sincero, no se veía muy bien. Tenía los ojos rojos, hinchados y sin brillo, su cabello estaba desarreglado y su ropa estaba arrugada. Este no es el señor Tomlinson que conocía.

Se acercó y se sentó no muy lejos de mí, observándome sin decir nada. Seguí practicando viéndolo de vez en cuando de reojo y pude notar cómo a veces tenía la mirada perdida en algún punto desconocido, sin prestar atención a nada ni nadie que lo rodeara.

Sonó su teléfono, se levantó de inmediato y se alejó un poco de mí dándome la espalda. No paré de golpear el costal, no quería que pensara que soy un entrometido. Pero cuando volvió su vista a mí, paré el costal con mis manos y lo volteé a ver. Teniendo en mi rostro una clara expresión de confusión.

–Buen trabajo –su voz sonaba débil, apenas pude escucharlo, después de eso se marchó sin más, sin gritarme o reprocharme lo malo que era, sin siquiera una mirada. Lo cual me pareció de lo más raro. Nunca había tenido esa actitud conmigo, o, mejor dicho, con nadie.

No le seguí, obviamente, me daba curiosidad, pero no era para tanto. Yo tengo mis propios asuntos.

¿No?

BOXING • LarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora