20 "De vuelta al tren"

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Salí de mi habitación con la mente en aquellos libros. Sin pensarlo se me habían pasado unas largas tres horas hasta que sonó  las campanadas de la iglesia que marcaban las seis. Guarde los tres libros entre el resto del equipaje. Una vez fuera fui hasta la estación donde estaría Mikhail esperándome.

Sherlock era uno de los pocos soldados ingleses con mucho capital económico a la corta edad de veintinueve años. Su padre fue dueño de una de las grandes empresas que producían maquinas de tejer. La familia de él por lo poco que sabia apoyaba a los cambios tecnológicos que decían que se producirían a futuro. Una vez que falleció el padre tanto como el hermano, el joven Sherlock de tan solo de diecisiete años tuvo que hacerse cargo junto a sus primos mayores de edad.

Al crecer se desvinculo de la empresa vendiéndole su parte a sus tres primos a cargo. Una vez con la paga se armo de su propia empresa de textiles, encabezando una de las tres empresas mas grandes de Inglaterra. Aparte trabajaba en el gobierno en una función la cual no conocía, y que él prefería mantener bajo silencio. Por mi parte jamas lo obligue a decirlo, si no tenia la confianza de hacerlo por su propia cuenta, tendría que hacerlo sentirse mas seguro para que me lo contara. 

Una vez en la estación, me limite a sentarme en el banco mas cercano que tuve a la vista. No había nadie, el lugar estaba desierto, volví a sacar la libreta de Sherlock, aquella que tenia como pertenencia cuando estuve internado en Siena. Leí uno de los fragmentos, que decía:

"Otra vez me encuentro en la pena de haber perdido mi alma. Es tanta la tristeza que siento, ya no se si podre seguir. Necesito una luz de esperanza que me guíe e ilumine camino al bien."

Sentí como me tocaron el hombro, rápidamente cerré la libreta y me di vuelta. Vi a un hombre bastante mas alto que yo, tenia los ojos verdes y el pelo rubio. No era un hombre que impusiera miedo, aun así tenia una extraña seriedad que te incomodaba. Me observo y me preguntó:

_¿William?_  dijo serio sin cambiar su expresión.

Supuse que era Mikhail, el ruso que me estaría acompañando a Alikel. Sabia que conocía los dominios rusos como si el fuera un mapa. Y que podía tenerle la confianza, él era la mano derecha de Sherlock en cuanto al trabajo. En este caso Sherlock me había contado mas de una vez todo lo que el ruso hizo por él, apoyándolo en sus ideologías.

_si soy yo, ¿Tu eres Mikhail?_ dije preguntando. A medida que le pregunte, con la libreta en mis manos decidí guardarla en el saco que tenia puesto.

Era una tarde de otoño, y se empezaba a sentir los intensos vientos fríos que se acercaban. El ruso me miro y respondió:

_si Will, me llamo Mikhail, Benedict me dijo que ya sabias de mi existencia. Y quiero que me tengas la confianza suficiente como para que te expreses con tranquilidad y sin temor._ dijo con una confianza pintoresca.

Se sentó a mi lado, me contó sobre Alikel y sus tierras.

_Alikel es una ciudad militar, fue abandonada hace algunos años por la falta de comercialización que hay en aquella zona y la falta de recursos militares que antes existían e interesaban al gobierno ruso. Parte de esas tierras pertenecen a mi familia, por lo cual tengo acceso a todas esas tierras. Cuando conocí a Benedict, me ayudo a traer al comercio otra vez a esta pequeña y hermosa ciudad. Aun así hoy en día la gente que habita allí es poca, quizá tenga menos gente de la que hay en este pueblito..._

Notaba como había orgullo en sus palabras, realmente amaba su tierra, se notaba en su voz y se notaba en su acento rápido y seco. Tenia algunas dificultades con el ingles, pero se hacia entender lo suficiente como para poder subsistir en un pueblo ingles o entre un grupo de gente que hable este idioma.

Su relato se vio interrumpido cuando escuchamos el tren acercarse. Y una vez enfrente de nosotros subimos nuestras pertenencias y seguí el viaje junto a Mikhail.

Soldado En GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora