Chapitre 14.

27 2 0
                                    

~ 2 décembre ~


-¡Wow-wow-wow! ¡Alto ahí, compañeras! -trato de detener Ivette- Ustedes no se pueden ir así como así. ¡Regresen de inmediato!

-¡Jódete, Ivette! -vocifero Nicolle.

-¡Ivette! -grito Fleur pidiéndole silencio con un ademán- Pequeñas, no se vayan así, tienen que relajarse.

-¡Claro que nos podemos ir así! -recriminó ante las miradas de todos- ¡Nos despidieron!

Todos quedaron asombrados al grito de Nicolle. Estaba que lloraba del coraje, que se le rompía la quijada por la fuerza qué hacía con ella. Nicolle era una arma cargada dispuesta a vaciar su cargador contra Jean apenas lo viera.

-¡Nicolle, no te vayas así, pequeña, estas mal! -sujeto del brazo pero Nicolle de manera rápida se lo quito encima.

-¡No te atrevas a pedirme qué me quede una vez más, Fleur! -detuvo al primer taxi qué vio.

¿Estaba con Nicolle, o estaba en el restaurante? Y sinceramente... me daba más miedo estar en el restaurante con Jean adentro que aquí con Nicolle que me arrastraba del brazo cual muñeca en mitad de berrinche. Estaba tan frustrada por todo lo sucedido desde el accidente qué aún sigo sin procesar toda la información. Decir una palabra sería suficiente para soltarme a llorar por un buen tiempo. Y la verdad... tengo miedo a Nicolle, tengo miedo a que me diga algo hiriente o me ignore por completo mientras estamos ante un desconocido qué solo mira a través del retrovisor con intención de preguntar si estábamos en problemas.

~ 3 décembre ~

Christine y su amigo bajaron de un auto elegante negro qué servía como taxi. Era alta, un poco más alta que yo, quizás sea por el tipo de calzado qué usa, pero no lo creo, son bajos. Si me ha de llevar unos centímetros más de altura. Vestía un traje negro slim con un saco desabrochado para dejar a la vista su camisa blanca pulcra, digna de una abogada respetable y honorable. La mujer era bien parecida con sus ojos cristalinos bajo sus lentes sin armazón y ese cabello recogido. De manera respetable a mi amigo hago el comentario.

-Bonsoir, Adrien. Él es el amigo del qué te conté. Noel, él es Adrien, amigo de mi esposo. Adrien, mi compañero y amigo Noel. Abogado penal. Hace un buen trabajo de investigación.

El hombre era algo robusto de estatura alta. Tenía una barba crecida qué estaba bien definida, y peinada, castaño a excepción de sus ojos verdes. Portando un traje azul marino bien equipado. De no ser por lo que me dijo, yo hubiera creído qué fuera un empresario de la alta clase y no abogado como ella.

-Es un placer -termine de saludar-. ¿Les importa si entramos? Quiero resolver esto a la brevedad.

-¿Esta tu jefe? -cuestionó Noel.

-Me parece que sí -conteste al abrir la puerta trasera.

Estaba sin seguro, así que es un hecho que Jean está aquí. Extraño porque no vi su auto o algún sonido que le pudiera delatar. Solo pude saberlo hasta que llegamos a la oficina y vi la puerta abierta, estaba ahí, usando la computadora.

-Bonsoir, Jean...

-¿Y las llaves? -interrumpió.

-Aquí las tengo...

-Dámelas y vete. Estoy ocupado.

Ni siquiera se molestó en preguntar con quién venía. Estaba el solo aquí, creí que estaría con sus dos guardias qué me mando cuando fue la remodelación.

-Señor, Jean. Vengo a liberar de la acusación al restaurante -aclaré.

-¡Ya olvidate de eso, Adrien! Estamos acabados.

La Vie en Rose.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora