Capítulo 10

8.5K 732 80
                                    

Se había quedado dormida junto a él, luego de haber estado llorando y subirse para acostarse a su lado, intentando sentirse segura.

Y se despertó, cuando sintió que alguien acariciaba su trasero, llevando su mano hacia su muslo, y luego a la cadera. Abrió los ojos, y se encontró con la mirada de él, que también lucía confundido.

Ya no estaba ese color rojo anaranjado, sus ojos se veían café ahora.

—Melok.

—¿Cómo llegaste tú aquí? —le preguntó confundido.

—Estás despierto, no moriste aún —le dijo abrazándolo, sintiéndose angustiada.

—No, aún no, a veces recobro la consciencia por unos minutos, antes de volver a dormir.

—Yo no quise hacer esto, lo juro, no sé ni cómo lo provoqué, lo siento mucho —sollozó.

—¿Por qué estás aquí? ¿Deik te trajo?

—No, no, sólo llegué, no sé como.

—Ah... Tal vez esté soñando entonces —murmuró pensativo, mirando hacia arriba.

—No, no estás soñando, estoy aquí contigo —le dijo tomándolo del rostro, para que la mirara.

—¿Y por qué estás aquí? Deberías irte, eres libre de hacerlo ahora. Es bueno saber que Deik cumplió su palabra, y que tú estás bien.

—N-No quiero irme, afuera no tengo nada —le dijo con lágrimas en los ojos—. Eres lo último que me queda.

La miró a los ojos, buscando la verdad en ellos.

—Entonces lo has perdido todo, humana —pronunció bajo.

—Alessia, ese es mi nombre.

—Alessia —repitió, antes de cerrar los ojos.

—No, no, no te duermas —le pidió llorando, acariciándole las mejillas—. No te duermas, abre los ojos, quédate aquí conmigo.

—Tengo mucho sueño —murmuró.

Bajó a sus labios, y lo besó, con ternura, rozándolos, sintiendo como él le correspondía, quizás el primer y único beso que tendría de él.

—Quédate conmigo, no te duermas.

—No puedo hacer eso —susurró—. Lo siento.

—Quiero estar contigo, quiero quedarme contigo, mírame —le pidió con tristeza.

Sin el cráneo, ni la corona, ni su armadura, ni nada de lo que siempre llevaba puesto, él parecía un humano, más ahora lo parecía. Su piel estaba tomando un color gris claro, sus ojos café, su cabello negro, no parecía ya una bestia, un monstruo.

—Melok, Melok abre los ojos —le dijo tomándolo del rostro—. Melok.

Se abrazó a su pecho, y lloró de tristeza. No tenía nada, afuera el mundo estaba en guerra, su familia la aborrecía, no tenía amigos, no tenía nada.

Estaba completamente sola.

''•''•''•''

Llevaba días caminando, sin rumbo alguno, durmiendo de día, y siguiendo por la noche su camino errante. Solía comer algunas frutas que encontraba en los arbustos, y había aprendido a juntar el agua del rocío.

Las pocas veces que se había encontrado con un lago, había juntado agua para administrarla, y así había llegado a un gran mercado

Decenas de tiendas de mercaderes, dónde vendían de todo tipos de objetos, alimentos y animales. Ella aún conservaba las joyas que el rey le había obsequiado.

—¿Cuánto por ese bolso? —le preguntó a un hombre, al encontrarse con un bolso de cuero.

—Tres monedas de plata —le dijo levantando tres dedos.

Ella metió su mano dentro de un pequeño saquito de cuero, y puso dos pendientes de oro, con piedras de zafiro, sobre el mostrador.

—Se los daré, si además del bolso, me da ese odre, y el cuchillo.

El tipo la miró con desconfianza, y tomó uno de los pendientes, para verlo de cerca, verificando que eran reales. Y Alessia sabía que los pendientes valían más, pero necesitaba las cosas.

—Toma, las cosas son tuyas —sonrió ampliamente, dándole el bolso—. Y lleva esto también —le dijo dándole una bolsita de seda.

Alessia la tomó, y dentro de ella habían una especie de piedritas entre color ámbar y café, que olían muy bien.

—Es mirra, las mujeres lo usan como incienso, perfume.

—Ah, gracias —le dijo guardando todo en el bolso, continuando su camino por el resto de las tiendas.

Había comprado también algo de frutas, semillas, carne seca, y un poco de sal. Sabía que sal era muy valiosa en el mercado, y aunque era poquito, por algo bueno podría intercambiarlo.

Y sin notarlo, mientras comía un delicioso dátil, chocó contra una mujer.

—Disculpe, no la vi ¿Está bien? —le preguntó preocupada.

La mujer la observó con el ceño fruncido, y luego cambió la expresión de su rostro.

—Estoy bien, querida. Tú no eres de por aquí ¿Verdad?

—¿P-Por qué lo duda?

—Tus ojos se ven diferentes ¿De dónde vienes? Eres muy bonita —le dijo tomándola del rostro.

Alessia le quitó la mano, y frunció el ceño.

—Déjeme en paz —le dijo girándose para irse.

—Yo puedo darte eso que necesitas —sonrió—. Yo puedo traer a la vida nuevamente a ese hombre que quieres, pero claro, a cambio de algo. Después de todo, estamos en un mercado ¿No es así?

Alessia se detuvo, dándole la espalda aún. ¿Cómo esa mujer sabía aquello?

...

¿Qué podría pedirle a cambio? 🤔 A ver si adivinan 🙊

Ofrenda a la bestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora