Capítulo 14

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Casi con el sol a punto de salir por el horizonte, Melok volvió a su fortaleza con unos treinta hombres, atados e inconcientes en una carreta que el mismo estaba empujando.

Dejó los cuerpos de los humanos en unas mazmorras, que había hecho en la parte trasera del castillo, y cuando estaba por entrar a su hogar, vio a Alessia en el pie de las escaleras.

—Melok ¿Dónde estabas?

El desvío la mirada, y continuó caminando hacia el baño, una enorme habitación con una piscina en su centro, dónde se sumergería por completo para lavar su cuerpo.

Extrañada, y confundida, Alessia lo siguió por detrás, hasta la puerta del baño.

—¿Estás bien? ¿Qué ocurre?

—Quiero estar solo.

—Puedo-

—Quiero estar solo —repitió quitándole la mano, que la jovencita había apoyado sobre su pecho.

—E-Está bien —pronunció bajo.

¿Por qué él actuaba así? Lucía molesto, y no sabía porqué.

"•"•"•"

Desde que él había regresado, se había rehusado a verla, la evitaba, no quería hablar, y aquello estaba preocupado a Alessia.

—Melok.

—Te dije que quería estar solo —pronunció serio, en el jardín trasero.

—¿Pero por qué? ¿Qué está mal? ¿Hice algo qué te molestó?

—No —gruñó.

Se acercó a él, y se abrazó a su espalda, aferrándose al azabache.

—N-No me gusta que tú estés molesto conmigo, ayer estaba todo bien entre nosotros ¿Qué pasó? ¿Qué hice?

Y el problema no era ella, era él. Había creído que no le iba a importar, que todo iba a seguir igual luego de la bruja, pero no. Se sentía tan culpable, que no sabía cómo mirar a Alessia, o estar cerca de ella.

La había engañado, y sabía que jamás volvería a hacer una cosa así... Pero ahora no podía con la culpa. Y tampoco quería decírselo.

—Melok.

Quitó los brazos de ella, y se giró para mirarla a los ojos, observando sus ojos azules brillosos, con lágrimas.

—¿Puedes ver aún en la oscuridad?

Confundida por aquella pregunta, ella asintió con la cabeza.

—S-Sí, me he acostumbrado a ella.

—Si pudieras recuperar tu vida ¿Lo harías? ¿Volverías a ser una campesina? ¿Disfrutar de la luz del sol? ¿De estar en contacto con los humanos?

—No, no haría eso, porque mi vida era muy vacía. Mí existencia tomó sentido cuando te conocí, y más aún, cuando tú volviste a mí. Antes de eso... Sólo estaba vagando por los pueblos, sin rumbo, sobreviviendo. Soy feliz a tu lado, Melok, tú eres todo lo que tengo y le dan sentido a mi vida.

—Tú también... Significas lo mismo para mí —pronunció bajo.

Ella lo miró a los ojos, y sonrió, tomándolo del rostro con una de sus manos, acariciando suavemente su mejilla.

—Entonces nada más importa —sonrió suavemente.

—Alessia, hay... Hay algo que debo decirte.

—¿Qué cosa?

La miró a los ojos, y luego desvió la mirada.

—Lo siento —susurró.

—¿P-Por qué?

Negó con la cabeza, y se alejó de ella.

—Traje humanos, necesitamos siervos... Lo siento.

"•"•"•"

Se subió a la cama, él estaba pensativo, mirando el techo. Desde que había despertado, a excepción del primer día, Melok sólo dormía unas dos horas por día, eso era todo lo que necesitaba.

Pero de todos modos, se quedaba con ella en la cama.

Se quitó la bata que tenía, y se acercó a él, arrodillada, quedando desnuda a su lado, antes de bajar a su rostro, y repartir suaves besos por su piel.

Él levantó una de sus manos, y le acarició suavemente el brazo, sin ganas de hacerlo.

—¿Qué ocurre? —le preguntó confundida.

—No quiero hacerlo hoy —le dijo mirándola a ojos.

Y era la primera vez que él la rechazaba.

Alessia asintió lentamente con la cabeza, y le dio la espalda, mirando la bata que estaba sobre la mesa de noche. Dos semanas llevaba él de esa forma, actuando extraño con ella.

Y sabía que no se debía sólo por los humanos que había traído, de los cuales trece habían sobrevivido a la transformación.

Tal vez.. Él ya no sentía lo mismo por ella, se había aburrido o cansado de ella. Quizás Alessia ya no era suficiente para el antiguo rey, y lo había cansado.

Después de todo, sólo eran ellos dos.

Sintió sus ojos humedecerse de lágrimas, y tomó su bata, para bajarse de la cama.

—Alessia.

Ella respiró profundo, y contuvo el aire, sintiendo un nudo en la garganta, simplemente negando con la cabeza. No podía hablar, esa podía ser su única respuesta ahora.

Salió de la cama, sintiendo como las primera lágrimas mojaban su rostro, y antes de salir de la habitación, Melok la detuvo, tomándola del brazo.

—Espera, no eres tú, soy yo, Alessia.

—E-Está bien, pero... Me quiero ir.

—¿Qué? ¿A dónde te quiere ir?

—No sé —sollozó—. Sólo no quiero sentir esto.

La rodeó con sus brazos, abrazándola.

—Lo siento, lo siento, no quiero hacerte sentir así, lo siento.

—Sí no quieres tenerme más aquí, yo-

—Jamás querría algo así, pero mi mente no ha sido la misma estos días. No quiero que te alejes de mí, lo juro.

—¿Entonces que está mal?

—... Nada.

—Dime la verdad, Melok.

—Te prometo que desde ahora, todo volverá a ser como antes.

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Ofrenda a la bestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora