Capítulo 13

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—¿Por qué... Se alimentan de humanos? —pronunció en un tono bajo, desviando la mirada.

—Es cómo si yo te preguntara ¿Por qué los humanos comen animales? —respondió con calma.

—¿Entonces eso somos para ustedes? ¿Animales?

—No realmente, para mí no eres un animal, Alessia... Y a ti no te haría daño. Pero mi raza, necesita de los humanos no sólo para alimentarse, sino también para propagarse.

Alessia lo miró a los ojos, y dejó de lado las frutas.

—Ustedes no pueden tener hijos ¿Verdad?

—No, estamos malditos.

—Además de ti ¿Nunca otro hombre intentó tomar una mujer?

Melok la miró, y luego negó con la cabeza.

—No, sólo han habido dos reyes más además de mí, y desde el primero que fue maldito, jamás nadie lo intentó... O tal vez sí, quién sabe, pero no del modo que crees.

—¿Por qué fueron maldecidos?

—Una bruja —le dijo cortando un trozo de carne—. El rey violó y asesinó a su hija, que era una niña en ese entonces. Él tenía gustos muy depravados, y le llevaron a la niña "incorrecta". La bruja lo maldijo, asesinó a toda la familia real, los despellejó vivos, y obligó al rey a que se los comiera. Hizo lo mismo con todos los hombres que participaron en las fiestas, y desoló las tierras por completo.

—Eso es horrible —susurró aturdida.

—Sí, fue horrible lo que hicieron —reconoció sin dejar de comer.

—Melok ¿Por qué murió el primer rey?

—Lo asesinó quién fue elegido luego como su sucesor.

—¿P-Por qué?

—Si ya era una bestia como humano, como un wamelkiano fue peor. Es por eso que fue asesinado, aunque hay que reconocer que gracias a él, nuestras tierras se expandieron rápidamente.

—¿Y qué pasó con el segundo? ¿Ustedes envejecen?

—No envejecemos, nuestra luz se apaga, fue lo que ocurrió con él, y por eso luego me eligieron a mí.

Ella lo miró, y luego tomó un trozo de tela húmeda que estaba sobre la mesa, tomando sus manos para limpiarlas.

—Gracias por no hacerlo.

Él suspiró y le dio un beso en la frente. Sí, gracias, porque en vez de un humano, estaba comiendo un venado, y sólo para complacerla a ella.

Y era innegable que la carne de venado le parecía un asco, pero tenía tanta hambre, que no le había quedado más que comerla de todas formas.

—Eres muy bueno conmigo, me escuchas.

—Sólo somos nosotros dos ahora ¿Cómo no escucharte si eres mi compañera?

"•"•"•"

Observó a Alessia dormir, abrazando un mullido almohadón rojo contra su pecho, y besó suavemente su frente, antes de salir de la cama, e irse al pueblo.

Necesitaba conseguir sirvientes, y ahora que ya era de noche, era el momento justo. Entendía que la jovencita estuviera cansada. Habían tenido días difíciles, muy agotadores, y ahora que finalmente se sentía a salvo, su cuerpo necesitaba recuperar energías.

Melok salió de su fortaleza, y las edificaciones se volvieron invisibles para el ojo humano, de ese modo, los aldeanos no se alertarían.

Caminó por la aldea, cuando una mujer de cabello castaño y ojos verdes se acercó a él, sonriendo.

—Un forastero, y muy extraño ¿Qué buscas en estas tierras?

Melok la miró, y luego continuó caminando hacia una cantina que había visto por allí. Ese sería un buen lugar para conseguir un par de siervos.

—Oye, tal vez podría-

—No me involucro con brujas, y tampoco quiero problemas.

—¿Qué clase de criatura eres entonces? —sonrió apareciendo frente a él—. Jamás había visto unos ojos tan especiales, una mirada tan penetrante —pronunció bajo, mirándolo.

—Largo —le dijo rodeándola, con el ceño fruncido.

—Podría ayudarte a conseguir lo que quieres, para una mujer como yo, es muy fácil que los hombres se le acerquen —sonrió divertida.

—¿Y qué podrías querer tú a cambio?

—¿Qué te parece una noche?

—No —pronunció molesto, continuando su camino, seguido por ella.

—Una noche contigo, y te doy una veintena de hombres ¿Qué dices? Sé que ambos lo disfrutaríamos mucho.

Ella apareció frente a él una vez más, y lo tomó del rostro con una de sus manos.

—Mm, ya veo, tienes una jovencita calentándote la cama. Pero no pienses en ella, la niña no tiene que enterarse de nada, nadie más lo sabrá, sólo nosotros dos. Con tu aspecto, no lograrás capturar ni a uno.

—¿Y por qué insistes tanto en pasar la noche a mi lado?

—Tú tienes algo que jamás he probado —sonrió traviesa, descendiendo su otra mano por el pecho de él, bajándola por su abdomen, hasta su entrepierna—. Tú semilla, podría servirme.

Melok apretó la mandíbula, y tomó de la muñeca a la bruja, quitándole la mano de su entrepierna.

—Si lo que buscas es un hijo, no podrás conseguirlo conmigo, bruja.

Río divertida, y se puso en puntas de pie, acercando el rostro de él al de ella, casi rozando sus labios.

—Yo no quiero un hijo, cariño, quiero tu semen.

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Ofrenda a la bestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora