Al entrar a la casa de la bruja, no le fue difícil encontrar la habitación donde tenía el cuerpo de aquella mujer, el olor a muerte, a putrefacción era insoportable.
Su cuerpo tenía un horrible color amarillento, algo verdoso, con venas negras marcándose en toda la piel. Y desde adentro, se notaba que algo se estaba moviendo.
Con asco, se acercó hasta el cadáver y cortó el estómago. Y lo único que salió de él, fue una pequeña criatura llorando, de piel rosada y cabello negro.
Como el demonio le había dicho, se estaba comiendo el cuerpo de su madre por dentro, aquella mujer no tenía órganos ya en su interior.
Miró con desagrado al bebé que estaba sobre los muslos del cadáver, y antes de tomarlo, se giró, al escuchar que alguien estaba detrás de él.
—Vaya, que padre más presente ¿Viniste a conocer a tu hijo? Aún faltaban dos lunas para que naciera —sonrió la bruja.
—Me lo llevaré.
—No puedes llevártela, no tan fácil. Tiene un precio muy alto está criatura, perdí cinco mujeres hasta encontrar la correcta que pudiera engendrar un hijo tuyo. Y fuiste tan tacaño al darme tu semilla, que si no hubiese funcionado con la última, hubiera tenido que salir a buscarte una vez más.
Melok extendió su mano hacia ella, y la hizo levitar en el suelo, suspendiendo sus funciones vitales.
—E-Estás desperdiciando t-tu v-vida en una h-humana... En s-sus caprichos.
—Es algo que alguien como tú, no puede entender. A las brujas le arrebataron el corazón, no sabes lo que es el amor.
Con dificultad sonrió, mientras sangre brotaba por su boca.
—Los maldigo a-
Melok apretó su mandíbula, y la cabeza de aquella mujer explotó, manchando las paredes con sus restos. Sabía que debía irse cuántos antes, la bruja mayor vendría a buscar a la criatura.
Aunque, ella había dicho que aún le faltaban dos lunas por nacer, quizás no era un ser perfecto, tal vez... La bruja ni la querría luego de eso.
Fue hasta el cadáver, y observó como aquella horrible criatura chupaba la piel podrida de uno de los muslos de su madre. Con asco, la tomó entre sus manos, y el bebé lo miró a los ojos, antes de comenzar a llorar.
Tenía ojos rojos, cabello negro, piel rosada, y venas rojas marcándose por su frente y alrededor de sus ojos, con largas pestañas negras. Sus orejas eran algo puntiagudas, y tenía una pequeña nariz redondita.
Si Alessia no la quería, la dejaría morir en el bosque.
"•"•"•"
—¿Dónde está mi esposo? —preguntó la joven rubia.
Había despertado en la madrugada, sorprendiéndose de encontrar a Melok a su lado. Sabía que él no dormía de noche, pero siempre le hacía compañía en la cama.
—El señor ha salido, volverá al amanecer.
—¿Por qué? ¿Dónde se fue?
—Él no ha dicho a dónde iría, mi señora. Sólo que permanezca en el interior del castillo hasta su regreso.
—Mm, de acuerdo —pronunció insegura, cerrando una vez más las puertas de la habitación.
Le preocupaba que Melok hubiera salido en medio de la noche, sin decirle nada. ¿Qué escondía?... ¿Se estaría viendo con alguna mujer?
Se acostó en la cama, pensando con cuántas mujeres su marido podría encontrarse en ese momento, cuando un sonido particular, captó su atención.
No sabía si era producto de su imaginación o no, pero le había parecido escuchar el llanto de un bebé. Lo cual era imposible en el castillo.
Salió de la cama, caminando con pasos lentos hacia la puerta, a medida que escuchaba el llanto más cerca, y antes de que ella la abriera, Melok lo hizo.
Alessia abrió los ojos, aturdida, al ver qué tenía algo entre sus brazos, de dónde provenía aquel llanto.
—¿Q-Qué es esto? ¿Qué está pasando, Melok?
—Tú querías un hijo mío, esta criatura es producto del semen que la bruja se llevó.
Bajó sus manos, y Alessia vio a un pequeño bebé de piel rosada, y mucho cabello negro, llorando. Los ojos de la muchacha se llenaron de lágrimas, y luego miró a Melok.
—Si no la quieres, la dejaré en-
Alessia se la quitó de las manos, y la envolvió entre los pliegues de su vestido, observando al bebé.
—Ella está muy fría ¿De dónde la sacaste? —le preguntó frotando suavemente sus bracitos, su pecho, escuchando como la niña se quejaba.
—Del vientre de su madre.
—¿Q-Qué?
—La mujer que la albergaba está muerta. Ella se la comió por dentro, no tenía más órganos. Es lo que a ti te hubiese ocurrido si el embarazo no hubiera terminado.
Melok se acercó a la cama, y se sentó junto a Alessia, que tenía a la niña envuelta en sus brazos.
—Ni siquiera sé que criatura era su madre, pero no era humana. Mira sus orejas, son puntiagudas, y tiene ese color rosado de piel, que no es normal.
—Pero tiene tu color de cabello y ojos —sonrió Alessia mirando a la bebé, que los estaba observando a ambos.
—¿La quieres Alessia? ¿Ésta criatura sirve para calmar un poco tu dolor?
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Ofrenda a la bestia
Science FictionSi mi historia fuera un cuento de hadas, hoy estaría rodeada de teteras y muebles parlantes, y no de cadáveres de valientes caballeros.