Capítulo 26

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—¡Bruja! —bramó furioso, haciendo temblar la tierra.

Ella frunció el ceño, y con esfuerzo se hizo hacia atrás, sin soltar al demonio del fuego que había atrapado. Podía sentir el fuego de él llegando a ella, quemándola, pero no iba a desistir.

Lo atrapó con hilos de magia, de luz pura, e hizo levitar el cuerpo del demonio, que se movía violentamente por el aire, desprendiendo enorme llamaradas de fuego.

Lo llevó hasta cuerpo que había construido para Melok, igual a su imagen, y pronunció una última palabra, antes de deshacer el cuerpo del demonio, y obligarlo a entrar al que ella había hecho.

Todo se detuvo en ese momento, fue como si el tiempo dejara de correr, y unos segundos después, una onda expansiva proveniente del cuerpo de Melok la hizo salir expulsada de allí, chocando contra el tronco de varios árboles.

Alessia se puso de pie una vez más, jadeando al tocar el lado derecho de su estómago, y caminó hasta el altar dónde estaba Melok, la imagen de él.

Fue entonces que lo vio levitando del suelo, y fuego a su alrededor. Sus ojos eran naranjas, del mismo color que las llamas, y lucía serio.

—Tú jamás volverás a tener el hombre que perdiste —pronunció en un tono inhumano, dirigiéndose a ella, apretando los puños.

Intentó volver a atraparlo, pero fue imposible, él desapareció y apareció en frente de ella, tomándola del cuello, levantándola del suelo.

—Pagarás por haberme encerrado en éste cuerpo —bramó el demonio.

"•"•"•"

—¿Cuánto dormí?

—Unas seis horas casi —le dijo Deik, mientras le daba su casco con forma de calavera y corona—. No es mucho, tomando en cuenta los años que llevas como rey.

—Sí lo es, si no fuera por esa maldita bruja, seguiría con tres horas —pronunció con rabia.

—Eraztek, lo importante es que no ha pasado a mayores, pudiste haber perdido la vida. Esa mujer lo único que quiere, es traer a Melok de regreso. Si te hubiera atrapado, tú ni vivo estarías ahora.

—Hay que buscar una forma de detenerla, Meradia tiene que saber cómo.

—Y aunque lo supiera, Meradia no nos ayudaría. Ella nos odia.

—Ella nos creó, debe saber cómo acabar con Alessia, después de todo, Alessia es un producto de la luz de Melok.

—Meradia tiene la hija de Melok.

Eraztek se giró, y miró a Deik, confundido.

—¿Hija? ¿De qué hablas?

—De alguna forma, lograron que Melok procreara con alguna criatura. Tal vez una de las razas de hadas nocturnas, porque se sabe que la niña es parte hada. Meradia la tiene con ella.

—¿Por qué la tiene Meradia y no Alessia?¿Lo asesinó por eso?

—Nadie sabe porqué la demente lo asesinó, sólo que quiere traerlo de vuelta a cualquier costo, y que la niña es sólo hija de él.

—Tenemos que conseguirla entonces. Si capturamos a la niña, podríamos hacer que Meradia asesine a la bruja a cambio de devolvérsela.

—O que ella nos asesine a todos.

—Eso no pasará —pronunció seguro de si mismo el joven rey—. Tengo al demonio de nuestro lado, él ha estado a buscando a Meradia desde hace tiempo.

—¿Por qué?

—No lo sé, él no me ha hablado de sus intereses, sólo que quiere a Meradia.

—Pero es casi imposible que lo logremos, ella no se aleja de la niña.

—Nada es imposible.

"•"•"•"

—¿Te encuentras bien?

Levantó la cabeza y se encontró con una jovencita de cabello rosa, piel verde claro, y ojos azules. Su cabello era ondulado, y le llegaba por los hombros.

—Fuera de aquí, hada —masculló.

—Te encuentras en el bosque de las Heclarias, tú eres el intruso aquí, quién debería irse. Si estás perdido, puedo ayudarte.

Se puso de pie, haciéndola retroceder, debido a su tamaño que la intimidó fácilmente.

—Yo soy dueño de lo que quiera, mi nombre es Magnus, señor del fuego. Y si quiero declarar que este bosque ahora me pertenece, lo haré —gruñó antes de incendiar todo a su alrededor.

—¡No! ¡No hagas eso! —exclamó con lágrimas en los ojos.

—¿Te duele, asqueroso insecto alado? —pronunció entre dientes.

Ella lo observó con confusión, derramando varias lágrimas.

—¿Por qué destruyes mi hogar cuándo te estoy ofreciendo ayuda?

—Porque quiero, y porque puedo —le dijo antes de envolverla en una enorme llamarada de fuego y quemarla viva, hasta hace cenizas su frágil cuerpo.

Estaba furioso, había sido encerrado en el cuerpo de un mortal, y la bruja que lo había provocado, había huido, no había podido asesinarla con sus propias manos.

Asesinaría a todos los que se les cruzara por el camino, hasta encontrar a la bruja.

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