Capítulo 21

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—Quiero que sientas que llevas mi luz hasta tus manos, y le dejes fluir suavemente entre tus dedos.

—¿Pero cómo hago para sentir eso?

—Debes estar concentrada, siente mi luz, y llévala a tus manos.

—E-Está bien —le dijo insegura.

Intentó guiar esa sensación de calor hacia las palmas de sus manos, hacia sus dedos, sin saber si lo estaba logrando o no, ya que aún estaba con los ojos cerrados.

—¿Lo estoy consiguiendo?

—No.

Abrió los ojos al escuchar aquello, sintiéndose desilusionada, frustrada. En verdad lo estaba intentando.

—¿Por qué no funciona?

—Porque eres humana, Alessia. Los humanos no pueden conservar y transformar la magia, no está en su naturaleza.

Ella bajó la cabeza y miró sus manos en silencio.

Melok se puso de cuclillas frente a ella y la tomó del rostro, para levantarle la cabeza y que lo mirara.

—Tú puedes crear vida, y eres muy especial por eso. Las brujas no tienen la capacidad ni de crear vida, ni de amar. No me gustaría que tú perdieras eso, sólo para conseguir hacer un par de hechizos.

—Quiero ser digna de ti —le dijo afligida.

—¿A los ojos de quién? Si yo jamás te he pedido nada, tú ya eras mucho más de lo que yo hubiese imaginado jamás.

—Soy sólo una humana.

—¿Y no te es suficiente ser mi mujer?

—No, quiero ser más.

La miró a los ojos y negó con la cabeza.

—Ya no insistas, Alessia, acepta lo que eres, yo-

—¡Es que no se trata de ti! —exclamó alejándolo de ella—. No todo gira en torno a ti, Melok, sino lo que yo quiero, lo que deseo. Quiero ser más que esto.

—No es en torno a mí, es en torno a nosotros, que creí que eso era lo importante, nosotros.

—Pues quiero pensar en mí también, no sólo en nosotros.

Él la miró, y luego salió de la habitación, dejándola sola con sus pensamientos. Al parecer, el "nosotros" sólo existía cuando ella así lo disponía.

"•"•"•"

Caminó por las calles, llevando a la bebé durmiendo contra su pecho, cubierta con algunas mantas, para que no pudieran verla.

Llego hasta una tienda especial en el mercado, y al entrar, la mujer dueña de aquel lugar, la observó curiosa, antes de sonreír, arqueando una ceja.

—Muchacha ¿Qué vienes a buscar con tanta urgencia aquí?

—Y-Yo... Quiero tener magia, quiero ser una hechicera.

—¿Una hechicera dices? Pero eres una humana, bonita —sonrió mirándola a los ojos, acercándose a ella para tomarla del rostro, observándola—. Una humana muy bonita y especial.

—¿Especial? ¿Eso quiere decir que sí puedo hacer magia?

—Yo podría darte magia si quieres —sonrió mirándola a los ojos.

—Sí, eso quiero, quiero magia, y poder hacerla yo también. ¿Qué quiere a cambio?

—Tienes dos cosas muy valiosas ahora mismo en tu pecho —sonrió mirando a la bebé.

Alessia miró a la bruja, y luego colocó una de sus manos contra la espalda de la niña, que seguía durmiendo con su carita pegada a su pecho.

—Esa criatura que lleva ahí, es muy extraña, podrías obtener mucha magia por ella.

—¿Qué?

—Puedo transformar esa criatura en magia —sonrió con diversión—. Si tú me la das, te daré a cambio una magia muy poderosa, una que solo tú puedas controlar.

—¿Qué le harás?

—Oh nada, no te preocupes, sólo usaré su... Su energía para transformarla en magia.

Alessia miró a la bebé, dudándolo, y luego negó con la cabeza.

—N-No puedo hacerle eso —murmuró.

—Ni siquiera es tu hija, y si sólo la estás cuidando, puedo darte una vida completamente alejada de aquí, dónde los padres de la criatura no puedan tomar represalias contra ti. ¿Qué dices?

—No, no te la daré.

—Hm, está bien —le dijo borrando la sonrisa, mirándola seria—. Entonces, podrías darme eso que guardas en el pecho.

—¿Qué cosa? —le preguntó confundida.

—Tienes una chispa de creación guardada en tu pecho, a ti no te sirve de nada, pero a mí sí.

—¿Y qué me darías a cambio?

—Mm, podría darte un libro —sonrió.

—¿Un libro? ¿Para qué?

—Es verdad ¿Para qué te daría un libro? Tú ni debes saber leer.

—Puedo aprenderlo, yo sólo quiero magia.

—¿Me darás la chispa a cambio de un libro de hechicería?

—Sí, tómala.

La bruja sonrió, y caminó hasta ella, tomándola de la cabeza, y apretó sus pulgares sobre la frente de ella. En cuestión de segundos, Alessia sintió como algo salía de ella, una tibieza que subía desde su pecho, hacia su garganta.

La bruja le abrió la boca, y de ella, sacó un pequeño destello brillante, que guardó en un frasco de cristal, sonriendo.

—Mira como brilla —sonrió mirándolo—. Vida pura.

Alessia miró aquella luz, y luego abrazó a la niña a ella. Esa luz... Era de Melok.

—¿Cómo conseguiste esto tú, humana?

—E-Eso no tiene importancia, ya tiene la luz, deme el libro ahora.

La mujer buscó entre sus estantes, y le entregó un viejo libro de tapa de cuero color café.

—Toma, y si consigues más luz como esta, ven a verme, puedo enseñarte cosas muy interesantes.

—¿Me enseñaría si le traigo más luz?

—Por supuesto, serías una gran hechicera —sonrió.

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Ofrenda a la bestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora