6-PASIÓN PROHIBIDA

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Atención!! Escenas y lenguaje adulto.

La calma reinaba en el palacio de Konan. La oscuridad aún dominaba el firmamento a excepción de una ligera claridad que asomaba por el horizonte, el sol no tardaría en salir. Tasuki llegó a palacio en un abrir y cerrar de ojos con Miaka a su hombro. Afortunadamente ningún guardia los vio, no quería perder el tiempo dando explicaciones, así que se dirigió hacia la habitación de la sacerdotisa sigilosamente. Miaka en su hombro no paraba de protestar en medio de risas.

-"¡SSHHH! Miaka cierra la boca o despertarás a todo el mundo" – le dijo el bandido con voz baja.

-"¡Pues bájame de una vez! ¡Jajaja! ¡Me estás haciendo cosquillas!" – Tasuki reparó que su mano apretaba un punto sensible del muslo de Miaka.

El bandido entró a la habitación en el más absoluto silencio y bajó delicadamente a Miaka de su hombro dejando que sus pies tocaran el suelo. Ella puso su mano en su boca para no hacer ruido. Aún sentía los efectos del porro y una risa tonta se había apoderado de ella.

-"Vaya, parece que la historia se repite y aquí estás, siendo mi rehén de nuevo..." dijo Tasuki en un tono sensual mientras cerraba la puerta de espaldas a ella. -"Nadie vendrá a rescatarte, y esta vez no podrás escapar de mí"- sonrió dándose la vuelta y quitándose sus collares que dejó caer en el suelo. Miaka, que había dejado la túnica de él en una de las sillas, lo miraba riendo y retrocediendo lentamente hacia atrás. Tasuki se acercaba a ella muy despacio mientras se aflojaba el botón de su camisa con ojos lujuriosos. La marca de su brazo brillando en un rojo intenso a través de su manga.

Esa escena tan familiar se había repetido en la cabeza de Miaka como una fantasía durante las últimas noches, pero jamás pensó que se haría realidad.

-"Bueno, al menos esta vez no me has tirado al suelo..." – dijo Miaka mirándolo fijamente mientras seguía retrocediendo. Finalmente notó la pared en su espalda. Se mordió el labio inferior, detalle que Tasuki no pasó por alto.

-"Y tú no me has pegado un tortazo en la cara..." – replicó él todavía en voz baja.

-"Aun estoy a tiempo..." – Miaka sonrió a modo de invitación.

El bandido pelirrojo se abalanzó sobre ella como un lobo hambriento sobre su presa. Miaka soltó un pequeño grito de susto y comenzó a reírse de nuevo. Tasuki le tapó la boca con su mano a fin de acallar sus risas.

-"¡SSSHHH! Miaka, más vale que no hagas tanto ruido o despertarás a Nuriko, no te olvides que su habitación está justo aquí al lado". – Le susurró con el ceño fruncido aún con la mano en su boca. Su sacerdotisa se encontraba presa entre la pared y su cuerpo, que presionaba contra el de ella dejándola apenas espacio para moverse. –"¿Vas a ser una buena chica y te vas a portar bien?" – dijo con voz ronca. Miaka asintió mirando sus ojos color ámbar llenos de deseo. Lentamente él apartó su mano de su boca, Miaka por fin se quedó en silencio sin moverse, con los ojos bien abiertos en una mirada obediente. Él no se hizo esperar y comenzó a besarla en el cuello, abriendo ligeramente el escote de su vestido con sus manos, llegando con sus labios hasta el hueco de su clavícula y su hombro desnudo. Ella ladeó su cabeza para darle un mejor acceso. La respiración de él se aceleró, y con una necesidad urgente, comenzó a manosear sus pechos por encima de su vestido, desde abajo hacia arriba, colmando sus manos con ellos. Pensó que no eran demasiado grandes, pero eran deliciosamente redondos y firmes, no podía esperar a sentirlos desnudos bajo sus manos. Su cadera bloqueaba el cuerpo de ella contra la pared. Miaka jadeó al sentir por primera vez algo hinchado y duro que presionaba la parte baja de su vientre. Mientras Tasuki amasaba sus pechos, volvió a la boca de ella deslizando su otra mano hasta su trasero, empujando a su sacerdotisa contra él. –"¡Oh Dios! Imaginaba que era apasionado, pero esto roza lo salvaje" –pensó Miaka, pero su excitación iba creciendo más y más. Sus besos eran urgentes, intensos y profundos. Se preguntó si él era así con todas las mujeres y los celos la invadieron. En ese instante Tasuki disminuyó el ritmo, besándola delicadamente, su lengua pasando primero por su labio superior, luego por el inferior. Sus manos habían subido hasta sus mejillas sonrosadas por la excitación.

Fushigi Yuugi - Llamas de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora