XII: Nerea

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Monet rebuscó entre las cajas y encontró una muda de ropa para mí que consistia en unos pantalones negros, una fina camisa blanca, un fajín negro para la cintura, un pañuelo violeta para la cabeza y un chaleco color violeta con una gran luna blanca cosida en la espalda.

—No hay botas para tí así que deberás robar un par en nuestra próxima parada si quieres tener un buen calzado— comentó y lanzó la ropa dentro de la jaula.

—No importa— descarté— de todas formas he intentado usar calzado humano antes y lo encuentro muy incómodo.

En cuanto estuve vestida Monet silbó con tanta fuerza que me dolieron los oídos y al instante cuatro personas bajaron por la escalera de metal. Distinguí entre ellos a mi carcelera seguida por dos hombres y otra mujer.

Monet presentó al primer hombre como Rizz Monaris, su primo y el Teniente del Perla Plateada, es decir, el segundo al mando. Su tarea era sustituir a Monet en caso de que ella no pudiera liderar a la tripulación y dividir los botines.

Éste vestía un largo saco color violeta oscuro de botones dorados y los mismos pantalones oscuros y botas altas de cuero que todos los demás. Dos pistolas colgaban de su cinturón y una banda de balas cruzaba su torso por debajo del saco. Solo un ojo violeta me devolvió la mirada: el derecho estaba cubierto por un parche negro que tenía una media luna pintada en el centro. Su piel bronceada era varios tonos más clara que el cabello castaño oscuro que caía a ambos lados de su rostro. Lucía increíblemente fuerte y era al menos una cabeza y media más alto que Monet.

Luego estaba mi carcelera, que respondía al nombre de Killari Orhiz. Ella era la asesina y la ladrona de la tripulación, es decir, la encargada de hacer trabajo sucio que ningún otro miembro quería realizar. Ella no tenía un puesto al mando de la tripulación pero, según Monet, siempre estaba con ellos para protegerlos y por si la necesitaban para algún trabajo rápido.

La otra mujer que había bajado se llamaba Aysel Genteus y era la Contramaestre: la encargada de distribuir las órdenes de la capitana y el teniente al resto de la tripulación al igual que asegurarse de que todas las armas y provisiones de alimento estuvieran en orden. Además, era la navegante y encargada de leer los mapas y decidir las rutas del Perla Plateada.

A diferencia de mi carcelera y de Monet que eran altas y delgadas, Aysel era de estatura baja y curvilínea. Su cabello pelirrojo caía en ondas sobre sus hombros y sus ojos verdes parecían demasiado inocentes para estar en un sitio como este. Su piel era pálida y estaba llena de pecas y no me perdí el hecho de que su atuendo era muy similar al del hombre, solo que además llevaba un pañuelo violeta en la cabeza como el mío.

A pesar de su apariencia inocente, pude distinguir el puño de un sable asomándose por debajo de su saco y otras dos dagas envainadas en su costado derecho.

El último miembro de los Mandos era Vadhir Allets. Éste era el Espadachín y el Oficial encargado de los novatos, es decir, con quien pasaría más tiempo si finalmente decidían unirme a su tripulación.  Vadhir era todo lo que Rizz no era: bajo, delgado y desgarbado. Él vestía igual que Rizz y Aysel, aunque toda su ropa le quedaba demasiado grande y el sable que colgaba de su cinturón casi parecía demasiado pesado para él.

Unos mechones de cabello rubio se asomaban por debajo de un gorro de lana negro que tenía calado hasta la frente y sus ojos azules eran  cálidos, su piel muy bronceada por el sol. Parecía mucho más joven que el resto de los Mandos.

—La polizona es Nerea— me presentó finalmente Monet— luego de interrogarla he decidido que podría ser una buena adquisición para nuestra tripulación.

Rizz la miró y desde donde estaba pude percibir el escepticismo en su único ojo violeta.

—¿Crees que es confiable?— preguntó y me sorprendió lo profunda que era su voz. Me recordó al canto de las ballenas que solían pasar por las corrientes del este que llevaban hacia el sur de Gadora— Ayer la noqueaste y le ordenaste a Killari que la encerrara, ¿Por qué el cambio de opinión?

El Despertar | Los 12 ColososDonde viven las historias. Descúbrelo ahora