XIX: Evan

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—¿No es demasiado blanco?— preguntó Heda y dio una vuelta en su elegante vestido.

    —En las cortes es normal— le recordé lo que habíamos estudiado en nuestra clase de Etiqueta y Protocolo— todos los invitados deben usar los colores de sus familias.

Mientras que nosotros vestíamos de blanco, los hermanos Dorhae vestían de un elegante azul oscuro que combinaba perfectamente con su cabello negro.

    —Siento que soy un fantasma— bufó ella y dejó que Pyra terminara de arreglar su cabello.

    —Eres un bonito fantasma, al menos— se rió mi amiga y depositó un beso en el cabello de chica una vez que estuvo acomodado en su sitio.

    Todos mis hermanos se encontraban desparramados sobre mi cama y los Dorhae me estaban ayudando a ponerme el saco blanco del traje cuando uno de los sirvientes acudió a mi puerta anunciando que ya era la hora de unirnos a los invitados.

    —Extraño a papá— dijo Mikarah cuando tomé su mano— ¿Qué estará haciendo ahora?

    —Probablemente está durmiendo— contesté.

    —Probablemente está bebiendo— dijo Hunter al mismo tiempo. Heda tiró de una de las plumas de sus alas y mi hermano la golpeó con una de ellas en respuesta.

    —¡Chicos!— los interrumpí antes de que la pelea escalara aún más— Se supone que estamos aquí para restaurar nuestro apellido familiar así que espero que se comporten.

    Heda asintió, avergonzada, y Hunter rodó los ojos. Sabía exactamente lo que quería decir: no tendríamos que restaurar nuestro apellido si no lo hubieras arruinado.

    El sirviente que había acudido a mi habitación nos guió a través de los imponentes pasillos del palacio hasta unas enormes puertas de madera con detalles de oro.

    —Bienvenidos de vuelta— nos saludó la reina en cuanto nos vió atravesar la puerta con otra serie de cantos trompetas de presentación. Hice una reverencia y tanto mis hermanos como los Dorhae me imitaron.

    —Estos deben ser los famosos Clypeus— dijo una mujer voluptuosa que me inspeccionó sin disimulo— ¿Le importaría si me lo llevo por un momento, alteza? He querido incorporar un Paladín nuevo a mi seguridad por años y...

    —Lo siento pero está reservado por esta noche— la princesa Elena apareció de la nada y me arrastró lejos de mi familia. Apenas llegué a intercambiar una mirada silenciosa con Keith que él comprendió enseguida: Cuídalos por mí.

    La princesa me guió hasta el centro de la pista de baile y me sonrió. El color de su familia era el rojo vino y éste combinaba perfectamente con su cabello y alas color esmeralda, y sus ojos de un tono avellana que parecía casi amarillo.

    —Luce encantadora, alteza.

    —Lo sé— coincidió ella y comenzamos a balancearnos lentamente al ritmo de la música— aunque me siento algo opacada por usted.

    —¿De veras?— aquello parecía imposible. Era inevitable notar las miradas de cada invitado deslizándose en ella como si los atrajera con un magnetismo invisible.

—Todo el mundo lo conoce, Evan Clypeus— explicó y su mano sobre mi hombro se deslizó un poco hacia mi cuello— su nombre es tan conocido como el de mi padre.

—No osaría compararme con un rey— dije y ella rió.

—Sabia decisión— coincidió Elena.— Mi padre es un hombre orgulloso y machacará bastante su imagen por el simple hecho de tenerlo a usted y a su familia viviendo bajo nuestro techo.

El Despertar | Los 12 ColososDonde viven las historias. Descúbrelo ahora