XV: Evan

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Los guardias nos habían hecho formar una fila conmigo a la cabeza, luego Hunter, Heda, Mikarah y los hermanos Dorhae al final. A cada lado nos rodeaba un guardia, todos ellos con sus armaduras de acero, sus capas blancas y el escudo con las alas Ventum talladas en sus pecheras.

También nos habían traído nuestras armas, las cuales habían sacado del segundo carruaje. Cerré el cinto de la vaina de Aurae, mi espada, alrededor de mi cintura, Hunter se colgó su carcaj y su arco al hombro y Heda enredó su látigo para colgarlo en su cinturón y puso el hacha en la vaina de su espalda. Se necesitaron tres hombres para traer todas las dagas de lanzamiento que Mikarah portaba y la muchacha las guardó una a una en sus respectivos lugares. Keith colgó su espada curva en su espalda y Pyra aceptó con cierto recelo el cetro que los guardias depositaron en sus manos.

—Aquí no encontrará prejuicios respecto a sus habilidades, Paladín Pyra— le dijo Podrick Galore, quien parecía haberse materializado en el aire.

—Buenos días Sr Galore— lo saludó la chica con una ligera inclinación de su cabeza.

El hombre avanzó entre los guardias hasta llegar a mi lado y no pude evitar notar las arrugas de sus ojos, los cuales parecían estar cargadas de años de experiencia en su puesto.

—Hoy volverán a integrarse a la corte Ventum— dijo con su mirada fija en la imponente puerta de la entrada— hoy el apellido Clypeus renacerá.

Asentí, estaba demasiado nervioso para hablar.

—El rey y su guardia personal no llegarán hasta hoy a la noche así que los recibirán la reina y la princesa heredera— me advirtió Sr Podrick— mucha suerte.

En cuanto se alejó, unas campanas comenzaron a sonar anunciando nuestra llegada.

Me tragué mi nerviosismo y alcé la barbilla cuando las puertas del palacio se abrieron de par en par para dar paso a la gran corte Ventum esperándonos al otro lado.

La guardia real avanzó y los imité manteniendo la mirada fija al frente. No me dejé distraer por los saludos y las manos de los miembros de la corte rozando mi uniforme y mi cabello a medida que nos movíamos hacia adelante.

La sala del trono era imponente y tres o cuatro veces más grande que el vestíbulo de mi hogar. Estandartes color rojo vino con las alas Ventum plasmadas en el centro decoraban las paredes y unas enormes arañas iluminaban la sala desde el techo, el cual estaba pintado con cientos de figuras aladas, probablemente de reyes y reinas del pasado.

    Cuando llegamos al trono, Hunter se colocó a mi derecha y Heda a mi izquierda seguida por Mikarah. Los hermanos Dorhae se encontraban justo detrás de nosotros y no me perdí la forma en que Keith apretó suavemente la mano de Mikarah para calmar sus nervios.

Tanto la Reina Galiah Venari como su hija, la princesa heredera Elena Galore se encontraban sentadas en sus respectivos tronos. El trono del centro, el más grande y lujoso, estaba vacío. Supe al instante que le pertenecía al Rey Jonah.

Ambas eran la representación de la elegancia allí sentadas, sus alas color rubí hacían juego con su cabello y sus ojos color avellana parecían dorados bajo la luz del sol que se colaba por los ventanales del claristorio.

La Reina Galiah se levantó de su trono y toda la sala hizo una reverencia en respuesta.

—Álcense, queridos— pidió la reina y tardé un momento en comprender que se refería a nosotros— Los Clypeus y sus Paladines siempre han sido los venerados en estos salones.

Al menos hasta que el rey decidió cerrar el Instituto.

—Es un honor servirle, alteza— contesté y la sonrisa que me dió fue devastadoramente hermosa.

El Despertar | Los 12 ColososDonde viven las historias. Descúbrelo ahora