Capítulo 14

1.3K 185 16
                                    

El día que Aoyama desapareció las ganas de vivir de Izuku Midoriya se habían ido con él, una semana después una carta le había sido entregada y la despedida del francés le dio un golpe al corazón tan fuerte que no creyó que pudiera seguir vivo.

En la carta Aoyama se disculpaba por todo lo que no pudo ser para él, se disculpaba por haberlo hecho ir a restaurantes que no le gustaban, por vestirse tan extravagante, por no poder sanar su corazón.

Midoriya lloró al leer la última parte, ¡Claro que lo había sanado! Fue tonto de su parte no haberle dicho que lo amaba cuando tenía la oportunidad.

Ese día el rubio había llegado tarde a su apartamento, junto a Midnight, no quisieron decirle nada y él no insistió creyendo que debía respetar la privacidad del rubio.

Aoyama se portó raro.

Se ponía nervioso cada que escuchaba algo caerse, cada que se le acercaba por detrás y lo abrazaba le apartaba como si lo quemará.

Al despertar Yuuga le preguntó.

—¿Me amas?

Izuku lo acercó a su pecho y lo abrazó, no le dijo nada, no había respondido. Momentos más tarde se arrepintió de no haber confesado lo que sentía.

Midoriya suspiró, extrañaba tanto a Aoyama que ya hasta creía verlo en cualquier lugar y eso lo estaba matando.

Hacía casi dos meses había contratado a Aizawa (el detective que le había recomendado a Todoroki) para que buscara al rubio, pero según Aizawa parecía que el rubio había desaparecido de la faz de la tierra.

Midoriya dejó los papeles en su escritorio y se colocó su abrigo, iría a comer al restaurante favorito del rubio, desde que este se había ido el peliverde iba todos los días esperando encontrar al francés.

Dejó su auto en el estacionamiento y entró al lugar.

—Mesa para uno, supongo. —Dijo Koda.

Asintió y siguió al hombre a su mesa, esta estaba junto a la ventana, la mesa con la mejor vista de la ciudad.

—¿Lo mismo de siempre?

—Sí, por favor.

El mesero se fue y en unos minutos volvió con la comida del pecoso.

La mayor parte del tiempo Midoriya veía por la ventana, las personas iban y venían de un lado al otro, otras con un vaso de café y un pan en la boca, otros usaban sus teléfonos.

Comió un bocado de su comida y bebió sin ganas del vaso entonces se dio cuenta de que los hielos se habían derretido, dejó el vaso en la mesa y miró por la ventana de nuevo.

Entonces lo vio.

Una cabellera rubia y algo larga, su ropa era de color blanco y sus zapatos también, su caminar era igual al del francés.

Se levantó y dejó el dinero en la mesa, salió del restaurante y corrió en la dirección en la que creía había visto al francés.

Dobló en la esquina y los montones de gente en la avenida lo hicieron sentir sofocado, buscó la cabellera rubia mientras avanzaba empujando a la gente y por solo un segundo pudo ver como el rubio entraba a una florería.

Su respiración se agitó en cuanto estuvo parado frente a la puerta, estaba sudando, entonces el rubio se volteó con un ramo de flores y Midoriya se sintió como un idiota.

No era Aoyama.

Se dio la vuelta sintiendo su corazón doler, lo extrañaba tanto decidió volver por su auto y cuando lo hizo le dio las gracias al del parking y condujo de vuelta a Nana Studios.

Hombre rico, Chico pobre【TodoKiri】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora