Capítulo 27

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Shouto suspiró cuando llegó a su departamento, colocó las llaves en la mesa y caminó a tientas por el departamento a oscuras. 

Sentía un peso menos en su pecho ahora que había hablado con Eijirō, sin embargo el malestar seguía allí calando en lo profundo de su ser, recordándole lo que había hecho. 

Entró en la habitación de su hijo y se quedó de pie en el centro, admirando como la luz de la luna entraba tenuemente por la ventana y bañaba la habitación con un tinte de melancolía. 

Realmente se había ido, no importaba como lo viese, su culpa o no, había perdido a su hijo, Shouto estaba emocionado de poder tener un hijo, no lo había mostrado mucho pero había tenido la esperanza de volverse un gran padre.

Tomó la pequeña caja sobre la cuna y la apretó contra su pecho con lágrimas rodando por sus mejillas, lloró en silencio recargado en un rincón de la habitación. 

—Lo siento, lo siento. —Murmuró entre sollozos. —Perdóname. 

Debió haberle hecho caso a Yaoyorozu, debió haber ido a la terapia y tal vez ahora no estaría de esa manera.

Pero es que le era tan difícil… 

Eijirō era otro, pudo superarlo, Shouto lo sabía, Eijirō era un hombre valiente y decidido algo que Shouto estaba seguro que él no era.

Yaoyorozu entró a la habitación y se agachó para abrazarlo.

Shouto sólo pudo derramar más lágrimas, esa vez se permitió llorar sin reprimir su voz. 

Gritó todo lo que le pesaba y liberó de su pecho todo lo que le atormentaba, Yaoyorozu acariciaba el cabello bicolor en silencio, apoyándolo. 

Sólo se separaron cuando Shouto dejó de llorar y se disculpó por haberla dejado toda mojada del hombro. 

—No es un problema, se secará después. 

—Realmente lo siento. 

—Se que no es propio de ti dejar que te vean tan vulnerable pero, realmente siento que deberías ir por lo menos una vez a la terapia.

Shouto se secó las lágrimas que quedaron en su rostro con la manga de su camiseta antes de asentir. —Debería. ¿Podrías…? 

—¡Claro! Le llamaré y le diré que irás mañana. 

—Gracias y perdón por las molestias. 

—Sabes que no me molesta, eres como un hermano para mí. 

Así Shouto comenzó sus terapias, primero fueron dos a la semana y después de su avance cada 10 días. 

Algunas veces Kirishima le acompañaba para invitarle a comer. A Shouto le gustaba cuando el pelirrojo le tomaba ocasionalmente la mano mientras caminaban el uno junto al otro.

Se sentía como que estaban recuperando su relación. 

—¿Estas bien con eso? 

—Sí, incluso se lo comenté a mi psicóloga dijo que ayuda a sacar lo que tenemos dentro. 

—¿Los intestinos? 

—¡No! —Kirishima soltó una carcajada al escuchar la respuesta de Shouto. —Me refería los sentimientos que guardamos.

—Ah, está bien.

Así Shouto fue arrastrado por el pelirrojo a un árcade. 

Jugaron en todos los juegos, Shouto era sorprendentemente bueno en el basquetball y fatalmente pésimo en los dardos. 

Hombre rico, Chico pobre【TodoKiri】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora