Capítulo 5

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Rebusqué en la ropa de Christine, pero no llevaba la jeringa. 

Tendría que ir a su casa a por la insulina. Y rápido. Muchos han muerto por coma diabético. 

Suponía que necesitaba insulina, en vez de azúcar. Decidí llamar a su madre.

–Julianne, Christine está conmigo. Se ha olvidado la jeringa y está en coma.

–¿Qué?–Me temía la voz histérica, pero quería avisarla–¡CORRE, ANNA! VETE A CASA Y TRAE LA INSULINA! 

Era raro que Christine se hubiera olvidado la jeringa, pues su hora de pincharse siempre había sido por la mañana antes del instituto. Yo estaba histérica también. 

–¡HAY JERINGAS EN LA MESA DEL RECIBIDOR!–Gritó su madre, desquiciada. Se oía la voz de fondo de mi madre, y escuché algo parecido a "Oh, no". 

–¡Bien! ¡Iré ahora mismo! 

El bolso de Tine estaba al lado suya, y estaban dentro las llaves, pero de repente se me ocurrió algo.

–¡¿NO ES MEJOR LLAMAR A UNA AMBULANCIA?!

–¡EXACTO! ¡SÍ!–Colgué para llamar.

Llamé desde mi móvil, y dije:

–Hola, soy Anna Windnorth. Necesito una ambulancia, mi amiga se ha olvidado las jeringas de insulina y está en coma diabético. Estamos en los cines Hardvinson.–Traté de dominar mi histerismo. 

 Me contestaron que estarían allí en poco tiempo, que no me preocupara. 

Pero sí me preocupaba. Mucho. 

–Tine, Christine.–Le susurré; tenía que despertar.–Mierda. Christine, eres un desastre. Un auténtico desastre. 

Ella jadeó, y se removió. Pero no habló. 

Al poco tiempo, empecé a oír el sonido de la ambulancia, y entonces vi las luces. 

Nos vieron, varios bajaron y subieron a Christine en una camilla. Me preguntaron si cuando llegué estaba ya así, y que si iba acompañada. Dijeron que se llevaban su bolso. Yo les respondí, y ellos lo apuntaron y la metieron en la ambulancia. 

El sonido se alejaba, y las luces no tardaron en desaparecer. Yo cogí el coche y conduje hasta casa.

Un Dolor ImperialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora