Capítulo 6

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Cuando llegué a casa, descubrí a mi madre viendo la televisión en el sofá de tela blanca, con los pies encima de la mesa de madera pulida y oscura, cosa que me decía que nunca hiciera. 

–Mamá, baja los pies–Dije con tono condescendiente, como hacía ella. Se levantó para saludarme. Me dio un beso y me preguntó:

–Anna, ¿qué demonios ha pasado?

–Christine se ha dejado la jeringa en su casa y se ha desmayado. Coma diabético–Sinceramente, no sé por qué la gente de este planeta tiene que preguntar cosas graves que ya saben.–Lo que es raro, pues siempre se pincha antes de venir al instituto, según las veces que he ido a dormir a su casa o viceversa. Y, además, no se puede ser tan olvidadiza con esas cosas.–Mi madre miró al techo, pero no como si dijera "esta chica..." (refiriéndose a Christine), sino como pensando en que habría pasado. 

–Muy raro. Sí–Entonces sonó el teléfono. 

Resulta que era la madre de Claire, una amiga mía. Preguntaba por lo sucedido, por Christine. He olvidado mencionar a Claire. Ella era una chica rubia de ojos azules de tez blanca, cuya madre era alemana. Claire no es un nombre alemán, pero en fin. 

Claire era muy simpática y todo eso, pero no solía estar con nosotros. No antes del cáncer. No digo que Claire fuera una mala persona, pero es que no le gustaba mucho Christine. No se llevaban mal en el sentido de que no discutían ni montaban follones, pero las dos C no eran compatibles. En fin, que no formaban una O juntas. (Vamos a analizar lo de que dos C forman una O. Esta estúpida metáfora no tiene sentido, porque una C de esas de ordenador–Perfecta–no forma una O con otra al revés.)

Después me puse a releer el libro de poesía para la clase (porque la verdad es que no me apetecía engancharme a un libro y dormir hasta tarde), no sin antes ver el programa de cocina que estaba viendo mi madre, claro, porque no podía perderme cómo se hace una sopa sin echar agua.

(Comentario sarcástico.)

Cuando terminé de leer el poema más largo de la Humanidad, apagué la luz y logré conciliar el sueño en apenas dos minutos. 

Un Dolor ImperialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora