MENTIRAS ENTRE CARTAS Y POEMAS

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CAPÍTULO 17

Ansioso por hacerla olvidar el incidente, Terrunce sujetó por el codo a Candice para que le prestase atención.

—¿Cuándo te pondrás en contacto conmigo? —susurró.

Ella observó la mano de Terrunce. Cómo era posible que aquel simple contacto le produjera un escalofrío. De un suave tirón se liberó.

—En cuanto haya tomado una decisión. Ni más ni menos.

Terrunce apretó los labios en una fina línea, pero asintió. Con ella debía ir despacio pero seguro, aunque cada vez que la viera un sentimiento de precipitación y la sensación de no alejarse de ella lo hicieran cometer imprudencias. Como sujetarla del codo o presionarla para obtener una respuesta.

—Buenas tardes, lady Andry. —Pasó por su lado y se despidió de Camila también antes de apresurar sus pasos a la salida seguido de Charlie.

Terrunce se pasó todo el camino de vuelta a casa sermoneando a Charlie por su comportamiento. Pero Charlie parecía incluso divertido por el humor de Terry.

—Es evidente que las cosas no han ido como deseabas.

—No he conocido mujer más testaruda que Candice White. Pero eso no significa que tu actitud poco esté haciendo por ayudarme.

—Andry —le recordó Charlie con alzamiento de ceja incluido. Terrunce lo miró sin comprender—, has dicho Candice White y yo me permito recordarte que es Andry.

—Genial. Gracias —replicó con ironía.

—No hay de qué —dijo Charlie con sorna a la vez que cruzaba los pies—. ¿Al final embarcaras de nuevo a Bangladesh o la marquesa ha recapacitado?

—De momento se lo está pensando.

—Si no quieres marcharte, tendrás que convencerla de que no.

—¿Y qué crees que he intentado hacer todo el tiempo que hemos estado a solas? —contestó molesto.

—Se me ocurren otras muchas cosas y más satisfactorias que discutir.

—¿Como lo que has estado haciendo tú con lady Camila?

Charlie enfatizó cada palabra.

—No he hecho nada. Eso fue un accidente, ni siquera la había mirado.

—Por tu bien —apuntó Terrunce.

—Lo que no quiere decir que no me lo esté pensando.

—Charlie… —advirtió Terry en tono de reproche.

—Esa mujer es imprevisible, divertida, audaz y a la vez inocente. Digamos que me inquieta.

—Pero no es como la clase de mujeres con las que estás acostumbrado a tratar.

—Eso lo convierte en un reto todavía más apetecible —Terrunce maldijo porque sabía que cuando a Charlie se le cruzaba una idea, debía caerse por ella sola. Nada podía hacer—; algo que no deberías reprocharme, porque lady Andry te tiene sorbido el seso desde hace años. Así que reconoce que o bien estás obsesionado o sientes algo por ella.

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