De fondo, se oía Bach, el olor a perfume y rosas rosas invadían aquel camerino.
—¿No te parece muy romántico que los alfa y los omega tengan una pareja destinada?
Se le oyó decir en voz alta a aquella treintañera, de piel pálida y cabello corto teñido de violeta, designada como su estilista hacia solo un par de meses, una beta casada que no lo parecía una mala mujer, sin embargo, a veces podía ser bastante elocuente.
—No conozco a nadie que haya encontrado a su destinado, es sólo un cuento inventado para niños.
Respondió Dipper, un omega de veintitrés años, quién poseía la fama y fortuna, que la mayoría a su edad tan sólo soñaba, de hermosos ojos y cabello castaño, sin nada que envidiarle a cualquier otro omega.
—Es verdad, como omega que eres, deberías tener la esperanza de que podrías encontrar a tu alma gemela.
Ella era tan ingenua cuando hablaba del amor, sino fuera porque le agradaba y no era tan entrometida, ya la hubiera hecho despedir, detestaba la gente que solo hablaba del amor cómo lo más maravilloso del mundo.
—Sería bastante tedioso encontrarla ahora, en este momento no estoy interesado en el amor puro y romántico.
—Sé que en el fondo eres un romántico empedernido.
—Si, cómo no, adiós, ya me aburrió está conversación sin sentido. Te veo mañana Jane.
Comentó al tiempo que cerraba su chaqueta oscura, se cubría con la capucha y un tapabocas para evitar ser reconocido.
A la salida del edificio lo esperaba Albert en el auto, era su mánager desde su debut, un elegante hombre de lentes que cubrían unos ojos azules, un caballero con una actitud profesional, que ya pasaba a la cuarta década de la vida.
—Hoy caminaré, no te preocupes.
—Está bien, ten cuidado y procura que no te vean Dipper. Llama si necesitas algo.
—Si, lo sé, gracias.
El chico caminaba tranquilamente por la acera, la tarde se había tornado fría y el viento parecía agitar el paisaje para poner cada cosa en su lugar, a veces soplaba tan fuerte, que el castaño se preguntaba si era que quería susurrarle el destino a las personas, tal como había escuchado alguna vez en un programa de televisión, pero quizá todos éramos demasiado tontos como para oírlo.
Era un día perfecto para ir un rato a su café preferido, luego de un agotadora jornada de trabajo.
Antes de ocultarse el sol, la ciudad le parecía agradable y bulliciosa, sus edificios se mezclaban entre modernos y antiguos, entre ostentosos y simples, entre encantadores y aburridos, un poco como las personas creía él.
△△△
Se sentó en una de las mesas que daban a la calle, "Claro de luna" no era un sitio muy conocido así que no iba mucha gente, por eso le agradaba tanto, además el dueño, Ryuuji, era un hombre mayor de origen japonés muy amable, que, para él, hacía el mejor café y también los mejores postres que había probado.
Retiró su capucha y tapabocas, y miró su reflejo en el vidrio de la ventana, algunas gotas empezaron a caer del cielo.
Sabía que era injusto poder sentirse tan tranquilo, y vivir lleno de comodidades al ser de una familia prestigiosa, pues su padre era el alto mando de una de las corporaciones de moda más grandes del país.
Pero respecto a la actuación, era algo de lo que en verdad se sentía orgulloso, ya que la fama que tenía ahora, la había obtenido por mérito propio y por una extraña casualidad que había sucedido en su infancia como una broma del destino.
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Para No Olvidar. [OMEGAVERSE] BillDip.
Fiksi PenggemarUna historia sumergida en el mundo del omegaverse, Dipper Pines, un joven actor con un pasatiempo un tanto peculiar, Bill Cipher, un hombre maduro, pero enamoradizo. Con una vida llena de comodidades y fama ¿Que podría pasar si el joven Dipper conoc...