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PARTE 1: DUREZA

Por supuesto el placer no se hizo esperar ¿o si?, te dedicaste a desnudarlo de la parte superior de su cuerpo mientras alababas sus estrategias y besabas cada porción de piel descubierta a tu paso. Él se veía interesado en tus quehaceres y cada que intentabas mordelo sus leves suspiros se convertían en gruñidos de excitación que aclamaban por más aún sin él saberlo hasta que en un intento por desacerte de sus pantalones volvio a detenerte, esta vez con una expresión menos fiera en su rostro.

-No lo hagas- Murmuró entre dientes dirigiendote la mirada más vulnerable que le verías-

-No veo por qué no hacerlo- hablaste con otro intento de despojarlo de sus pertenencias.

-Mhh... No podré complacerte- Se vio obligado a responder cuando por fin dejó de oponer resistencia. Lo miraste sin hacer un nuevo intento de desnudarlo, se le veía frustrado, tristes y nuevamente vulnerable.

-Chiquillo- Le sonreíste maternal al momento de abrazarlo poniendo su cabeza en tu pecho, por su parte se tenso y dudó en llevar sus manos a tu cintura, pero lo termino haciendo cuando proseguiste hablando- Ivar, no deberías temer a eso, el no complacer a una mujer no se basa exclusivamente en el sexo masculino- alzaste su cabeza para poder mirarlo directamente a los ojos.

-No sabes de lo que hablas-

-¿Perdón?- interrumpiste su habla- Tu podrás saber mucho de estrategia, de guerras, sobre asesinatos y esas cosas que haga la gente libre, los guerreros. Pero yo soy una prostituta ¿quién sabría más de sexo que yo?- lo recostaste lentamente para irte deshaciendo del sobrante de sus ropas en tu camino mientras hablabas- El cómo complacer a un hombre y a una mujer, no depende de esto -pasaste tu mano sobre su miembro dormido y él volvió a tensarse- tienes que saber tocarlos- acariciaste sus piernas- más aún besarlos- y lo hiciste sobre su vientre- pero sobre todo causarles deseo- te recostaste sobre él, apenas tocando tu sexo cubierto con el suyo- volverlos locos por ti, por tus manos y tus besos.

Ivar te observaba, no parecía muy convencido por lo que decías sin embargo podías ver la duda en su mirada, intuyendo así que estaba dispuesto a experimentar lo que quisieras mostrarle.

-¡Hagamos esto!- Te incaste sobre sus piernas dejándolo a medio recostar, sostenido apenas por sus codos- Primero: yo te enseñare el placer, hare que te corras tantas veces que perderás la cuenta y cuando me deshaga de ese ceño fruncido que tanto asusta a mis compañeras pasaremos a la parte dos; en la cual te volveré un dios del sexo Ivar "El Deshuesado". Te mostraré los puntos débiles de las mujeres y como pago por hacerlo tú, mi amigo,- lo señalaste en el pecho- tendrás que hacerme correr con cada una de esas técnicas, así cuando lo logres ninguna otra mujer, NUNCA jamás, podrá decir que Ivar Ragnarksson no puede satisfacerlas- el silencio prevaleció unos segundos, tan pocos que apenas un parpadeo después lo viste sonreír ladinamente.

-Hagámoslo- Cruzó sus brazos tras su nuca para recargarse en ellos mientras se dedicaba a mirarte con una chispa de diversión en los ojos- Si cumples con lo que dices quizá luego pueda enseñarte yo otra cosa.-

- Esa es la actitud- Le guiñaste un ojo y sonreíste dispuesta a inclinarte para besarlo- empecemos- murmuraste en sus labios.

Desnudo como lo tenías frente a ti, comenzaste a besarlo lentamente, de sus labios corriste a su mandíbula y luego a su oido. Lo besabas con ternura, devoción y picardía; en algún momento lengueteaste apenas la superficie de su lóbulo y después expiraste en su nuca causándole un estremecimiento tal, que regresaste a besar, mejor dicho morder, su labio inferior para retener su suspiro en tu boca.

Le indicaste que se colocara boca abajo y sin chistar lo hizo. Más que una trabajadora sexual parecías masajista cuando pasabas tus manos por cada uno de los músculos de su espalda, deshaciendote de su estrés y atrayendo el placer con cada tacto y mejor aún, con cada beso depositado en su columna, sus homóplatos, sus glúteos. Ese hombre era perfecto; aunque el sudor, lo metálico de la sangre en su cuerpo y su propio sabor se impregnara en tus labios, ese cuerpo, incluso sus piernas mostraban la fortaleza del esfuerzo hecho con esas "prótesis" y qué decir de sus brazos. Lamiste desde el final de su columna hasta su cuello, aterciopelado, lento, sensualmente; lo escuchaste gruñir y cómo su abdomen se tenso cuando dirigiste tu mano bajo suyo para comprobar su dureza. Mordiste apenas su quijada, lo que alcanzabas con esa posición y maniobraste para dejarlo de espaldas a ti, sentado entre tus piernas mientras frotabas lentamente su pene con tu mano, él pareció sorprenderse un poco, sentirse incómodo y ¿felíz?, cuando se percató de su estado y tras una pequeña risa que pensaste nerviosa, por su parte, soltó un nuevo suspiro cuando dirigiste tu mano un poco más atrás.

-¿Qué haces?- Preguntó cuando te sintió tocar su entrada o ¿salida? Reiste y de un rápido movimiento cruzó con su brazo su cuerpo para atrapar tu cuello, más no le hizo gracia que no sólo no lo lograra, sino que te dedicaras a lamer y chupar cada una de sus falanges, acomodando su cuerpo de lado hacia ti para tener una mejor posición y poder mirarlo a los ojos mientras lo hacías.

-Te doy un orgasmo Ivar- Te incaste a su lado y aún acariciando sus testículos subiste a lamer su oreja distrayendolo, acariciando nuevamente aquellas zona que lo tenso anteriormente para bajar besando su abdomen y al final introducir, sin pensarlo, su miembro a tu boca al mismo tiempo que lo hacías en él con uno de tus dedos. Jaló tus cabellos con una de sus manos, como queriendo impedir tu movimiento, pero jugando con tu lengua y su pene dentro de tu boca te libero lo suficiente como para moverte mirando apenas su manzana al haber echado para atrás su cabeza. Saliste de él cuando dio un nuevo estirón dentro de tus labios y te dedicaste a mover sus testículos en tu mano y a masturbarlo mientras succionabas su punta hasta que eyaculo dentro de ti.

Estuviste apunto de tragar cuando su mano, anteriormente en tus cabellos y ahora en tu cuello, jalo lo suficiente para darte a entender que subieras y cuando lo hiciste quisiste sonreír al ver el rostro sorprendido y extasiado que presentaba por lo que habías hecho. Abriste con lentitud la boca y sacaste levemente tu lengua presentándole así, los resultados del haberse dejado en tus manos para posteriormente tragar sus residuos; él, por su parte, te miraba embelesado y apenas ibas a abrir la boca cuando con fuerza te atrajo hacia sí besandote con fuerza y (siendo sincera contigo) algo de devoción.

-Mi querido Ivar- acariciaste su rostro con tus manos cuando por fín te libero-

-¿Crees que vuelva a funcionar?- Preguntó dubitativo cuando te vio aflojar la tela que caía de tu cuello, tu sólo sonreiste

- Apenas vamos empezando- susurraste a su oído dejando que tu lengua recorriera el camino hasta su mandibula, donde dejaste una leve mordida.

-Eso- dijo señalando su cintura con un movimiento de cabeza- no lo vuelvas a hacer- su tono amenazador volvió y tu lamiste tus labios dejando caer la tela que te cubría.

-No te preocupes- le guiñaste un ojo- tengo más trucos- Y los gemidos se volvieron a oír, pues ahora ambas partes debían unirse.

PROSTITUTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora