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P R O S T I T U T A
                                                       SheiAng

Arreglabas la incipiente tela que cubría tu cuerpo mientras el soldado se levantaba y terminaba de vestirse, habría una gran batalla y por más que desearas su final no estabas del todo segura de lo que les harían al encontrarlas cuando los "suyos" perdieran. Violaciones, las habría al por mayor y ustedes no les temían, estaban acostumbradas a los malos tratos, pero ¿qué pasaría luego de eso? ¿Las matarian o las dejarian vivir?. No es como si tuvieras miedo por tu vida, pero muchas de esas mujeres no merecían morir en tal lugar.

     Mirarlas era estresante, incadas, rezando al dios cristiano por su salvación. Ese dios nunca las salvaría si a lo que se dedicaban era a promover el pecado. El mismo infierno las atraería apenas un hacha se clavara en sus cuerpos, manchando esa sala con sangre, tanta sangre fresca. Pudiste observar desde la ventana como el reino caía, pronto llegarían hasta ustedes y tenían que vivir, necesitabas seguir viva o al menos morir en batalla como tus tradiciones, las originales, lo mandaban.

     Viste a unas chicas temblar cuando los gritos fueron a escasos pasos de la entrada, pero nadie se movió de su lugar, risas se escuchaban mientras, estabas segura, los dueños se encargaban de asesinar a más cristianos y al ser lanzando uno de los cuerpos a la entrada cómo esta fue abierta de par en par, dejando ver a sus paganos visitantes el disfrute que se podría tener ahí adentro. 

     Las chicas se besaban mientras los miraban y otras se tocaban y bailaban para su deleite mientras tú te dirigias a ellos para invitarlos a entrar. Sus sonrisas se ensancharon al ver con lo que se habían topado y sin pudor alguno relamieron sus labios al imaginarse saborear su victoria en ese sitio.

     Ambos hombres se dejaron caer, llenos de sangre, al centro de la sala, entre mullidos cojines y sensuales mujeres dispuestas a llamar su atención cuando a los segundos se escuchó un carro a las afueras y el sonido de metal en la entrada, uno diferente ¿qué era? No parecía una espada, ni un hacha. No tuvieron que esperar mucho cuando un hombre con un tipo de muleta y "prótesis" en las piernas se dejó ver cubierto de sangre mientras parecía saborear el reciente asesinato.

     -¡Ubbe, Hvitserk! ¿Qué mierdas hacen aquí?- Fue su grito al entrar y él escalofríos que te recorrió con anterioridad se convirtió en excitación cuando tus dudas se disiparon en su totalidad.

     ¿Era en serio? ¿Los hijos de Ragnark se encontraban ahí frente a ustedes? Ellos se saludaron mientras atraían con ellos al recien llegado, aquel "Deshuesado" de quien tanto habian escuchado hablar, el temido invalido estratega y maniatico asesino que con una cara de pocos amigos se sento un tanto alejado de sus hermanos mientras veía con mala cara las acciones de las mujeres que temían el acercarse a él. 

     -Ivar hemos ganado, hay que celebrar cómo se de debe- Escuchaste al más alto de los hermanos- toma a una de estas hermosas mujeres, cualquiera estaría dispuesta a complacerte- su sonrisa fue evidente y la risa de su hermano no se pudo hacer esperar.

   ¿Burla? Ese chico, ¿Hvitserk? Se estaba burlando de su hermano y la mirada que le viste dirigir por parte del "Deshuesado" te helo la sangre, tenías que hacer algo para que no se desquitara con ustedes.

     -Hvitserk- El mayor ¿"Ironside"?, no él era un gigante y no estaba con ellos, el siguiente !Ubbe!, viste a Ubbe advertir a su hermano.

     -¿Qué Ubbe?, todos sabemos que pasa con nuestro hermano- Un golpe al suelo y un silencio penetrante en el que solo oiste la gruesa respiración de Ivar.

     -Chicos, ¿Que no saben donde estan?- interrumpiste la escena buscando apaciguar a los jovenes guerreros y con un gesto de tu cabeza incitaste a otras chicas a seguir bailando en el centro.- Nosotras hacemos milagros- Te acercaste sensualmente al tal Ivar y lo montaste acariciando lentamente su armadura, sin importarte la sangre que lo cubría incluso, humedeciendote en ella captando la mirada del hombre bajo de ti.

     Aspirabas su aroma a sudor y muerte mientras dirigias levemente tu atención a los otros hermanos quienes se encontraban inmersos en las atenciones de las demás chicas.

     -No sé de que hablen tus hermanos, Ivar "El Deshuesado" el mejor estratega entre los hijos de Ragnark- murmuraste a su oido mientras él te sonreía por engrandecer su orgullo- pero la diosa Freiya me ha dotado de ciertas… habilidades para complacer a hombres y mujeres.

     -No- murmuró en un gruñido cuando intentaste meter tu mano a su parte baja.

     -No temas- Sonreiste- te trataré bien- Su mano atrapo tu cuello en cuanto acabaste de hablar y con un tono colerico te hablo.

     -No intentes burlarte niña, o te destrozare- Reiste y te moviste sensualmente sobre él, atrayendo la atención de los de su alrededor- ¿Que haces?.

     -Atendemos todo tipo de gustos niño- retaste- Si te gusta rudo puedo someterme a ti- un gruñido de su parte y tu risa- Vamos, te aseguro que puedo hacerme cargo de ese enojo a solas- Bajaste tus manos por su cuerpo lentamente.

     -Mhp,- Bufó- ninguna cristiana podría complacerme.

     -Pues es una suerte- Le hablaste mientras sostenias su hacha contra su cuello- que sea descendiente de verdaderos Vikingos.- Él te miró expectante y tu le devolvías el reto con una sonrisa.

     -Mientes- Intentó quitarte el hacha y con una simple maniobra lograste alejarte mientras él, haciendo un juego con su lengua dentro de su boca se levanto intentando apresarte.

     Y comenzaron una danza, tu te alejabas y él intentaba detenerte, podías ver la excitación en su mirada y el cómo su pecho subía y bajaba con el esfuerzo hecho; logró quitarte el hacha pero a cambio tu tomaste una daga que llevaba en el cinto y él sonrió aparentemente excitado cuando te acercaste a él y con un movimiento grácil arrojaste el cuchillo justo a sus pies. No te quitaba la mirada de encima y menos lo hizo al sentir tus manos nuevamente en su cuerpo, esta vez, acomodando la daga en su lugar, para proseguir a guiarlo hacia uno de los cuartos continuos.

     -Vamos "Deshuesado", te enseñare unas cosas y luego- caminabas frente a él y volteaste a guiñarle un ojo- tal vez tu puedas enseñarme algo- y te siguió. Como un ciego que confía en la mano que lo guía, como un niño a quién le ofrecen una golosina, como alguien que sabe obtendrá grandes cosas al seguir con su camino.

     

PROSTITUTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora