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BATALLA

Aquél momento fugaz que habías tenido con Ivar la tarde pasada aun seguía impreso en tu cuerpo, lo habías tomado desprevenido y su cara al verte montarlo te habría causado una carcajada si no hubieras estado tan excitada que en lo único en lo que podías pensar era en que tu cuerpo pedía sexo.

Sincerandote contigo misma, habías deseado que Ivar se quedará contigo todo el día para sacar ese exceso de excitación que había quedado en tu cuerpo, pero igual sabías que pelear era un gran placer para él y no dijiste nada cuando se fue arrastrando luego de cubrirte.

Luego de mantenerte un buen rato recostada te levantaste exclusivamente cuando un guerrero que pasaba por ahí se insinuó lo suficientemente cómo para crearte desagrado, así que sin dejar de mirarlo te vestiste y alejaste hasta terminar en el centro del campamento, justo a tiempo para ver a los hermanos salir de su "junta" improvisada con un cuerpo inerte. No faltando mucho cuando, por la noche, anunciaron un nuevo ataque y se prepararon para partir.

Los guerreros habían salido en grupos y casi a hurtadillas, cada uno de los hijos de Ragnar con una escolta lo suficientemente grande cómo para saquear un pequeño pueblo pesquero; con guerreros y escuderas eufóricos por la batalla y los líderes excitados por la misma razón, dejando poca gente en el campamento, más no desprotegido. Ivar los había convencido de la gran probabilidad de que fueran atacados ahí teniendo en cuenta la cercanía del escuadrón de esa mañana.

La noche fue en general tranquila, la mayoría se encontraba durmiendo y para cuando salió el sol las mujeres comenzaron a levantarse para ordeñar el ganado robado, tan en calma... la tormenta estaba venidera, de eso estabas segura, se sentía igual a cuando los Vikingos atacaron la ciudad de tu encierro. Y si, el silbido de una flecha y los cascos de los caballos repiqueteando el suelo te llamó a la batalla.

Los cristianos, como las cucarachas que eran, comenzaron a atacar a las mujeres en los establos improvisados, sin imaginar que no sólo se encontrarían con campesinas, sino con escuderas que les podían hacer frente a la perfección por lo que con su táctica "silenciosa" fallada tuvieron que llamar a la caballería. No fueron ni media docena los caballos que se lograron adentrar cuando hicieron que las lanzas de defensa se alzaran y quedaran otros pocos ensartados ahi, lo lamentabas por aquellas nobles bestias.

La batalla se desvió a un lanzar de flechas lejana cuando se le prendió fuego a las defensas; ellos con temor a ser incinerados cómo los primeros hombres que, intentando pasarlas bajando de sus caballos, quedaron atrapados en el fuego iniciado por uno de sus guerreros; habían comenzado el ataque a la distancia, intentando rodear el campamento. Afortunadamente sus hombres no eran los suficientes y varios de los suyos lograron salir, atacándolos por la espalda cuando las llamas se apagaron, dejandoles un pequeño paso que aprovecharon para hacer frente a su muro de escudos.

Pudiste observar al capitán quieto a la distancia sobre un caballo mucho más majestuoso que los demás, tuviste una idea. No sólo habías aprendido resos de su religión sino un par de idiomas más, así que haciendo uso de ello y escondiendo la daga en tus muslos cubiertos, imploraste por ayuda en su lengua sagrada, resabas y rogabas entre fingidos sollozos cuando él bajó del caballo y en medio de la batalla se acercó a "protegerte" creyendote una monja, pues sólo ellas saben tal lengua. Abrazada a su cuello fingiste caer para poder tomar la daga y rapidamente atravesar de su cuello a su cráneo matandolo al instante. El gran borboteo de sangre caliente era realmente delicioso sobre tu cuerpo, tanto que no habías visto a los hijos de Ragnar llegar e ir asesinando a los pocos cristianos que se apuraban a huir, hasta que el sonido de un carro distrajo tu atención.

Ivar alcanzó a los pocos que huían en su extraño carruaje pasándoles por encima mientras que otros menos eran el blanco de las flechas de sus hermanos y pronto los cuerpos de los cristianos se volvían una nimiedad ante los guerreros que acababan de regresar sobre pasandolos.

-¡Gida!- el grito de Ivar te llamó y con la correa del caballo en la mano corriste hacia él con algo de problemas- ¡Deja ahí niña!- te reclamó y luego de una leve mueca lo soltaste para defenderte de un guerrero que quiso atacarte, uno de los últimos en pie.

-Ivar, mira- pusiste el caballo a su lado en el carruaje para mostrarselo -Es hermoso-. La batalla había acabado cuando ellos llegaron, así que pusiste toda tu atención en el caballo sin preocuparte.

-Mhhh... es cierto- hablo Ivar en cuanto dejó de examinarlo- debió haber sido de alguien importante- comentó burlón -¿y a ti que te paso, he Amaedis?-

-Gida- corregiste. -Es del Capitán- sonreiste.

-El caballo-.

-Y la sangre- volteaste hacia el cuerpo inerte y volviste a llamar la atención de Ivar. -¿No crees que se vería bien en tu carro Ivar?, además, tu caballo debería descansar.

-¿Eso crees?- asentiste y él te dio paso para que liberaras a la otra bestia.

Se dirigieron hacía sus demás hermanos, quienes mantenían a unos pocos enemigos incados ante ellos, esperando ser ejecutados.

-¡OHHH!- El grito de Bjorn se dejó oír por todo el campamento, en él expresaba su fortaleza y entusiasmo por el saqueo reciente, los demás guerreros lo siguieron en continuos gritos y tu reiste victoriosa mirando a un Ivar expresarse de la misma manera que sus hermanos mayores

PROSTITUTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora