EL VIAJE
Los días pasaron y las cosas parecían calmas, los hermanos de Ivar no dijeron nada luego de enterarse de los hechos completos que habían llevado a su madre a la muerte y como si nada hubiera cambiado siguieron habitando en el "palacio" junto a Lagertha, quien hacía de regente apoyada en su único hijo. Con el tiempo te enteraste que cada uno tenía una pequeña cabaña en el pueblo, donde dormían desde antes de salir de viaje, volviendo al palacio solo para comer y pasar el rato; ahora entendías cómo es que nadie dijo nada cuando Ivar proclamó que te quedarías a su lado.
Sobre Ivar, era el hermano que pasaba menos tiempo dentro del palacio y cuando los pensamientos lo acechaban podías ver el enojo y la rabia en sus ojos para ser manifestada en ataques de ira sin sentido en sus entrenamientos o contra algún árbol o roca cercanos, para pasar a calmarse y mirarte con esos mares que tenía dentro de los ojos.
-Ivar- Llamaste.
-¿Mh?- Siguió mirando el techo de la cabaña mientras yacías en su pecho.
-¿En qué piensas?- Preguntaste por fin, pues llevabas tiempo observando que luego de sus ataques de ira permanecía quieto y con la mirada perdida.
-En que me gusta tenerte así- respondió con una sonrisa y volteo a mirarte.
-Sabes que no hablo de eso- reiste -cuando tu enojo se esfuma te quedas inmóvil y se que piensas en algo- lo miraste hacer una leve mueca y luego respondió.
-En mi madre, obviamente-
-Mientes- te subiste en él -si me mientes no te diré lo que planeo hacer-
-¿Ha si?- se las arregló para sentarse -¿Y que planes tendría una EX CRISTIANA en tierras desconocidas?- te hizo un poco de burla.
-Jaja, enserio pareces un niño- negaste y volviste a cuestionarlo- No le diré a nadie, ¿en qué piensas en esos momentos?.
-En mi madre, lo juro- te abrazo por la cintura y pegó su nariz a tu pecho -en cómo murió- por un momento sentiste lástima por haber preguntado, sin embargo sabías que la respuesta estaba incompleta y él te ocultaba algo, así que a sabiendas de que no diría nada más dejaste las cosas ahí.
<<Ahora tu- jaló tu cabello -dime que es lo que ocultas Amaedis- su rostro cambió a una expresión más pícara.>>
-Yo no oculto nada, sólo postergo- respondiste con una sonrisa a pesar del nombramiento - Lagertha me ha dado la oportunidad de viajar con ella y sus escuderas al reino vecino-
-No- se hizo oír apenas terminabas de hablar.
-¿No qué?- preguntaste, incrédula, aun sabiendo a lo que se refería.
-No irás- respondió y su expresión era fiera.
-Ja- reíste -¿y a caso yo te pedí permiso, Ivar?- Decidiste el sentarte a su lado para hablar o, mejor dicho, discutir.
-Eres mía Gida, mi mujer, ¡y como tal te prohíbo ir a ningún lado con esa usurpadora!- te tomó del brazo para voltearte hacia él y al hacerlo no supiste identificar lo que su rostro expresaba.
-¿Y cuándo consolidamos tal cosa?- sacudiste su agarre y te levantaste de su lado -no te creas con el derecho a mandar sobre mí sólo porque disfruto el sexo contigo Ivar.
-Gida no...-
-No nada- lo interrumpiste al hablar -solo te estaba poniendo al tanto de lo que haré, no te pedía permiso ¿entiendes eso?- te levantaste dispuesta a marcharte, pero fuiste detenida por el, ahora, leve agarre de Ivar en tu mano.
-No te vayas, no con ella- pidió, sentado hacia ti -no me dejes tú también- oprimió levemente su agarre.
-Nadie te está dejando Ivar, ¿cambiarías de opinión, por mi?- preguntaste, por más tonto que sonara.
-Entonces no vayas- rió, queriendo hacerse el gracioso, tú sólo hiciste una mueca y suspiraste-
-Eres un tonto- te soltaste nuevamente.
-Y tú una aferrada Gida-
-Sabes que siempre he querido estar con ella- reclamaste.
-¿Y yo que, solo fuí el medio para obtener lo que buscabas?- grito, nuevamente enojado.
-Sabes que no, ¡me gusta estar contigo!-
-Pero prefieres irte a su lado.
-Un viaje Ivar. He estado contigo, más que con cualquiera, desde que estoy en libertad; sabías de mi deseo de conocer a Lagertha, de acompañarla aunque sea temporalmente y cuando lo logro te pones así.
-Te amo-
-Tu....- callaste, eso era jugar sucio, más no sucumbirías ante lo dicho. Tal vez solo un poco, te agachaste a la altura de su rostro y lo besaste, con fuerza, con pasión, con ese enojo insano que vivía en su cuerpo, con esa emoción que te daba al saberte a punto de hacer algo que lo haría enojar aún más. Y luego, tan rápido cómo había llegado aquel beso desapareciste de su vista, a zancadas, casi corriendo entre las personas que iban de aquí a allá escuchando a lo lejos tu nombre siendo gritado por sus labios.
No hace falta decir que no regresaste a su cabaña esa noche, temías que siguieran peleando o, incluso, se atreviera a amarrarte para obligarte a quedar; te daba algo de gracia pensar en eso, pero sabías muy bien que si terminabas tentada por su cuerpo, sus movimientos, él podría encontrar el momento perfecto para hacerlo y dejarte en ese estado el tiempo necesario hasta la partida de las escuderas. Habías sido inteligente al no decirle que saldrían al día siguiente, ni que ya tenías las cosas listas en el palacio, precisamente, previniendo su genio. Esperabas que a tu regreso ya no se encontrara enojado, aunque estabas segura de que algo de sexo lo arreglaría, mejor aún, si él permanecía con esa actitud mientras lo hacían, sería un grandioso sexo de reconciliación.
Alistabas tu caballo, aquel que había sido del capitán en el extranjero, lo habían llevado para no perder a tan hermosa raza, así que tú te hacías cargo de él. Estaban a punto de salir, Lagertha hablaba con unas de sus escuderas mientras tu y otras más terminaban de arreglar sus cosas para el viaje, cuando escuchaste, al igual que todos ahí, la voz de aquel Deshuesado.
-Pensabas irte sin despedirte siquiera- y su sonrisa, esa que hacía brillar más aún aquellos pozos de agua que se cargaba en el rostro.
-¿Aún sigo aquí no?- apretaste la última cinta del caballo y tras una rápida mirada a Lagertha, quien asintió hacia ti mientras se despedía de su hijo, caminaste a su encuentro.
-Te llevarás todo de mi, ¿lo sabes?- tomó tu mano y entrelazo sus dedos- mis brazos, mis piernas, mi carne- no dejo de mirarte mientras hablaba, besando tus nudillos entre cada pausa.
-No creí que supieras decir esas cosas, Deshuesado- lo abrazaste- Es un viaje corto, volveré en poco tiempo-
-¡Gida, hora de irnos!- escuchaste el grito de Lagertha al frente de la caravana y la mirada que Ivar le dirigió fue de más rencorosa.
-Adiós Ivar- pensaste en despedirte cuando recibiste sus labios de forma agresiva.
-Más te vale regresar- te acercó al caballo y tu subiste, sintiendo una nalgada rápida antes de quedar sentada sobre el animal.
-Y a ti esperarme- una última sonrisa y dirigiste el caballo al lado de Lagertha, quien comenzó a andar contigo a su lado, un último vistazo a tu espalda y viste la mirada enojada de Ivar, temías sus pensamientos y sus acciones ante tu ausencia, pero esperabas, con todo tu ser, que no hiciera nada, al menos no aún.
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PROSTITUTA
FanfictionVendida como esclava luego del asesinato de tu padre, terminas en un prostíbulo en tierras cristianas donde pasas practicamente la mitad de tu vida, sin embargo ellos no pueden controlar tu sangre pagana y la llegada de ese gran ejército Vikingo te...