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KATTEGAT

Dos días después regresaron a Kattegat, más dichos días los habían pasado encerrados en su tienda ensimismados en ustedes y si no hubiera sido por Hvitserk quién les fue a avisar que saldrían al día siguiente de regreso a su hogar, no se habrían enterado, pero así fue, los encontró en una posición de más placentera y luego de burlarse un rato y esquivar unas cuantas cosas lanzadas por Ivar directo a su cabeza se fue, dejándolos a solas nuevamente.

El puerto era frío, mucho más que la ciudad que habitabas anteriormente, las montañas que lo rodeaban se veían imponentes y grices y las personas que les dieron la bienvenida se veían alegres y sorprendidas, podrías jurar que incluso algo asustadas, pero no estabas del todo segura del por qué, después de todo el bullicio era constante y parecían incluso acostumbrados.

Agradecías bajar del barco, había sido una tortura viajar tantos días en él; al inicio el mareo había sido tal que enfermaste de tanto vomitar, pero a medio camino, creías, te habías logrado controlar y lo que te aquejo a partir de allí fue el aburrimiento y ¿para qué mentir? La falta de sexo. Sólo aquellos momentos en que te dedicabas a remar te salvaban del estrés que todo ello ocacionaba a tu cuerpo, ese ejercicio y las constantes contestaciones a los hermanos que se burlaban de tu falta de fuerza marina, eran lo único que te mantuvieron cuerda durante ese eterno viaje.

-Bienvenida a Kattegat- Bjorn, el mayor de los hermanos, te guió hacia la entrada de lo que parecía un mercado y haciendo paso a quienes descargaban los barcos te dedicaste a observar detenidamente a los demás transeuntes.

Había puestos aquí y allá; diversos alimentos, telas y especias pasaban de mano en mano entre los comerciantes que las obtenían o vendían, piezas de oro y plata, rasgos diversos en pieles de colores, escuderas con espadas, hachas y escudos en mano vigilando la paz del lugar; y todos abriendo paso a los guerreros que venían cargando los tesoros del último saqueo, felicitando, apresando y llorando por los que regresaban y por quienes no lo habían hecho. Siguiendo a los hijos de Ragnar hasta su hogar, esperando desde afuera, siempre atentos, por la invitación al repartimiento y el festín celebrado por su regreso.

-Madre, ella es Gida- fue la leve presentación que te hizo Bjorn ante Laggertha, quién parecía gobernar el sitio- fue esclavizada por los cristianos y liberada por sí misma a nuestra llegada, una gran guerrera que defendió nuestro campamento cuando fue necesario. Agradecería que le dieras la bienvenida- una leve reverencia de cabeza fue promulgada por tu amigo ante su madre, quién cambió su mirada de su hijo a ti, dejando entrever rápidamente una leve nostalgia antes de hablar.

-Una mujer con la herencia de tu nombre y la fortaleza de la que se expresa mi hijo siempre será bienvenida al reino de Kattegat, y más aún a este hogar- fueron sus palabras. Esa mujer era pequeña, al menos ante su hijo y frente a ti, pero imponía como ninguna a fuerza de su mirada y su porte; habías escuchado que fue no sólo una escudera, sino granjera también y de algún modo esos saberes se habían amplificado en sus pupilas para extenuarlos como los de una justa gobernante, lo que la hacía más poderosa que cualquier otro rey o reina que conocieras o de quien habías escuchado hablar.

-Graciad Laggerta, gran escudera y quién fuera una vez reina de Kattegat. Incluso en el extranjero se escuchaba hablar sobre ti y tu sequito de mujeres escuderas, tan o más feroces que los hombres.- levantaste tu mirada de la reverencia anteriormente hecha, había algo en su rostro, algo que indicaba superioridad y logro, no ante ti, pero no lo podías distinguir, ella sonrió y les dio paso a la mesa en lo que esperaban a los faltantes hijos de Ragnar.

Observando a tu alrededor te distrajiste un buen rato en los "tronos" al centro, las mecheras que les daban luz y las pieles que hacían a esa habitación un hogar, pero en todo ello y tus acompañantes pudiste distinguir, aún sin palabras, la muda pregunta de que algo hacía falta y más que cualquier cosa, la ausencia de alguien se coló en tu panorama.

¿Acaso no el gran Ragnar se había casado por segunda vez con la mujer con quien engaño a su esposa en un viaje? Lo recordabas, Bjorn te había contado cómo habiendose acostado una sola vez con ella, por petición de él, a pesar de que esta lo había ido a buscar; lo había encontrado ya en Kattegat, premiada, causando la fractura de la relación entre sus padres. Estabas segura de que Ivar te había comentado que aquella volva se había vuelto la gobernante de kattegat en cuanto Ragnar desapareció y posteriormente murió, pero ahora que regresaban, no había huella de ella.

-"Haaaa..."- tu cabeza hizo click -"oh oh"- ahora entendías aquella mirada en Laggerta, ese gesto de haber acabado con quien tanto mal te había causado. ¿Podría ser cierto? No estabas segura pero, a los demás hermanos de Bjorn no les vendría muy bien esa notícia, especialmente a Ivar, él había sido el único que te hablara de su madre Aslaug y con su actitud...

《"Dioses"- dirigiste tu mirada al techo en busca del cielo gris y te concentraste en las gotas de agua chocando en su superficie. Pronto terminarían de descargar y esos jóvenes se adentrarían por la misma puerta ppr la qie tu habías pasado -"¿Cómo reaccionarian?"- faltaba poco para su llegada.》

PROSTITUTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora