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CARICIAS

Y lo siguiente que recuerdas es como todo te daba vueltas gracias al impacto contra las pieles que improvisaban una cama y el jalón a tus ropas que se interponían entre las manos de Ivar, quién había caído justo después de ti y sobre ti, inmerso en su quehacer de desnudarte mientras mordía cada porción de piel descubierta.

     -¿Llevas prisa?- preguntaste para hacerlo enojar con una sonrisilla traviesa, más el no se inmutó en su quehacer, siguiendo con su labor de dejarte completamente desnuda frente a él y no fue hasta lograrlo, unos cuantos segundos después, que se detuvo a mirarte.

     -Estuviste jugando conmigo toda la noche, Amaedis- hizo una pausa y se relamio los labios -créeme cuando digo que no te dejaré salir de aquí, hablo enserio- sujeto en uno de sus brazos se deshizo de su armadura superior con algo de dificultad, sin embargo logró quedar con el dorso desnudo ante ti -con todo lo que te haré y lo que harás- sonrió sabiendose imponente ante ti -no te quedaran ganas ni fuerzas para levantarte, cristiana- se arrastró hasta quedar a la altura de tu cabeza y luego de alejar con su mano los cabellos en tu rostro te beso.

     Vamos, que sólo te había mirado y tu ya te sentías flotar en el mar de sus ojos, ni siquiera te estaba tocando aun, y ya podías sentir el carbón de su cuerpo pegado al tuyo; y ni lo helado de la lluvia que arreciaba, ni el viento colandose por la entrada, que no se habían preocupado en cerrar, podía impedir que te sintieras a punto de explotar sólo con los besos que te estaba dando, las mordidas que marcaban su necesidad de entrar a tu boca y esa lengua que, tan o más afilada que su hablar, te hacía perder la razón en la batalla que le daba a la tuya.

     -"Así es cómo debe sentirse el cielo"- pensaste y luego te reprimiste por la idea religiosa que había sonado en tu cabeza -"maldita cristiana"- te burlaste de ti misma llamandote cómo esos hermanos solían hacer, sin embargo perdiste el hilo de tus pensamientos cuando Ivar te cargó con rapidez cambiando lugares para que quedaras hincada sobre él, sólo rozando sus sexos, aún sin ir más allá. 

     -Eres hermosa- murmuró tan cerca de tu rostro que no veías su expresión embelezada, sin embargo sí que sentiste las caricias que te daba en la piel de tu cintura y la nuca, acariciando tu cabello y enredando sus dedos en él tratando de alaciarlo lo más posible, siendo más delicado con su toque como no lo había sido hasta ese entonces, creandote cosquillas a flor de piel y un sentimiento de expectativa por sus siguiente roce.

     ¿Qué podías decir? Él sólo te acariciaba lentamente e intercalaba sus miradas con tiernos besos que repartía entre tus hombros hasta llegar a tu rostro y sin embargo, sentías su cuerpo arder en expectativa y tú misma ya deseabas pasar a algo más a pesar de sentirte realmente bien con aquellos detalles.

     -Ivar- hablaste bajo para no romper el ambiente, pero apenas terminaste de pronunciar su nombre él se detuvo en sus caricias y con brusquedad te jaló el cabello para, ahora con mordidas y toques más bruscos, atacar tus senos. -Ahh- no pudiste evitar gemir, la sumisión a la que te obligaba con la posición y las "caricias" que daba a tu parte superior te estaban matando -¡Ivar!- ahogaste su nombre en un grito cuando la mano que no jalaba tu cabello se recorrió hasta tu intimidad, que en algún momento habías comenzado a frotar con la suya y sin aviso previo adentro dos de sus dedos en ti -¡Ahh ahh!- volviste a gemir, el muy maldito tenía una sonrisa en su rostro ante cada uno de tus gestos, pero si así quería jugar. 

     Ocupaste todo el autocontrol que fuiste capaz de conseguir en la situación en la que te encontrabas y con la fuerza y flexibilidad que lograste te deshiciste de la mano dentro de ti y empujaste su cuerpo con tus piernas, logrando que soltara tu cabello y él quedara recostado debajo de ti, con una de tus piernas debajo de su cabeza y la otra sobre su brazo derecho para mantener tu estabilidad y su posición. 

PROSTITUTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora