CAP 10 DYLAN

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Como olvidar la sonrisa inocente, su rubor en sus mejillas, sus labios de terciopelo, ese beso delicado, cuando la vi por primera vez. Si sé que me cambio la vida.
Hay veces en la vida que llega alguien y te cambia el rumbo de tu vida, que te hace observar distinto y apreciar lo que tienes. Ella me enseño eso, aunque quizás no lo sepa. Cuando no la vi en la Universidad por un tiempo sentí como mi corazón se estrujaba por su ausencia. Pero apareció de nuevo y aunque no éramos nada, me alegraba verla. Ahora pertenece a mi vida.

Estaba recargado sobre uno de los casilleros, cuando vi una sombra de una mujer que se dirigía hacia mí. Cuando la vi frente a mí era la secretaria del Decano, me miro, era una mirada fría, que se puede esperar es una mujer de 35 años, soltera y un tanto fastidiosa.  Estaba vestida con una falda un poco larga color gris, una blusa blanca y una blazer gris, que hacían un bonito juego. Su cabello castaño estaba recogido hacia atrás y sus labios estaban pintados de un rojo intenso.
— ¿Dylan Hughes? —pregunto.
—SI—respondí confundido ¿Por qué me viene a ver la secretaria del Decano?
—El Decano lo solicita en su oficina joven Hughes—respondio. Hablaba con tanta soltura y modulaba cada palabra.
—¿Para qué? —pregunte y fruncí el ceño.
—Solo acato ordenes joven, y el Decano me dijo claramente que solo lo buscara y que lo llevara a la oficina. Si quiere saber por qué vaya a la oficina del Decano—respondió y enarco una ceja— Maldita secretaria, maldita Decano—pensé
—Está bien—respondí con desgano.
Luego de tener esa pequeña charla con la mujer más fastidiosa y ridícula de la Universidad a parte de Karen, fui junto con ella a la oficina del Decano. Estaba parado frente a la puerta del Decano y aun no me atrevía a entrar, ella volvió a hablar.
—¿Piensa hablar con el Decano mentalmente?, ¿No vas a entrar? —Pregunto, me gire sobre mis talones y ahí estaba ella parada delante mío.
—Ya entro—respondí a patadas.
Tome una bocanada de aire y gire la manilla de la puerta y lo único que vi fue a el Decano sentado en su silla habitual y a un hombre de espaldas, conocía perfectamente quien era lo podía reconocer en cualquier lugar del mundo, si estuviera muchos kilómetros lejos de mí, aun así lo reconocería, era el, ¡Qué diablos estaba haciendo aquí!, ¿Por qué ahora? ¿Por qué en la oficina del Decano?
No podía moverme, casi no podía ni respirar seguía parado en el marco de la puerta, y estaba casi seguro que la secretaria aún seguía a mis espaldas.
El Decano alzo la mirada y me miro, una sonrisa forzada se dibujó en sus labios, si una sonrisa fingida porque él sabe que no tengo una buena relación con él.
Yo desvié mi mirada y clave mis ojos en el hombre que estaba sentado dándome la espalda. La secretaria seguía hablando pero yo no la escuchaba, era imposible escucharla cuando estaba tan aturdido. El Decano se paró de su silla y hablo:
—Pasa Dylan—dijo el Decano y me hizo una seña para que pasara ¿Cómo diablos quiere que camine si está el aquí?. Seguía absortos en mis pensamientos, no podía modular ni una palabra, sentía los latidos desesperados de mi corazón.
— ¡DYLAN! —la voz del Decano me hizo volver a su oficina y al infierno a la vez.
—Sí, Decano—conteste y volví mi mirada al Decano.
—Podrías entrar a la oficina—dijo con su mirada frívola y calculadora.
Camine lentamente y cerré la puerta tras de mí, el Decano me hizo una seña para que me sentara al lado del hombre que estaba ahí yo negué con la cabeza, el Decano me miro y enarco una ceja. ¿Por qué no entiende que todo esto me está volviendo loco? ¿Por qué no se larga de mi vida de una maldita vez?
—Dylan, siéntate—ordeno el Decano con voz firme.
Sin decir nada me senté, el Decano se sentó en la silla frente a nosotros. Pero él no volteaba a mirarme y no quería que lo hiciera.
— ¿Para qué me llamo? —pregunte con voz ronca.
—Dylan, aquí hay una persona que quiere hablar contigo. ¿Puedes hablar con él? —pregunto.
—No, de hecho Decano me estoy perdiendo una excelente clase ahora mismo por estar sentado como un idiota aquí. Si me discul…—me interrumpió—
—Dylan, a ti no te interesan las clases. El único motivo por el que estas aquí son por las prácticas de natación. —Dijo el Decano.
—No es cierto Decano, porque me hace quedar mal frente a mi padre—respondí. Burlonamente—Vamos padre mírame, quieres hablar conmigo aquí me tienes, ¡HABLA! —Dije alzando la voz más de lo habitual, a lo que él tuvo que mirarme.
—Dylan, no quise hacerte pasar un mal rato—dijo y lo mire, y sentía que lo estaba acribillando con la mirada. Tuve que reprimirme el impulso que tenía por pararme y largarme de aquí cuando hablo.
—No te preocupes padre, es un gusto hablar contigo—dije y golpee su hombro en un gesto cálido, pero no creo que el sintió así es más ni yo lo sentí así.
—Los dejo solos para que puedan hablar—interrumpió el Decano, volví mi mirada que ahora yo la tenía frívola, llena de ira.
—No Decano, usted puede quedarse, es más acabemos con esto rápido, hable Sr. Landau—dije lleno de rabia.
—DYLAN—dijo el decano, pero no quería escuchar al Decano, él estaba aquí que hable, lo quiero escuchar a él.
—VAS A HABLAR, POR EL AMOR DE DIOS, HABLA—grite— ¿PARA QUÉ ME BUSCAS? ¿POR QUÉ VINISTE A BUSCARME? —pregunte.
—Dylan, hay algo que debes saber—respondió y me miro, en sus ojos había una tristeza pero no podía descifrarla.
— ¿Qué paso? —pregunte más calmado.
—Dylan, tu abuela murió—dijo y bajo la mirada.
Me pare de la silla rápidamente, y trataba de asimilar lo que me había dicho mi abuela murió. El vino hasta aquí para decirme que ella murió. Lo odio aun mas, lo odio por decirme que la única persona que me cuido, me amo y me apoyo dejo de existir.
Mis manos temblaban, mi cuerpo estaba inestable, mis ojos estaban repletos de lágrimas contenidas. Y lo único que estaba en mi campo de visión era el, con la mirada hacia abajo. Quería golpearlo, largarme de aquí y no volverlo a ver nunca más.
—Viniste hasta aquí para decirme que mi abuela murió—dije con la voz ronca.
—Dylan, lo siento, se cómo te sientes—respondió y me miro.
—Tú no sabes nada, te odio. Pero te lo agradezco al menos tuviste la decencia de avisarme y no dejarme con más dudas. —espete.
—Hijo, perdóname—dijo y su voz era un susurro inestable.
— ¿Hijo? —una risa carente de humor broto de mi garganta—y se supone que este es el momento en que yo debo de decir ¿Padre, abrazarnos y llorar en el hombro del otro? —escupí.
—No es eso lo que quiero—dijo—Quiero que me perdones.
—Vete al diablo—dije con repulsión—,acaso no te cansas que te mande al diablo, que te maldiga. Tengo una vida y tú no estás involucrado. 
—Ojala algún día me entendieras—respondió.
—Ojala algún día me dejaras en paz—conteste.
Salí de la oficina del Decano sin más que decir cuando salí vi a la secretaria del Decano parada como un tronco peor no me importaba en lo absoluto que haya escuchado algo. Lo odio tanto por venir hasta aquí para decirme que la única persona que me amo en este mundo. Se ha muerto y me ha dejado. Pero una parte de mí se lo agradece por tener el valor de habérmelo dicho. Pero hay otra parte que siente fastidio por él, y yo no puedo controlar ese sentimiento. El sembró esto, y ahora estos son los frutos.

No tenía ganas de estar un minuto más en esta Universidad, así que fui hasta el parqueadero buque mi auto, me trepe en él y comencé a conducir. Quería ver a mi abuela, quería ir y despedirme de ella. Pero no puedo, si voy, los recuerdos invadirán mi mente y lo único que lograre con todo esto es revivir el pasado y es lo que no quiero. En ese lugar donde me crio mi abuela hay tantos recuerdos. Recuerdos que no quiero que se atraviesen en mi vida pero es inevitable no hacerlo. Cuando cada vez que intento que todo lo que siento, todos los momentos se esfumen, el aparece como un fantasma y me hace sentir aún más miserable.
Estaba conduciendo sin rumbo, no sabía hacia donde iba, no quería pensar. Pero el sonido de mi celular me enfundo de nuevo al presente. No quería contestar, no podía en un rápido movimiento parquee mi auto en cualquier lugar, y comencé a golpear el volente con mis puños, lo golpeaba fuertemente tan fuerte que sentía que mis manos ardían, por la fuerza del impacto. Deje de golpear el volante y puse mis manos sobre él y coloque mi cabeza sobre el volante, reprimí las ganas que tenia de llorar. Estaba cansado, ¿cansado de golpear el volante? O ¿cansado de esta vida?
El celular ya había dejado de sonar y agradecí que ese maldito celular no se una molestia ahora. No sabía quién me estaba llamando, pero si contestaba iba mandar al diablo a cualquiera. Conduje de vuelta hacia la Universidad eran las 2:00 Pm, he perdido todo el bendito día, dando vueltas por la ciudad. Cuando regrese parquee mi auto y baje rápidamente y me eche a correr y Jessie estaba caminando con Ash, venían conversando y sonriendo. Cuando me acerque hacia ella, ella se quedó perpleja, la sonrisa de su rostro se marchó, y sus ojos no me decían nada.
—Hola—susurre con la voz ronca.
—Hola—dijo Ash pero ella no hablaba, su mirada seguía clavada en la mía, pero sin transmitir nada.
—Hola—dijo Jessie.
—Yo me voy Jessie, nos vemos luego—dijo Ash.
—Está bien Ash. —respondió, Jessie le dio un beso en la mejilla de Ash y ella se marchó, como que si supiera que necesitaba estar a solas con Jessie.
— ¿Vas a entrenar? —pregunte.
—No—contesto secamente.
— ¿Por qué? —pregunte en un susurro.
—Tengo un evento social—contesto y rodo los ojos, a lo que yo sonreí.
— ¿No te gustan los eventos sociales? —pregunte.
—NO—respondió.
— ¿Te llevo a casa? —pregunte esperanzado.
—Está bien, pero seguramente están preparando todo porque el evento será ahí. —dijo y frunció sus labios.
—Vamos, entonces—dije y sonreí.

Cuando llegue a casa de Jessie, era cierto mujeres con uniforme entraban y salían de la casa de ella. Ella miro por la ventana su casa y suspiro, luego de un segundo volvió la mirada hacia mí y sonrió pero le salió mal, porque lo único que logro fue una mueca. Yo solo sonreí tranquilizadoramente.
— ¿Qué celebran? —pregunte.
—Negocios. Ya sabes, un buen empresario, una fiesta, socios—murmuro.
—Entiendo—dije.
—Debo entrar—susurro—.Nos vemos mañana.
—Si no quieres estar en un evento así, no tienes por qué hacerlo—dije rápidamente.
— ¿De qué hablas? —pregunto confundida.
—Podemos estar en un mejor lugar, donde tú estés a gusto—respondí y sonreí.
— ¿No entiendo? —pregunto y frunció el ceño.
—No vayas a la fiesta de tus padres, ven conmigo—conteste.
—D-Dylan…
—Si no quieres no hay problema—interrumpí.
—Nos vemos en el café de siempre, a las 5:30 pm—dijo y sonrió ampliamente.
—Está bien—dije y plante un cálido beso en sus labios.


Deje a Jessie en su casa, después de eso yo fui a la mía, un hogar esto no era un hogar, era un refugio a todos mis problemas, calma a mi angustia, mi pequeño lugar donde me podía refugiar del fantasma, de la sombras. Fui darme una ducha fría era lo que necesitaba para calmar mi ansiedad. El dolor que sentía en mi alma era insoportable. Eran la 3:00pm y me tire en mi cama, no sabía que lo necesitaba, hasta que sentí que mis ojos se cerraban lentamente. Deje que mis ojos se cerraran y me quede dormido. Cuando desperté eran las 5:20pm. Me pare rápidamente de la cama, me puse mis zapatos, tome una chaqueta de cuero, tome mis llaves y mi celular y Salí de casa era tarde se suponía que Jessie me vería en el café en 10 minutos y yo aún sigo aquí soñoliento.

Algo raro tiene JCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora