Salí de la habitación de Jessie en cuanto entendí que lo que tenían que hablar era en privado, si privado no puedo saberlo yo son cosas de familia, temas delicados tal vez que tienen que ver con la salud de Jessie.
Verla así me recordó a la escena en el parqueadero, justo cuando empezaba a creer que debería de dejar eso en el pasado ella pidió que le contara pero no podía, y no porque fuera una petición del doctor sino que si abría la boca para contar cada una de las cosas que hizo. Me desmoronaría en ese preciso momento y no solo eso sino que le pediría una explicación. Sabia también que Jessie no me la iba a decir no por ahora ni se cuándo, no sé cuándo recuerde lo que hizo, no sé cuándo ella decida abrir su corazón para mí, para liberar eso que tiene atrapado. Aquello que solo puede soltarlo con lágrimas, eso que la perturba y hace que pierda la conciencia, que no me reconozca. Justo es eso que no me reconoció y era lo que más me dolía, que pensara que yo podría lastimarla, recordar su mirada temerosa, llena de paranoia, sus gritos, sus manos temblorosas. Todo eso me hacía sentir tan miserable ¿Por qué me siento culpable?
Ver al doctor Landau y saber que él es quien atiende a Jessie me tiene intranquilo pero también sé que el mantiene su ética y la va a ayudar. Porque eso es lo que hace un psicólogo, mantener a sus pacientes serenos, entonces señor Landau no hizo muy bien su trabajo porque estuvo a punto de perder a una de sus pacientes. No le recrimino nada porque no se la situación verdadera de Jessie. Solo sé que lo que él pudo disfrazar quizá porque estaba yo, que tuvo una crisis.
No le pediría a el a pesar de que él sabe cómo esta Jessie, las explicaciones porque también sé que es tan profesional que se negara y no es a él con quien quiero hablar, no es por Jessie que quiero mantener una comunicación, no quiero que sea Jessie nuestro puente de unión, porque sería un pretexto para ambos acércanos.
Estaba sentado en la sala de espera; Karen, Ash y Tyler se habían marchado hace poco. Tenía la cabeza hacia abajo me sentía tan cansado, me dolía el cuerpo como nunca. Brad no estaba en cuanto vio a sus padres salir de la habitación de Jessie, salió el disparado hacia la habitación de Jessie, quizá necesitaba verla con urgencia y lo entiendo yo quiero verla, abrazarla de nuevo, besar sus labios, sentir su aroma, su cabello castaño tocarlo. Eran ya aproximadamente las 16H30 PM y ya estaban prohibidas las visitas.
Aun Brad seguía en la habitación de Jessie quizá porque sea el hermano o quizá porque sus padres tienen tanto dinero que si no hacen lo que piden puede pasar algo. No lo sé y no importa eso verdaderamente, es su hermano y si no ha salido es porque Jessie lo quiere a el ahí.
— Deberías de marcharte tu también—dijo alguien, alce la mirada y era él.
—No lo hare—respondí y le enarque una ceja.
—Testarudo como siempre—dijo y una risita broto de sus labios—, te ves cansado lo digo por tu bien.
—Usted no sabe lo que es para mi bien.
—Jessie te hace bien—respondió y me clavo la mirada—, dormir te hará bien, comer, bañarte.
— ¿Usted quiere que me vaya y la deje sola? —pregunte y le fruncí el ceño.
—No quiero que la dejes sola, al contrario permanece con ella.
—Doctor Landau, vaya creo que usted es una persona excelente y sus palabras han tocado mi corazón—fingí admiración.
—Jovencito algún día lo entenderás—me pare de la silla y me enfrente a él.
—Deja de hablar como si no me conocieras—escupí.
—Tú no me pediste eso—respondió y alzo las cejas con asombro.
—Eres un imbécil, pensar que Jessie te estima tanto—dije y una risa llena de sarcasmo broto de mi garganta.
—Yo hago mi trabajo y la estimación de Jessie es algo que me he ganado con el tiempo.
—Veinte años conociéndote y aun no te estimo, ni te admiro, ni te considero nada—masculle y le clave la mirada, estábamos tan cerca uno del otro enfrentándonos.
—Debo marcharme, buenas tardes. Escuche consejos Dylan—dijo omitiendo mis palabras, dio media vuelta y se marchó.
Me quede parado como un idiota, fui tratado con indiferencia cuando siempre él fue quien me buscaba y decía cosas suaves ahora no lo hizo ni siquiera se inmuto cuando me enfrente a él ¿Qué diablos le está pasando? ¿Qué me está pasando a mí? Desde, ¿cuándo me importa lo que él me diga? Y como me trate.
— ¿Todo en orden Dylan? —pregunto Brad quien estaba parado frente a mí.
—Si—lo dude por un segundo—, si Brad todo en orden.
—Mi abuela se quedara con Jessie, me iré a casa tu deberías de hacer lo mismo.
—Si eso creo ¿crees que pueda despedirme?
—Lo siento Dylan, está dormida.
— ¿La sedaron de nuevo? —pregunte dudoso.
—No Dylan, solo está cansada.
— ¡CHICOOS! —chillo alguien a mis espaldas, voltee la cabeza y era la abuela de Jessie, se puso al lado de Brad y sonrió.
—Abuela—le dijo Brad, mientras la miro por un momento.
—Hola Dylan, muchacho has pasado todo el día aquí debes de estar muy cansado—dijo de una manera tan suave.
—Así es señora—dije con orgullo.
—Yo me quedare hasta noche—aviso—, ya sabes por si acaso Jessie necesite algo nunca está de más. Por cierto también quiero verla, no la he visto a mi nieta.
—Ella ahora está dormida—dijo Brad—, abuela yo me despido necesito ir a casa a darme una ducha y dormir.
—Está bien ve, ve—le dijo su abuela, Brad le dio un beso en la mejilla a mí un apretón de mano y se fue.
—Puede hacerme un favor—pedí me miro dudoso y luego sonrió.
—Claro que si muchacho—respondió alegremente.
—Puede decirle a Jessie que la amo demasiado y que no lo dude ni por un segundo—dije y sonreí.
—La amas—aseguro y sonrió—, eso es tan hermoso.
Asentí levemente sonriendo y mirando a la abuela de Jessie quien me sonreía traviesamente, le compre un café después de eso me despedí de ella, salí del hospital me estaba dirigiendo hacia el parqueadero, visualice mi auto cuando estaba introduciendo la llave de mi coche en la cerradura una voz inundo el tormentoso silencio, por lo que tuve que sacar la llave.
—Es mejor que vayas a casa y descanses un poco—dijo mientras volteaba a encararlo.
— ¿Desde cuándo tú me dices lo que tengo que hacer? —pregunte con ironía.
—Desde ahora—dijo tranquilamente, mientras caminaba con ambos manos puesta en los bolsillos.
—No me hagas reír—escupí—, ¿con que derecho vienes a decirme lo que tengo que hacer?
—Soy tu padre, tengo ese derecho de siempre velar por ti—decía mientras se puso frente mío.
— ¿Padre? —dije sarcástico mientras una risa sin humor brotaba de mis labios.
—Los hijos siempre creen que los padres quieren lo peor para ellos—dijo el parlamento de todo padre.
—Oye sabes que tengo que hacer cosas muy importantes.
—Mañana no vengas a ver a Jessie, ve a la universidad.
— ¿Qué diablos te pasa a ti? —pregunte con coraje y fruncí el ceño.
—Relájate muchacho—dijo alzando lo brazos como en señal que estaba calmado, y una risita se formaba en sus labios.
— ¿Es en serio? —Masculle—, necesito irme ya.
—Tengo tiempo Dylan, porque no me acompañas a esa cafetería que solíamos ir.
—Te lo dije antes pero lo repetiré si no te quedo claro tengo cosas importantes por hacer—escupí fatigado.
— ¡OH! Vaya si a mí también me parece perfecto—dijo y sonrió—, te veo en la cafetería en una hora.
—Pero ¿qué mierda ocurre contigo? —dije mientras él se daba la vuelta y caminaba.
—En una hora Dylan—grito mientras hacía caso omiso a lo que decía.
No sé cuánto tiempo perdí hablando con el pero saque mi celular del bolsillo vi la hora y eran las 5:15 PM, me subí a mi auto rápidamente, conduje lo más rápido que pude. Llegue a casa en 20 minutos tome una ducha y me puse ropa limpia. Aspirar el olor de la ropa limpia sí que era agradable, ¿en serio iba a ir? El solo hacia omitía lo que decía pero yo si tenía que hace lo que el dijera porque a él le daba la gana. Ni siquiera me di una explicación y ahora viene y ofrece citas, charlas en una cafetería como que si fuera algo habitual entre nosotros. Como si fuéramos ese tipo de padres e hijos que mantienen una buena amistad y se reúnen para platicar, como que si fuéramos esos viejos amigos que suelen reunirse en lugares con ambientes agradables. No lo somos y eso estaba claro, detestaba ver su rostro, escuchar su voz, tener que lidiar con su risita burlona y peor aún con el peso de los recuerdos. Todo se apagó no teníamos eso que se llama amistad, no la había ni siquiera lo consideraba un padre peor aún un amigo.
Estaba sentado en el borde de la cama, con la llave de mi coche en mi mano, pensando en lo que haría. Podría hacer yo también como que si no lo escuche y no ir. Podría simplemente no ir porque no quise, él no puede obligarme a ir. Pero algo dentro de mí me movía a que fuera, sea lo que sea mi subconsciente me gritaba que fuera. Tome una inhalación profunda, me puse de pie decidido, ya eran las 6:00 PM, la cafetería no quedaba tan cerca iba llegar tarde, salí de mi departamento e iba hacia él. Vamos a ver qué es lo que quieres, que es lo que tienes que decir ahora. Con que estupidez vendrás ahora. Mientras conducía pensaba en él y a la vez en Jessie, pequeña castaña recupérate pronto si te tuviera tan solo aquí para poder abrazarte, para que me dijeras que es lo que tengo que hacer, para que pongas un equilibrio en todo esto.
Habían transcurrido unos 30 minutos más mientras llegaba a la cafetería, sabía que iba tarde pero no me importaba. Cuando estaba caminando por el área no lo encontraba y estaba empezando a creer que fue un idiota al creer que solo fue una de sus bromas. Si el jugo una broma así ¡diablos!, como no lo pensé antes, caí en su estúpido juego.
—Pensé que no vendrías—dijo un hombre del lado derecho de mi brazo, gire mi cuello y lo vi sentado.
—Estoy aquí, es lo que cuenta—dije de vuelta.
Me senté e una de las sillas frente a él, mientras el solo traía su risa.
— ¿Para qué me hiciste venir aquí? —pregunte y enarque las ceja.
Cuando estaba esperando una respuesta de él, una de las meseras puso delante de mí un café mocha y galletas de mantequilla. La mesera se retiró alce la mirada y me lo encontré bebiendo su café americano relajado.
—Es tu café y galletas favoritas—dijo mientras ponía el vaso en la mesa y me miraba.
— ¿Por qué? —pregunte sin poder controlar mis palabras.
—Porque aun lo recuerdo.
—No lo quiero—respondí como un niño consentido.
—Yo sé que te mueres por probar ese café mocha y esas galletas que tanto disfrutabas cuando eras un pequeño—dije y pude sentir que disfrutaba de verme así.
—Tú lo dijiste cuando era un pequeño idiota que se conformaba con que su padre lo trajera y…
—Con que te trajera aquí—interrumpió y le clave la mirada—, aunque pasen los años recordarás esta cafetería, recordarás el olor al café mocha y las galletas de vainilla, recordaras cuando comías y disfrutabas de aquello.
—Si me traías aquí, pero ya no soy el pequeño de antes. Ya no me puedes manipular con esto y creer que todo estará bien.
—Vamos Dylan toma es tuyo—dijo y señalo aquello con lo cual se convirtió en mi platillo favorito.
Mire el café mocha y las galletas que me tentaban a que las tomara y saboreara, una parte de mi quería, pero la otra parte que se había convertido en un resentido, caprichoso, grosero no lo quería.
—Podríamos pasar todo el resto de la noche aquí porque no lo tomare.
—No te preocupes, tengo tiempo.
—La cafetería cerrara—sisee.
—No me importaría pedir que cerraran y que tú y yo seamos lo que estemos dentro de este lugar.
—Eso suena estúpido y atrevido de tu parte—dije y fruncí los labios.
—Un poco de dinero no le hace mal al dueño. A parte de que es mi amigo—resolvió. Me asombraba la capacidad que tenía para hablar y contradecirme.
Tome el vaso entre mis manos y bebí un poco, el sabor era exquisito aunque no lo quería reconocer ante él, siempre el café mocha y las galletas mantequilla serán mis favoritas. El sabor del mocha explotaba en mi gusto, deje el vaso en la mesa y el miraba cada uno de mis movimientos, tome una galleta de mantequilla y me la comí. Estaba tan deliciosa que podría acabarme todas en este preciso momento y pedir más, pero no podía hacer eso delante de él, no podría decir “si acertaste, viejo”.
Me limpie las manos y lo mire mientras el solo sonreía y asentía.
— ¿Cómo estuvo? —pregunto y unió sus cejas.
—Normal.
— ¿Normal? —, ¿le faltó algo? o ¿cambio durante este tiempo?
—Está bien, como siempre. Prueba una y responde a tus dudas—conteste y el sonrió.
—Puedes dejar de sonreír, como que si todo lo que dijera causara risa.
—Tu Dylan, aun no cambias. Tienes espuma en…—señalo la parte donde se forma el bigote y rio.
—Maldición—bufé, tome una servilleta y me limpie rápidamente.
—Ya se acabó—chille porque él se seguía riendo.
—Está bien, está bien. Pero no puedes negar que en serio eres gracioso con un bigote de espuma.
— ¡BASTA! —exclame.
Él se recompuso y me miro esta vez serio y eso era malo. Ahora prefiero al padre burlón y que me contradice y no se calla en un solo momento al que tengo frente a mí.
— ¿Cómo es tu relación con Jessie? —pregunto de golpe y me sorprendí.
—Normal.
—Dylan, sé que eres un buen muchacho—dijo y lo mire atónito—. Jessie es una excelente chica, buenas notas, respetuosa, amable, humilde.
—Vaya parece que alguien conoce muy bien a mi enamorada—respondí y sonreí.
—La conozco lo suficiente como para describirla así, si me estoy equivocando que alguien me dé una bofetada por alagarla demás.
—Ella es así—asegure y le regale una sonrisa amable.
—Quiero que entiendas que por el hecho de que sea el psicólogo de Jessie mi intención no es separarla de ti.
— ¿Entonces? —pregunte y alce la ceja.
—Mi intención en su relación no es ninguna. Simplemente como consejero de Jessie mi deber es mantenerla a salvo y aclararle lo que está sucediendo.
— ¿Le vas a decir que soy tu hijo? —pregunte confundido.
—No, porque eso sería mezclar el trabajo con lo personal. Además eso es algo que debemos decidir entre tú y yo.
—Entiendo, no me responderás ninguna pregunta respecto a la condición de Jessie ¿cierto?
—No Dylan, cuando hable sobre la salud de Jessie será en el hospital y solo con su familia—aclaro y sabía que esa sería su respuesta.
— ¿La quieres?
—La estimo Dylan—contesto y sonrió.
— ¿Cómo a una hija? ¿Sientes que con ella puedes hacer lo que no hiciste conmigo? —pregunte y no le estaba reprochando nada.
—Siento que es una paciente a la cual considero demasiado. Y no siento que deba hacer con ella lo que no hice contigo.
—Es tu paciente favorita ¿entonces? —sonreí al pensar que todo el mundo adoraría a Jessie por la misma razón, porque es rara y eso les encanta.
—Lo es, lo es. Pero ella no lo sabe—respondió y sonreímos.
—Oye, lo siento por todo—dije y baje la mirada.
—No lo sientas, hijo—dijo y alce la mirada—. Aunque no esté contigo siempre pienso en ti, siempre me preguntaba ¿el verdaderamente estará bien? ¿El algún día me perdonara? ¿Le alcanzara lo que hago por él? —hizo una pequeña pausa mientras solo me miraba y yo escuchaba—. Nunca pude responderme a todo eso, de hecho ahora viéndote aquí no puedo. Porque necesito que tú me lo digas, no seré feliz hasta el día que tu decidas perdonarme, hasta el día que tú me digas que estas feliz.
—Pues entonces se feliz—conteste mientras mi corazón sentía que se encogía.
—Tú me estas…
—Te perdono papá—termine su oración, mientras mi corazón se liberaba.
Él se paró de su asiento se puso a un lado de la mesa yo repetí su acción, de modo que quedamos mirándonos frente a frente, una lagrima se escapó de sus ojos y una sonrisa de victoria estaba dibujada en sus labios. Me termino por abrazar sin tener escape de él, no quería nunca jamás volver a estar lejos de él, no quería nunca jamás ser grosero con él. De hecho no quería que él se alejara de nuevo de mí, no quería pensar en eso. No quiero decir que vamos a recuperar los momentos perdidos porque ya yo soy un hombre y no hare lo que debimos haber hecho cuando yo era un niño, pero sin duda lo que quería era fortalecer nuestra amistad, que estemos juntos el mayor tiempo posible.
Termino de abrazarme y estaba llorando, la gente nos miraba pero no me importaba. No saben lo feliz que se siente mi alma ahora que estoy sin rencor alguno, lo feliz que esta mi corazón, sabiendo que lo perdone. Lo feliz que ha de estar mamá y mi abuela desde donde sea que este.
—Eres un buen hijo—dijo entre lágrimas.
—Tú tienes que demostrar que esto valió la pena y serás un buen padre—respondí y nos echamos a carcajadas.
Decidimos que era hora de irnos, eran las 8:00pm el tiempo se nos pasó volando entre charlas, risas sin sentido, enojos repentinos, preguntas; perdimos la noción del tiempo.
Cuando llegamos a caja el quería pagar todo pero yo no quería y el tampoco quería que yo pagara.
—Por Dios déjame pagar esto—dijo cansado y rodo los ojos.
—No lo hare, déjame hacerlo a mí—refunfuñe de vuelta.
—No lo harás, señorita ¿Cuánto es? —pregunto, la señorita le dio el valor y el saco de su bolsillo su billetera y cuando estaba por tenderle el billete se lo arrebate de las manos.
—Dylan, deja de comportarte como un chiquito y devuélveme el billete—dijo y frunció el ceño.
La señorita cajera, sonreía desde el mostrador.
—Esto va por cuenta de la casa—dijo una voz ronca a nuestras espaldas, por lo que volteamos y vimos al viejo Charlie frente nosotros.
—Charlie hombre a los tiempos—saludo mi padre y estrecho su mano.
—Este debe ser el pequeño Dylan ¿cierto? —pregunto, me miro y una sonrisa pesada estaba en sus labios.
—Así es, él es Dylan.
—Buenas noches, señor Charlie—salude.
—Dylan y Landau esto va por cuenta de la casa, a ver si cuando vienen de vuelta se deciden quien paga por lo pronto déjenlo así—reímos y asentimos.
Nos despedimos de Charlie, mientras salíamos de la cafetería, le devolví su billete.
—Siempre caprichoso—dijo mientras caminábamos hacia mi coche.
—Y tú siempre contradiciéndome, ya soy un hombre—dije con la cara en alto.
—Si muy hombre, claro—parodio su voz.
—Oye, ya soy un hombre me ofendes.
—Hombre, debe de ir a casa fue un día muy largo—dijo y sonrió.
—Tú también, papá—dije mientras llegamos a mi coche.
—Ten buenas noches Dylan.
—Buenas noches papá—dije y sonreí.
Me dio un abrazo de despedida, él se marchó hacia su coche y yo me metí en el mío. Conduje hasta mi departamento, cuando llegue a él me di una ducha rápida, me puse mi pijama y me fundí en mi cama. Cuanto amaba esta cama, que bien me hacía dormir. Fue un día demasiado largo y lleno de muchas emociones, fue un día placentero, fue un día sentimental. Podría decir que fue uno de los mejores días. Fue el día que decide dejar el rencor de un lado y vivir bien, vivir con felicidad y sin remordimiento.

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Algo raro tiene JC
FanfictionSi nada nos salva de la muerte, al menos que al amor nos salve de la vida. ~Pablo Neruda.