Capítulo VII

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Aceptaron demasiado fácil mi propuesta de Anastasia como mi nueva asistente. Tan fácil que casi siento que esto es parte del asqueroso engranaje que quieren llevar a cabo.

Mañana será Navidad, pero no tengo ganas de pasarla acá en la mansión junto con Horacio y sus súbditos. Jonathan tuvo la genial idea de que fingiera un ataque de ansiedad. Obviamente él ya tenía todo coordinado y había sobornado al médico para que dijera que necesitaba relajo y aire libre en forma urgente. Para mi suerte, Horacio y Stephen se lo creyeron, así es que ahora vamos con Mark y Jonathan camino a la cabaña de mi familia, está cerca de un lago y es hermosa, no es muy grande, pero si muy acogedora.

Pocas veces Jonathan se sienta a mi lado en el auto y ahora lo hace con motivo de resguardar mi seguridad. Para que Mark no sospeche nada vamos cada uno apegado a su ventana mirando hacia afuera, pero por debajo de la mira de nuestro chofer llevamos nuestros dedos entrelazados.

Llegamos a la cabaña. Mark abre mi puerta mientras que Jonathan baja por la suya y revisa todo el escenario. Sin consultármelo, ya que lo habían conversado con anterioridad Mark se retiraría dejándonos solos, no sin antes ayudarle a Jonathan a sacar las maletas del auto, luego de eso se despide y para dejarnos solos. - Sra. Fitzgerald, me retiro. Mr. Pine tiene mi teléfono en caso de emergencia y me quedo tranquilo porque sé que queda en buenas manos. - se despide dándome la mano y sonriéndole a Jonathan. Mientras que el chofer se retira veo que mi Caballero Inglés lleva los bolsos a las habitaciones yo me dirijo a la cocina para revisar la alhacena. Por lo visto tendré que ir al pueblo.

- Jonathan, iré al pueblo por algo de víveres. Pero primero me cambiaré de ropa por algo más ligero. ¿Tu podrías ir por leña? -

Rápidamente se acerca y me toma de la cintura. - No creas que te podrás escapar de mí. Deja cambiar mi ropa y vamos ambos al pueblo. -

- ¡No, quiero hacerlo sola! De verdad se ir de comprar. - nos besamos.

- Princesa debo hacerlo, tu vida está en juego y no dejaré que nada te pase. - le sonrío y me doy vuelta para ir a mi cuarto, lo dejo con ganas de más. - Mr. Pine soy una niña grande que sabe cuidarse muy bien sobre todo en este pequeño pueblo. ¡Ahora ve a buscar leña, que pronto empieza a bajar la temperatura, por mientras me cambiaré! - le guiño el ojo y simplemente me volteo para cambiar de dirección.

Mi Caballero Inglés había dejado mis bolsos sobre la cama. Abro uno y saco algo ligero jeans, una polera, jersey y unas botas con aplicaciones de piel. Que alegría estar vestida como una simple mortal.

Mientras me desvisto creo escuchar la puerta, miro por el reflejo del espejo que estoy usando para arreglar mi ropa interior. Pine está observando desde el dintel de la puerta, silencioso y casi como agazapado. Creo que mi diablillo interior quiere hacer de las suyas esta noche y comienzo a moverme y lucir mi ropa en forma descarada, paso mis manos por sobre mis pechos y luego hago que recorran mi espalda hasta llegar a mis glúteos. Creo que me quedan pocos segundos de vida porque desde fuera escucho sutiles gemidos. Retrocedo y quedo en un punto ciego para él. Coloco mis pantalones y la polera, si miro el espejo aun puedo ver cómo me observa y toca su entrepierna.

- ¿Jonathan, encontraste la leñera? - grite para romper un poco el momento.

Obviamente no me respondió enseguida, despabiló y salió del pasillo. -¡Sí! Y ya la deje a un lado de la chimenea. - sonrío al saber que ese hombre se está volviendo loco al igual que yo.

Salgo por el pasillo colocándome la chaqueta con la cual saldría, Jonathan se levanta rápido desde donde estaba.

- Princesa por tu seguridad ¡no puedo dejar que vayas sola! - me toma de la cintura y apoya su frente sobre la mía.

Mr. Pine (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora