Capitulo 10/ Tormento mental

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—Pero, ¿aún no sabes quién te trajo de vuelta?— dije extrañada.

—No, es uno de los más grandes misterios de mi vida, y vaya que he tenido miles.— sonrió.

—Ay, Johan. ¿Cómo logras ser tan fuerte? De verdad es algo que no puedo entender a veces.

—Así me han entrenado, para bien y para mal.— se encogió de hombros.

—¿Quieres un té?— no necesitó decirme nada, con su sonrisa me lo dijo todo.

Me dirigí hacia la cocina para calentar el agua mientras Johan esperaba en la sala, como de costumbre. Mientras veía detenidamente como el vapor salía debajo de la tetera, no pude evitar pensar en el qué hubiera pasado si Johan nunca se hubiese ido. Era un pensamiento bastante frecuente y en ocasiones ni si quiera me dejaba dormir. Estaba siendo aplastada por dos ideas: si olvidar que nunca pasó nada y seguir con mi vida normal, superando a Johan; u olvidar que Johan estuvo cautivo y ausente durante 5 años y comenzar de nuevo.

Agarre una taza y serví el té. Ahora que lo pienso, estos días lo único que he hecho es servir té y hacer de comer, no había nada más aburrido y denigrante que alternar mis días entre esas dos cosas. Por un momento pensé en que debería de dejar a Mila con Alenka y despejar mi mente un tiempo. Cuando termine de servir el té, había tomado un veredicto final... después de la comida de los Jakov le dejaré a Mila en casa de Alenka unos días.

—Está caliente— advertí mientras le entregaba la taza a Johan y me volvía a sentar.

Hubo un silencio un poco vergonzoso así que se me ocurrió preguntarle a Johan si había ido al nuevo parque que habían abierto en Suwalki, era enorme y tranquilo con muchas actividades para entretenerte. Estuve a punto de emitir mi pregunta pero Johan hablo primero, dejándome algo confundida con su pregunta.

—¿Eres feliz?— me miro fijamente a los ojos. No pude evitar que se me humedecieran los ojos porque el triste recuerdo de mi vida anterior inundó mi mente, haciendo ver mi vida actual como una pintura monocromática.

—¿Por qué lo dices?— trate de desviar el tema.

—Es una respuesta bastante simple— Johan se encogió de hombros.

—A una respuesta bastante aleatoria, ¿no crees?

—Si, lo se. Pero generalmente me la responden rápido.

—¿O sea insinúas que porque no te la respondí a tiempo no soy feliz? Por favor...— desvíe mi mirada hacia el jardín. Johan tenía razón. Si tienes el más mínimo descontento sobre si eres feliz o no, te hará titubear al instante. Y eso es lo que había pasado.

—No lo sé— dije de pronto. Volví a mirar a Johan. —En este punto no sé si soy realmente feliz. Pero dudo a veces porque siempre que veo a Mila desbordo felicidad, y eso nadie me lo quita— Johan hizo una mueca tratando de sonreír.

—El primer momento en el que te vi de nuevo, supe que pasaba algo. El brillo en tus ojos no era el mismo que antes— me quede helada. Por un momento pensé: "¿y qué va a saber él por una simple metáfora?... que resulta ser verdad" . No se como se vea el brillo de mis ojos, si es que lo hay, pero si sé que no soy la misma de antes. Suspire hondamente y volví a él.

—Eso es cierto— dije a secas. Johan acomodó mi pelo detrás de mi oreja.

—Pero sé que sigue ahí dentro en alguna parte. Es cosa de pulirlo para que vuelva a brillar— sonrió y yo hice lo mismo.

—El problema es que ha estado apagado durante ya mucho tiempo.

—Eso no importa. Verás como resurge.

Edelweiss: el pasado al acechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora