Entré lentamente y podía escuchar mi corazón palpitar rápidamente. Con cada paso que daba la madera crujía. Voltee a mi alrededor y me encontré con un apartamento bastante viejo lleno de repisas con libros y papeles en todos los rincones. No me quedaba claro donde estaba la sala, el cuarto de estar o el comedor porque no tenía muebles, solo tenía un viejo escritorio y a su alrededor yacían pilas y montones de libros y documentos. Paré por un segundo a observar posibles salidas por si lo necesitaba.
—Johan Himmel— dijo aquel hombre sin especulaciones. Yo miré confundida en espera de la continuación de su oración, pero fu en vano. Soltó el nombre de Johan sin decir nada más.
—¿Qué pasa con Johan Himmel?— pregunté confundida.
—Ich habe dich beobachtet und du kannst mir bei etwas helfen— cada palabra que salía de su boca me confundía más. Fingí no hablar nada de Alemán ya que me quería enterar de absolutamente todo sin lagunas mentales.
—No hablo Alemán— respondí. El hombre me fulminó con la mirada.
—Ich weiß dass du Deutsch sprechen kannst— rodeé los ojos ya que, hiciera lo que hiciera, el hombre me hablaría en su idioma, como buen ario. Pero eso significaba que tendría que analizar palabra por palabra para poder entender del todo ya que mi Alemán, a pesar de que tuve una madre alemana, estaba algo empolvado.
—Warum hast du mir diese Nachticht geschickt?— pregunté por el origen de la extraña nota que me había dejado el hombre en el tranvía.
—Johan Himmel— volvió a decir el nombre de Johan.
—Was passiert mit ihm?
—Sie sehen, ich habe eine Mission zu erledigen aber ich kann es nicht richtig ohne ihre Hilfe tun— el hombre se dirigió a uno de sus archivos después de haber mencionado algo de de una misión que no podía hacer sin mi ayuda.
—Schauen— prosiguió enseñándome una de las carpetas que había agarrado. Yo la agarre indecisa y cuando la abrí había documentos e identificaciones de distintas personas. Volví mi mirada al hombre y éste volvió a hablar.
—Ich kann dir nicht sagen, worum es geht, aber du musst eine Sache für mich tun.
—No voy a hacer nada para ti. Considérame fuera— respondí y me di la vuelta pero el hombre agarró mi brazo fuertemente para que no me fuera.
—Sí lo harás, solamente tienes que asegurarte de que Dominik Lewandoski no se entrometa en mi camino— contestó por fin en un idioma que si entendía, el polaco.
—¿Perdona?
—Si no lo haces, las consecuencias recaerán sobre Mila— me amenazó con un acento intimidante y áspero.
—No te atrevas a tomarle ni un pelo— me acerqué a su rostro agresivamente respondiendo su amenaza. Él solamente río cínicamente. Refunfuñé y me dirigí a la puerta. El hombre no hizo nada para detenerme así que me alejé lo más rápido posible.
Salí de ahí algo asustada, nuevamente mi curiosidad me había tendido una trampa. Nunca debí haber entrado ahí. Tomé el tranvía hacia mi casa y durante todo el camino no pude dejar de darle vueltas a lo que había dicho el hombre. Supuse que quería fuera a Dominik porque él estaba metido en el caso de Johan. No podía ignorar su amenaza por proteger a Mila pero tampoco me iba a deshacer de Dominik así nada más, ni si quiera tenía idea de lo que quería que hiciera con él.
Llegué a mi casa algo mareada y alterada. Decidí ir a casa de Alenka a despejarme y asegurarme de que Mila estuviese a salvo. Deje mis cosas de pintura y emprendí mi camino. Cuando llegué a casa de Alenka toqué la puerta fuertemente y enseguida me abrió Jarek.
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Edelweiss: el pasado al acecho
Historical FictionSegunda parte de "En Busca de la Esperanza" Bianka trata de huir de su pasado, sin embargo no será tan fácil debido a que las cicatrices no han cerrado. Ha vivido momentos de los que se quiere olvidar por siempre y había logrado deshacerse de ellos...