Capítulo 15/ Secretos de parque

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La señora Jakov se acomodó su pashmina de ceda y dio media vuelta dejándonos ahí sin saber qué procedía. Me quedé ahí parada con la mirada perdida mientras Mila abrazaba mis piernas, la mirada del señor Jakov hizo contacto con la mía y sonrió arrepentido. Yo no tuve las fuerzas para corresponderle el gesto, simplemente me di media vuelta y entre a mi casa junto con Jarek y Alenka. Les ofrecí una taza de té verde con manzanilla para clamar los ánimos ya que había sucedido todo demasiado rápido y yo tenía mucho que procesar. Se sentaron aún callados en la sala con el cuerpo tenso sin saber ni cómo empezar a explicar. Para ese punto yo había decidido no pedir ninguna explicación, Mila ya estaba con nosotros y eso era lo que importaba. Les lleve su té a cada uno y pude notar como las lágrimas de Alenka salpicaban en su bebida.

—Querida, no te sientas culpable por esto— me arrodillé frente a ella tomándole la mano.

—No puedo— dijo cabizbaja. —Es evidente que fue mi culpa— prosiguió.

—No, no lo fue. Además Mila está aquí sana y salva, no puedo pedir más.

—No lo entiendes. ¿Qué hubiera pasado si la niña se hubiera perdido? O peor aún, que la hubieran secuestrado en el intento de regresar a ti.

—El hubiera no existe en este momento. Hay que enfocarnos en lo que sí pasó. Tuvimos suerte.

—Amor, no cargues con la culpa. Si esto es de culpas yo también soy igual de culpable— agregó Jarek.

—A ver...— me paré para ser más clara. —Esto fue un accidente, ninguno de ustedes tuvo la intención de que Mila saliera sola a la calle, ¿si? No tienen por qué sentirse de esta manera. Insisto, no es su culpa ni mucho menos. Yo seguiré confiando de la misma manera que antes, esto no cambia nada. Por favor tomen su té y tranquilícense.

Me senté en uno de los sillones de enfrente sin hablar. Solamente se escuchaba el paso del reloj y Mila jugando con Felix en el jardín. Entiendo su frustración sobre la situación pero también entiendo que esto le pudo haber pasado a cualquiera. Lo que me preocupaba en ese momento era el asunto de Johan. ¿Estaba dispuesta a arriesgar a toda mi familia por Johan? La pregunta de si realmente valía la pena abogar por ello no me dejaba tranquila. Cada quien tenía su tormento mental y era algo que no podíamos evitar y mucho menos en las circunstancias en las que habían pasado las cosas. Después de un rato Alenka y Jarek tuvieron que volver a casa.

—Lo siento de nuevo— dijo Alenka.

—así vuelves a disculparte o victimizarte por esto no volveré a invitarte un té— sonreí y ella hizo lo mismo. La envolví entre mis brazos y me despedí de Jarek.

Finalmente quedamos Mila y yo a solas. Cuando decidí ir a pasar un tiempo con ella, la encontré medio dormida en la banca de afuera, titiritando por la fría brisa de la noche. La cargué y la lleve a mi cuarto después de que le pusiera su pijama. Decidí que esa noche iba a dormir con ella ya que estuve al borde de su desaparición y con tal preocupación la arropé junto a mi, y así dormimos las dos juntas.

A la mañana siguiente me despertaron los pasos indiscretos de Mila. Miré el reloj y eran apenas las 7 de la mañana, nada usual para Mila, pero yo no era alguien mañanero pero tampoco tenía la habilidad de volverme a dormir así que me levanté obligadamente. Preparé el desayuno para las dos y cuando Mila fue por su libro para colorear yo leí el periódico. "Prófugo nazi camina entre nuestras calles", el título en primera plana del periódico local me alarmó. Leí la noticia entera y habían publicado la búsqueda de Johan. Yo no sabía que hacer, este asunto se había puesto mucho más grave de lo que creía y yo era culpable de alguna manera. Leyendo meticulosamente la noticia, me asusté con la aparición de Johan en el pasillo dirigiéndose hacia mi. Rápidamente cerré el periódico y lo aventé al revistero para que no leyera nada.

Edelweiss: el pasado al acechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora