Capitulo 13/ Una tarde diferente

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Al día siguiente me levanté lo más tarde que pude. Dejé que mis ojos se abrieran cuando ellos quisieran. Miré mi reloj y eran las 11 de la mañana y no tenía nada de preocupaciones mas que relajarme un rato. Salí en pijama dejando mi bata en el cuarto, para cuando me di cuenta, decidí no regresar por ella ya que yo era la única que estaba ahí, no había nadie, o al menos eso pensé. Cuando iba hacia la cocina me topé con Johan en el camino y corrí de regreso por mi bata ya que se me había olvidado su estancia.

—¿Todo bien?— dijo extrañado con una sonrisa en la cara.

—Eh, si— dije acomodándome el pelo detrás de la oreja. —Se me había olvidado que estabas aquí.

—Lo siento. Pronto no me verás aquí— dijo de pronto.

—¿Por qué?— me di cuenta de que lo que había dicho no estaba intencionado del todo. En cuanto Johan se dio cuenta de su error lo trató de arreglar.

—Eh, quiero decir que mi estancia por el día de hoy será breve ya que tengo que hacer unas cosas— sonrió nerviosamente. Hice como si nada y decidí no preguntarle más. Inconscientemente estaba tratando de evitar sacar la verdad a la luz.

—¿Quieres desayuno?— pregunté mientras me frotaba los ojos ya que aún no despertaban totalmente.

—Claro— sonrió.

Preparé unos huevos con un trozo de pan con mantequilla. Los serví en la mesa y nos sentamos. Había tensión en el ambiente, ya que ninguno habló mientras desayunábamos. De vez en cuando intercambiábamos miradas pero no se consumaban en palabras. Rara vez comentaba sobre el clima o algo sin importancia, como si ambos tratáramos de evitar algo mucho mayor. Definitivamente ya no era el Johan de antes. Él me hubiera sacado cualquier plática que se le ocurriera y yo fluiría con facilidad y sin parar. Terminamos nuestro desayuno y solo escuché los sorbidos incómodos de Johan a su jugo. Retiré los platos y los lavé.

—¿Y Mila?— preguntó de pronto.

—Está con Alenka— dije sentándome a tomar mi taza de café.

—¿Entonces estamos solos?

—Si— fruncí el celó confundida.

—Ya veo...

—¿Por qué?

—No, por nada— me miró fijamente. Cuando menos me lo espere trato de besarme pero lo esquivé.

—Para eso, ¿huh?— dije apenada. Johan solamente alzó los hombros.

—No lo sé, creí que querrías.

—Nunca estas en casa, desapareces bastante seguido sin ninguna explicación, cuando estamos juntos te cuesta hablarme y mágicamente quieres pasar directo a esto? No lo creo.

—Lo siento.- dijo a secas. —Me iré a arreglar ya que se me está haciendo tarde— yo asentí y me quede ahí sola, algo indignada.

Se me escurrieron algunas lágrimas sin querer. Pero no podía contener todo lo que estaba sintiendo en ese momento. Ya no había pláticas emocionales, aventuras por la ciudad, escapadas al bosque para pintar los bellos paisajes, idas al teatro ni elogios. Todo había pasado al nivel banal, superficial. Ninguno de los dos hablaba de lo que estaba sintiendo, incluso escondíamos secretos. Yo solamente estaba para alimentarlo y darle hospedaje y al parecer para satisfacerlo físicamente también.

—Llegó mi hora de partir— dijo de pronto y me seque las lágrimas que aún seguían brotando para que no las notara.

—Está bien— sonreí. Ingenuamente espere un abrazo o quizá un beso en la mejilla antes de irse, pero no recibí nada más que un "adiós". Tenía que empezar a dejar de vivir en una fantasía.

Edelweiss: el pasado al acechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora