10. Last Christmas

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Last christmas, I gave you my heart, but the very next day, you gave it away.

Diciembre 2018.

Después de llegar a su apartamento, Jungwoo soltó todo lo que había dentro suyo y lloró en su cama unas buenas horas. Siempre se preguntó por qué había chicas que lloraban por los hombres, no le parecía tuviera sentido. Él estaba enamorado de Yukhei desde siempre y nunca había llorado por él, sin importar cuantas novias o novios tuviera.

Pero ahora las entendía. Jungwoo había entregado su cuerpo y su corazón a Yukhei, creyendo que los cuidaría como correspondía y pasó todo lo contrario. Lo defraudó y en cuanto tuvo la más mínima oportunidad, rompió su corazón y se fue con la chica. Pensándolo razonablemente, tenía sentido. ¿Quién preferiría su cuerpo, tan plano y desabrido, en comparación con el lleno y curvilíneo de una chica con un rostro tan lindo como Yuqi?

Estaba devastado.

Le habría perdonado todo. No decirle que lo amaba, dejarla decirle esos apodos cariñosos, no decirle a los chicos lo que tenían, todo. Le habría perdonado todo eso, pero jamás le perdonaría no haber tomado en cuenta uno de sus pensamientos más fuertes. Él ansiaba sentirse amado cuando entregaba su cuerpo y pensaba que el lugar en el que hacías el amor con esa persona especial, era un lugar sagrado, y no cualquiera podía profanarlo.

Todo eso Yukhei se lo pasó por donde quiso. Jamás le había dicho que lo amaba y además tenía el descaro de acostarse con Yuqi en la misma cama en la que Jungwoo tan amorosamente había entregado su cuerpo una semana entera.

Ahora entendía la frase "todos los hombres son iguales". Antes no lo hacía, pero todo cobraba sentido. Todos los hombres activos eran iguales. Les gustaba tener a todos a sus pies, independientemente de su género, sin importarles cuantos corazones rompían en el intento. Sólo les importaba sentirse deseados. Un día se acostaba con un dulce chico y al otro con una amable chica sin importarles nada, eran unos cerdos.

Odiaba a los activos.

Dos días después de su huida, el timbre de su apartamento sonó. Abrió sin siquiera mirar quien era, porque él juraba que era el portero con el correo o algo así.

Su corazón se estrujó cuando sus ojos hicieron contacto con la pequeña figura de Taeil.

—¿Qué tal, Snoopy? ¿Puedo pasar?

Asintió con la cabeza y lo dejó pasar, traía una maleta que reconoció como la suya y algunas cosas en una bolsa de papel.

—Así que... Aquí te traje tus cosas. Lo traje todo: tu billetera, tu ropa, cepillo de dientes. Mientras recogíamos todo, cuanta cosa veía que era tuya, la ponía en tu maleta. Aquí está—Y le extendió su maleta de color azul marino.

—Gracias, hyung—susurró y la dejó a un lado del sofá. Se notaba que Taeil tenía algunas cosas que decirle.

—Entonces... ¿Has comido algo?—le preguntó.

—Esto y aquello—susurró, abrazando su cuerpo, sintiéndose más pequeño, a pesar de ser mucho más alto que su mayor. Sentía que lo debía de juzgar por su estado.

Sabía que Taeil había tenido su buena porción de decepciones amorosas, pero las había superado como un campeón y seguido adelante. Seguro que lo juzgaba por ser tan débil.

—Ve y toma una ducha. Ponte algo con lo que te veas menos un zombie y yo te haré algo de comer, ¿está bien?

Su garganta se apretó y sus ojos se llenaron de lágrimas cuando negó con la cabeza.

Last Christmas (Luwoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora