XXIII: Lilacs

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Lo peor que le había pasado fue tener que explicarle a sus niños el por qué TaeIl no estaba allí.

"— Salió por un momento, les prometo que ya volverá."

Les había dicho, sin saber si era verdad o una cruel mentira que los lastimaría más.

Pero ya había pasado un día y Yuta seguía en el mismo lugar, sentado frente a la puerta como un cachorro en espera de su amo.

Su cabeza no paraba de palpitar con dolor, su pecho se sentía aplastado y su estómago vacío.

No había comido, solo había bebido el té que DoYoung le había preparado mientras lo acompañaba en su espera.

Habían tomado turnos, sus amigos no lo habían dejado solo y los amaba por ello.

Y los cachorros, ellos también lo ayudaron tanto.

Miro a su costado como Hyuck y JeNo dormían en el sofá más largo, con Nana en medio de ellos abrazándose al hijo de JaeHyun. Y al costado de ellos YangYang se escondía en el pecho de Hendery, roncando suavemente mientras JungWoo le daba unas caricias en su espalda para que durmiera tranquilo.

Nakamoto se estiró un poco, estar solo en el sofá lo mataba, quería unos fuertes brazos que lo sostuvieran. Quería a su alfa.

Por favor, regresa a casa, Moon.— Sollozo antes de caer dormido.

Mientras dormía, pensó en su alfa, soñó con el y con la vida que podrían haber tenido, pero que perdió por el miedo.

Yuta estaba tan cansado de llorar durante todo el día que su sueño era profundo, por eso no se dio cuenta cuando la puerta de la casa fue abierta.

A TaeIl se le estrujó el corazón al ver a su Omega de esa forma. El no quería herirlo o preocuparlo, el solo necesitaba buscar algo un poco lejos.

Moon se acercó al sofá dónde el menor descansaba, dejo las cosas que cargaba a mitad de camino y se puso de rodillas frente a él. Lo destruyó ver los rastros de lágrimas en sus rosadas mejillas y como aún entre sueños, sus labios se abultaban en un tierno puchero.

Alzó una de sus manos y la uso para acariciar suavemente la cálida mejilla del japonés, con mucho amor deslizó sus dedos por su tersa piel, suspirando.

Sentía que si pasaba otro segundo lejos del Omega podía llegar a morir. Sentía que si el aire que respiraba no tenía ese suave aroma a lilas no quería respirarlo.

¿Papi?.— Moon dejo que sus ojos viajarán hacia el sofá más grande, donde su pequeño lo miraba mientras rascaba sus mejillitas con pereza.

YangYang no tardó mucho en bajarse del sofá y correr hacia el haciendo un suave ruido con sus piecitos descalzos.

Papi, volviste.— Exclamó feliz y en voz baja, ya que no quería despertar ni a sus amiguitos ni a Yuta.

El pequeño de rulitos no tardó mucho el enterrarse en los brazos de su papá y abrazarlo con fuerza ¡Solo fueron unas horas pero lo había extrañado mucho muchito!

Hey, pulguita.— TaeIl sonrió el ver al menor refregarse en el tratando de pegarse su aroma. Lo envolvió en sus brazos y lo pego a su pecho mientras besaba sus rizos.— Lamento irme sin avisar.— Se disculpó pasando sus besos a la mejilla de su hijo.

Está bien, sabía que volverías.

TaeIl sonrió, su hijo confiaba que el no iba a dejarlo solo.

Nunca te dejaría, bebé ¿Entendido?

— ¡Entendido!.— Afirmó un poco más fuerte que el tono de la conversación que estaban teniendo, haciendo que el Omega frente a ellos se quejara, pero no despertara.— Yuyu estaba muy triste por que fuiste, papá.— Murmuró con un puchero.— Lloro mucho.

Between Packs and Paws [NCT]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora