CAM, ROXY Y LAS PONIS

353 51 6
                                    

CAPITULO 21

"ICEBERG" JONES

–Bla, bla, bla, bla...

–Entiendo, debe ser complicado.

Asintió la mujer de aire latino sin dejar de mover el pulidor sobre los dientes.

–Bla, bla, bla, bla.

Resopló Charlotte por la nariz.

–¡Bla, bla, bla!

–Sí, suena como todo un dolor de cabeza ese rubio tuyo.

–¿Bla?

Ella arqueó una ceja, dejando claro su dilema.

–No la culpo, pero también tiene que intentar entender. Los hombres son extraños; una palabra en falso y ¡BOOM! Relación arruinada. No entiendo por qué dicen que nosotras somos las sensibles. La falta de guerras los ha ablandado, y demasiado.

La dentista dejó en paz la boca de la pelirroja y se apartó.
–Escupe.

Charlotte lo hizo y se limpió con una servilleta, muriéndose de ansiedad por ver cómo había quedado su diente. La acosaba la pesadilla de un diente de oro justo en medio.

–A ver, una sonrisa. ¡Quedó perfecto, dulces perlas!

Exclamó la mujer mientras bajaba un espejo frente a la silla para que la jefa pudiera ver el resultado.

–¡Se ve estupendo, gracias, doctora Flanders!

–Ahora solo queda mantenerte alejada de príncipes...

–Rey, es un Rey.

Charlotte se levantó de la silla del consultorio y se alisó el frente de su gabardina con las palmas.

–Bien, mantente alejada de reyes azules y rescates pretenciosos.

Dijo la doctora Flanders, ofreciéndole un frasco con caramelos. Tomó uno, aunque prefería no comer azúcar dado su historial con el sobrepeso.

–¿Una paleta?

–Si no lo fomento, no me llueven los clientes. Nos veremos en tu próxima limpieza.

–Hasta pronto, salúdame a Homero.

–Ese chiste se paga solo.

Charlotte se dirigió hacia la puerta y luego a la sala de espera. Allí, sentada, aguardaba la joven "nueva Julliane" con el celular casi pegado a la nariz.

–¿Y cómo me veo?

–El diente bien, la mueca alegre bastante bizarra.

Dijo cuando levantó la mirada hacia su jefa.

–Aquí está su bolso.

–Te me estás volviendo rebelde, Becket.

Le guiñó un ojo con cierta diversión la falsa pelirroja mientras tomaba el elegante bolso de mano, a juego con su gabardina.

–En realidad, me gusta el "Nueva Julliane".

–Muy rebelde. ¿Tengo llamadas?

–No, ninguna.

–Oh.

Al escuchar eso, se sintió decepcionada. Seguía sin tener noticias de Raymond, y aunque sabía que le habían dado el alta y que se había ido con sus padres, el impulso de ir a verle le cosquilleaba en la nuca.

–¿El señor Novell iba a llamar? Puedo llamarlo si quiere.

–No, no... Le daré una sorpresa.

Agregó con una mueca alegre forzada. Tenía que intentar salvar su relación con ese seco alemán; se lo debía a la mujer en la que se había convertido.

Contra él©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora