¡LARGA VIDA AL REY DE LOS COLCHONES!

337 54 2
                                    

CAPITULO 24

"REY" REED


—Olvidas tu corona, mi cielo.

Dijo la mujer de arrugados dedos que se encontraba dentro de los confines de esa vieja oficina que todavía olía a los 80 y a muchos cigarrillos, la misma donde el padre de Raymond había comenzado el negocio familiar.

—Me veo estúpido.

El Rey iba vestido con un leotardo negro, una capa roja y, obviamente, tanto corona como cetro.

—Te ves hermoso, ya quisiera el príncipe William verse como tú en uno de estos.

Lorraine Reed le limpió la recién afeitada mejilla a su hijo como si se tratara de un niño de cinco años llegando del preescolar.

—No hagas eso, estoy grande para tus babas, madre.

Raymond entreabrió las persianas que separaban la oficina del área principal y vio a sus dos hermanos charlando a pocos metros de ahí. Menos ganas tenía de salir a exponerse delante suyo como mono cilindrero.

—¿Por qué no hacen esto, Reggie o River? Tienes otros dos hijos solteros con quienes jugar a las muñecas. No meto a Susan porque acaba de expulsar 4 kg de Reed por... ¡tú sabes por dónde!

—Una niña demasiado obesa, le dije que no debía comer tanta mantequilla en el embarazo —Raymond no tuvo corazón para negar lo que su madre decía; la pequeña hija de su hermana tenía más cachetes que cara—. Tenía tantas ganas de que tuviera un varón y continuara con el "Ro".

—No me cambies el tema, madre. Aparte, ni mi hermana ni nosotros tenemos la obligación legal de darle al primer varón que nazca un nombre con las letras Ro solo para continuar Ra, Re, Ri...

—Serás el Rey de los colchones del imperio de los Reed y punto. No seas necio, y claro que le darán un nombre con esas letras. No querrán romper el corazón de su vieja y frágil madre.

Dijo la mujer casi temblando en su mejor actuación de "soy vieja y harás lo que digo". El Rey solo salió de ahí; entre más rápido lo vieran así, más rápido dejarían de burlarse.

—¡Inclinaos ante vuestra real majestad, el Rey Culao Flacidius III!

—Cállate y ve a ayudar a descargar el camión en la parte trasera, Reggie.

Reggie "Duque" Reed era el trastornado hermano de Raymond. A sus 34 años, ya se había divorciado dos veces... de la misma mujer, con la cual se casó por primera vez después del bachillerato. El hombre era el más alto de los tres hermanos y, a diferencia de Raymond, no era un "copiar y pegar" en cuestión de parecido a su padre; el Duque tenía el cabello castaño oscuro y los ojos de un azul cualquiera.

—Gracias, Riv.

Exclamó cuando vio salir al hombre de tirahuesos. No preguntaba por qué él tenía que ayudar a descargar; los brazos expuestos bastaban. Casi sintió sus inexistentes lonjas rebotar.

—Es mi deber cuidar de mi hermanito.

—Estupendo, ahora soy Bran "El roto". —Raymond se acomodó la capa que seguía metiéndosele entre las piernas por culpa del ventilador—. ¡Soy mayor que tú!

—No seas llorón, Ray. Nadie te obligó a traer tu trasero de vuelta a casa. Cuando papá me contó que estabas de nuevo con esa chica en la ciudad, no me imaginé que acabarías usando las cortinas viejas de Navidad como capa.

—¿Eran las cortinas de Navidad?

River "Príncipe" Reed asintió ante esa afirmación, el chico que era una versión más joven de Raymond y con el cabello algo rizado. Tenía 28 años y, en sí, era igual de sereno, noble y listo que el viejo Leopold Reed.

Contra él©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora