PRISIÓN

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CAPITULO 28

REGGIE "DUQUE" REED



El ambiente de la casa de los Reed se había calmado hacía al menos una hora, después de los gritos histéricos, el estruendo de una ventana rota y la atmósfera de guerra familiar que habían dejado un rastro de caos. Reggie, sin embargo, seguía inquieto, y con obvias razones. Su hermano Raymond era un verdadero imbécil, y Charly, bueno, ella se había vuelto más neurótica de lo que ya era hace diez años. Aunque no decía mucho al respecto, Reggie no podía evitar pensar que Raymond había elegido a una mujer sorprendentemente parecida a su propia madre.

Lo que no entendía era por qué, si a leguas se notaba que estaban locamente enamorados, no hacían a un lado todos sus dramas y se entregaban de lleno a lo que realmente sentían.

Locura y una insana fijación. Ese era el problema.

—¿A dónde vas? Ya son las 11 —una voz salió de la penumbra.

Reggie encendió la lámpara de la sala. River, el hermano menor, estaba ahí sentado, luciendo desaliñado con una camiseta de tirantes y unos bóxers a cuadros. El "Príncipe de los Reed" claramente no estaba manejando bien el tema del bebé, pero tampoco parecía tener intención de hacer nada al respecto.

—A buscar al cabeza de queso —dijo Reggie mientras agarraba sus llaves del bol junto a la entrada—. ¿A dónde más iría?

—No lo sé —River dio un trago a su cerveza y se encogió de hombros—. ¿Tal vez a emborracharte y apostar en peleas de pájaros?

—Para empezar, son gallos. Es casi un deporte —respondió Reggie, lanzando las llaves al aire solo para volver a atraparlas.

—Es ilegal en este país. Parece que Laura te dejó algo más que ese auto horrible en la acera —replicó River con una sonrisa burlona.

—Me largo.

Reggie, aunque generalmente de carácter calmado, tenía su punto débil, y ese punto se llamaba Laura Ríos. O mejor dicho, Laura Reed, su exesposa.

—Solo bromeaba, no te lo tomes a mal —dijo River, rascándose la nuca, incómodo por haber hablado sin pensar—. Es solo que todo el tema del bebé y Ronda me tiene mal. Ella salió corriendo de la fiesta en cuanto pasó lo de Charlotte porque obviamente estaba avergonzada. ¿Qué tal si todos están equivocados y Gabriel sí es hijo de su esposo?

Reggie se mordió la lengua para no soltar un sarcástico "No debiste follarte a una mujer casada."

—Bueno, River —exhaló lentamente—, eso es algo que tendrás que averiguar tú solo.

Ambos se quedaron en silencio por un momento. No había mucho que pudieran decirse, ya que, al parecer, ninguno de los tres hermanos Reed tenía buena suerte con las mujeres. Parecían haber conectado de verdad con alguien, pero, por alguna maldita casualidad, todo siempre terminaba en desastre.

—Ya, en serio, ¿a dónde vas? —preguntó River finalmente.

—Raymond me llamó hace 10 minutos y me preguntó —Reggie hizo una mueca— si es posible que alguien deje de respirar en la cajuela de un coche. Luego colgó.

River se puso de pie de un salto al escuchar la estupidez de su hermano mayor.

—Voy contigo, solo déjame cambiarme.

—No te molestes, sé exactamente a dónde va.

Reggie se negó a llevarlo, sabiendo perfectamente que Charly absorbería el alma de todos en cuanto vieran sus nuevas tetas postizas.

Contra él©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora