THE SCIENTIST

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CAPITULO 17

"ICEBERG" JONES

–Mary lactante.

El Rey se aclaró la garganta de un modo más allá de obvio al escuchar cómo Charlotte saludaba a Mary Williams. La jefa no se sintió abochornada en lo más mínimo, más que nada porque la mujer estaba terminando de darle pecho a su bebé.

–Mary Williams, por fin la conozco más allá de la pantalla –exclamó cuando la profesional mujer de apariencia afroamericana estiró la mano para saludarla–. Me alegra que pudiera venir a esta reunión.

–Fiesta.

Iceberg retrocedió un paso y forzó esa sonrisa repleta de cianuro ante las correcciones del rubio; al parecer esa noche él estaba dispuesto a comportarse como una tachuela en el culo.

–Sí, fiesta. Veo que trajo a su... cosa –La pequeña Lulú Williams. A Charlotte le parecía más allá de inapropiado que la llevaran, más que nada porque arruinaba el ambiente adulto y la posibilidad de que eso terminara en una mega orgía–. Preciosa, casi no babea.

–Hermoso cumplido, muy original. Buena chica.

–Reed.

–¿Buena jefa?

La pelirroja negó y se alejó otro paso. Raymond estaba demasiado cerca suyo y eso la tensaba como cuerda de chelo. Mucha gente alrededor.

–Raymond, dale un respiro.

–Claro, mamá, ya regreso. –El rubio de sexys vaqueros azules y jersey de cachemir le guiñó el ojo a su jefa como si entre ellos hubiera la misma confianza que entre dos compañeros de travesuras.– Sé sociable.

–Así que, ¿tú y él?

Preguntó Mary después de un rato.

–No, no, no y no. Soy la jefa y él es un... –Charlotte negó y bebió un poco de su mojito mientras intentaba recordar qué demonios hacía Raymond en la oficina aparte de montarla sobre la copiadora–. ¿Saca las copias? En realidad no me queda muy claro.

–Raymond le cuenta todo a Josh y Josh me cuenta todo a mí.

–¿R.H.?

Ella se refería a si se lo preguntaba como profesional, aunque no estaban en la oficina. La fiesta de San Valentín se había llevado a cabo en un salón privado que no había sido su primera opción, pero sí la de Reed.

–No, amiga del rubio idiota. –La mujer se acomodó el escotado vestido color durazno de nuevo. Charlotte suponía que si dejaba de mover a la criatura contra su pecho como si fuera maraca ya no tendría esos problemillas–. ¿Cuáles son tus intenciones con él?

–Tres vacas y dos pavos.

–¿Eh?

–Lo que te ofrezco por ponerle fin a esta charla.

La copa de mojito quedó vacía con solo la aceituna dentro. La jefa no tenía ganas de charlar y ni siquiera de beber, empezaba a pensar que socializar con la gente debajo suyo no era precisamente bueno, ya que les daba una ventana para tener intimidad.

–Bien, es San Valentín. No voy a aguarte la fiesta, pero para que quede claro, Raymond Reed vale al menos una docena de triceratops.

A Charlotte le bastó con escuchar el tono en que la mujer le habló para agendarla en la lista de "Peligro". Ahí no estaban quienes le desagradaban, sino quienes estaban a su altura en más de una manera.

–¿De qué hablan este par de nenas? Digo trío, uhmm... trío.

El Rey llegó y se paró en medio de ellas, les pasó una mano por detrás de los hombros hasta que Josh llegó y alejó a su esposa de su lado.

Contra él©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora