walmsley

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La hora de entrada era estrictamente a las 7:00, ni un minuto más ni menos.

Mientras todos despertaban temprano para alcanzar las puertas abiertas jeon Jungkook se despertaba a las 6 y llegaba a las 7:58.

Estacionó en su lugar privado y salió del coche, las puertas enormes de barrotes estaban cerradas, pero a él no le preocupaba.

Llamo a la ventana polarizada del cuarto del guardia y está fue abierta por una mujer de cabellos rubios, casi blancos.

-Buenos días, señor jeon. -saludo la joven.

-Buenos días, señorita Gu. -Se acomodó el saco, dando su más brillante sonrisa.

-¿Otra vez tarde? -Pregunto mientras hacía que las puertas se abrieran.

-Esta será la última vez que llegó tarde. -Prometio mientras entraba a las instalaciones.

La rubia rodo los ojos con diversión, eso había dicho ayer.

Una vez el castaño entro las puertas se cerraron.

Aún faltaban unos minutos para dar su primera clase, así que se dirigió a la cafetería de la escuela.

Ni un solo alumno, pues todos tenían que entrar a sus salones antes de que sonara el timbre que daba por empezada la clase.

Saludo a la señora detrás de la barra y le pidió lo de siempre; un café negro y cargado.

-Gracias. -Agradecio mientras salía por la puerta en dirección a su clase.

Camino por todo el campus con total tranquilidad, apenas abrió la puerta de su salón de clases con pereza y se escuchó el timbre sonar.

Se sentó en su escritorio mirando hacia sus alumnos atentos a él y aplaudió para llamar la atención de los distraídos.

-Comenzemos la clase de hoy.

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Después de una hora de una aburrida y silenciosa clase de filosofía, los alumnos salieron en orden conforme guardaban su cuaderno en sus bolsos o mochilas.

-Nos vemos mañana, profesor. -Se despidió una alumna.

-Nos vemos, chicas. -Se despidió desinteresadamente el profesor mientras bebía un sorbo de su casi concluido café.

Conforme se quedó vacío el salón, el profesor guardo sus cosas y las dejo encima del escritorio, se levantó y se marchó.

Tenía la siguiente clase libre y pensaba aprovecharlo con los otro profesores que también estaban libres.

Camino por el pasillo y se sentó frente a la estatua del fundador, y mientras se acababa el poco café que le quedaba, escucho la conversación de tres alumnos de primero que conocía perfectamente, sentados a unos metros del profesor, también mirando la estatua.

-Stuart walmsley. -Recito uno de los chicos.

Connor Gilson, de primer grado, el primero en su generación en el área de química.

-¿Conoces su historia? -Pregunto un rubio, sentado en el descansa brazos de la banca.

Eduard Smith, no es muy bueno con los números pero especializado en el área de deportes.

-No. -Contesto Connor.

-¿No la conoces? Está hasta en las paredes de esta escuela. -Se burlo el tercero, sentado correctamente en la banca.

Christian Mon, no es muy listo, pero es bueno en psicología y letras.

-Mira Connor, yo te explico. -Alzo la voz Eduard. -Nuestro fundador; Stuart Walmsley, fue un viejo amigo de alguien llamado Chío Saito.

-¿El fundador de Saito? -Pregunto inocentemente Connor.

Christian no tardó en encestarle un zape en la nuca.

-No, torpe, el fundador de la número 18, ¡Claro que el de Saito!

Eduard continuo con su historia.

-Ellos un día fueron muy buenos amigos en un tiempo, pero; separados por el amor de una mujer, ellos se odiaron. Y que los dos hayan fundado una universidad a lo mejor fue coincidencia.

-¿Por el amor de una mujer? -Pregunto asqueado Christian.

Eduard asíntio, convencido de la versión de esa historia.

-La profesora Alicia de historia te cruzificaria, mentiroso de mierda. Que ellos fueron amigos es verdad, pero no sé odiaron por eso. -Nego Christian rotundamente.

-¿Tú conoces la verdadera historia? -Pregunto Connor.

-No. -Sonrio Christian.

Los dos chicos se quejaron con diversión en sus rostros y después de unos amigables golpes los jóvenes se marcharon, ya que casi era hora de la siguiente clase.

Jungkook sonrió con nostalgia, definitivamente la profesora Alicia los reprobaba a los tres.

Aún siente en el hombro los golpes de la regla de la profesora Alicia cada vez que ella le preguntaba sobre el origen de la rivalidad de las universidades y cada que se equivocaba; un golpe en el hombro con la regla.

Pero ya no se molestaría más en corregir a los alumnos que modificaban la historia.

Después de todo, lo único que importaba era la rivalidad. El odio y lo bien que se sentía hacer sentir inferior a la universidad Saito.

Se levantó y se encamino a la siguiente clase, comenzando de esta forma otro día común y corriente como profesor de la universidad Walmsley.

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Amor entre profesoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora