Capítulo ocho

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—Al parecer todo está bajo control, no tienes heridas mayores.

La mujer de cincuenta años revisaba al joven pelirrojo que aún estaba algo conmocionado, en una camilla de su laboratorio.

«Esta mañana se reportan dos cuerpos más mutilados y con serias heridas por desgarramiento. Estos mismo fueron encontrados en la ciudad de Melta al este, polic-»

La televisión hoy en día no dice nada bueno.— Patrick apagó la televisión, con un poco de incomodidad.

—¿Dónde está Ana y los demás?—trató de romper la tensión Samuel.

—Están afuera, iba a ser muy sospechoso si te revisaba siendo un omega alrededor de muchos alfas, Daniel es un alfa al igual que el muchacho oficial, y Ana bueno ya sabes. Se que te incomoda pero la apariencia es tu base en esta sociedad. Los mínimos detalles pueden ser la diferencia.

¿El muchacho oficial? ¿Será ese Luca?

—¿Sabes donde está? El muchacho oficial.

—Se fue. Solo procuró que estuvieras a salvo, al parecer su hermano mayor lo esperaba en casa.

—Ah... Se fue.

Bueno, no era como si quisiera verlo de todos modos, después de lo que hizo. ¡Que vergüenza recordarlo! Había llorado como un niño de cinco años al cual le habían quitado su paleta. Aunque no creo que puedan culparle, no es para menos lo que hizo.

Lo que hizo.

—Oh pero me dejó esto—la mujer le entregó un papel algo arrugado. —Dijo que sí necesitabas cualquier cosa, le avisaras. Consigues amigos rápido ¿No es así? —dicho eso volvió sobre sus pasos para irse.

—¿Qué es esto? ¿Un código?—pequeño detalle, si nunca había visto un teléfono mucho menos sabia que era un número telefónico. Pero aún así lo guardó. — Patrick—la mujer volteó. —cuando entraron a mi apartamento... El hombre.

Lo que hice.

—No te preocupes, eso ya está en manos de profesionales y si te preocupa el hecho de ir a la cárcel, no te harán nada, es más que obvio que fue en defensa propia. Descansa, Samuel. —y sin más se fue.

Otra vez llovía por la noche en Melta.

Como odiaba estar en camillas, consultorios, laboratorios. Se sentía inútil, en todos los aspectos que un ser humano se puede sentir inútil. ¿Cómo estará su madre? ¿Se habrá sorprendido Luca al ver la sangre? ¿Ya lo sabrá Alex? ¿Estará la señorita Ana enojada? Todo era un revoltijo en su cabeza y se empezaba a hartar de la misma situación una y otra vez, solamente quería aplastar su cráneo entre las almohadas y asfixiarse, asfixiarse y perder el conocimiento para poder dormir tranquilamente por primera vez desde que llego a esa condenada ciudad construida por Luzbel o quien hijueputa fuera.

Morfeo empezaba a pedirle a gritos que se callara y le dejara hacer su trabajo, sus ojos se volvían pesados, pero no podía dormir, quería pero su mente no dejaba de maquinar entonces en medio de todo ese desastre comenzó a tararear, la canción que en sus sueños dormía.

Y sólo así, Samuel Breench pudo descansar esa noche.

Pero sus pesadillas estaban despiertas y en la misma ciudad en la que el descansaba lejos de su estadía, otro monstruo asechaba a un pequeño conejo, en la oscuridad de la noche ahí donde nadie podía hacer nada, aquel conejo gritó de agonía.

Y esa fue la última entonación que sus cuerdas tocaron. 

                  

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