Capítulo seis

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El silencio gélido de la multitud era abrumador, las únicas personas que emitían sonido eran la pareja que lloraba desconsoladamente junto con el prometido de la ya ahora muerta muchacha de tan solo veinticinco años de edad. Los pobladores de Luar, horrorizados por el cruel acontecimiento se fueron encerrando en sus casas uno por uno; dejando solo a los familiares de la irreconocible joven difunta. 

En la madrugada en un parque infantil cerca de unos condominios, habían encontrado el cuerpo desgarrado de una joven universitaria, un cuadro simplemente abrumador.

 —Es horrible que solo así toda la  familia se reúna.— expresó para sí mismo el joven policía que cuidaba el orden.

Ana no sabia en sí porqué ella estaba ahí. Normalmente la policía nacional se encargaba de esto y no la militar, pero con su rostro imperturbable y con el mayor respeto hacia la familia en duelo, se acercó al vehículo de la medicina forense.

 —Se que no es tu área pero, ¿es la misma causa de muerte verdad?

El muchacho se quitó los lentes redondos y espiró agotado. —Sí, es el tercero esta semana. La gente ya no se siente segura. Los niños ya no salen a los parques. Y los de protección animal no se presentan, según ellos  "ningún animal ha salido de la biosfera". Pero es más que obvio.

Los forenses levantaron el cuerpo de la joven y prosiguieron a llevarlo a la morgue. Ana decidió quedarse a patrullar un rato aunque no era su trabajo quería hacerlo, al parecer de alguna forma a la familia afectada le consolaba el hecho de ver a alguien queriendo mantener la seguridad.

El teléfono de la comandante sonó, pero ella lo ignoró; hasta que a la quinta vez volvió a sonar, contestó.

—Diga

—¡Ana, debes venir inmediatamente al centro de control!

—Voy para allá.

Normalmente nunca se apresuraba para nada, pero el tono de voz de Patrick sonaba serio y preocupado al mismo tiempo. Subió a la camioneta que llevaba el logo de la Metrópolis y se fue dejando aquel lúgubre lugar.

Cuando llegó al edificio;  subió al ultimo piso del ala uno. Caminó por el pasillo y entró al laboratorio.—¿Cuál es el problema Patrick?

—La señora Patrick, no se encuentra aquí comandante.— Dijo uno de los pelotones de la división de la comandante, la saludó golpeando su mano derecha contra su pecho al mismo tiempo que daba un fuerte pisotón contra el piso con su pie izquierdo.

— Descansa, Rosales. — El muchacho tomó su posición inicial no sin antes mover su cabeza asintiendo en señal de respeto.

—¿Sabes donde se encuentra?

—Lamento ser inútil en ese aspecto, mi comandante. Creo que se fue porque estaban cortos de personal, pero no podría afirmarle nada.

 —Esta bien, regresa a tu posición.

 —¡Sí, Señora!

Al salir del laboratorio otra llamada llegó.

—Patrick, ¿dónde estas?

—En la morgue. Ven rápido.

Ana bajó al subterráneo encontrándose con el pulcro tanatorio, que estaba completamente vació exceptuando al cadáver y la tres personas al rededor de ella.

  —¿Qué pasa Patrick? Ministro, sargento. — Saludó al Ministro de protección animal y al sargento que era su superior.

  —Ven, mira. Ves el brazo. — Ana solo asintió.   

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