Capítulo diecisiete

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No me gusta la sensación del miedo.

Algo un poco irónico pues desde que vi por primera vez el cielo gris de La Base no he dejado de sentirlo. Llegué a preguntarme en mi habitación justo cuando la madrugada era joven, si era normal vivir siempre en ese constante estado. Que terror, que horror.

Jamás tomé riesgos peligrosos. De niño nunca corría en la arena, en la escuela nunca me deslicé en un tobogán de acero, en mi adolescencia nunca escapé de casa en la noche para ir a fumar detrás de un conjunto de apartamentos.

Incluso las cicatrices de mi cuerpo eran debido a accidentes por intentos de fuga míos, la señal de cuatro puntos en mi frente fue ocasionada porque vi una araña en un estante alto, subido en el mueble de la sala la mejor idea que tuve fue saltar. Me doble el tobillo y mi frente se impactó contra el suelo rocoso de la sala. Fue ahí cuando empecé a tenerlo miedo al dolor y a la sangre.

Y me arrepiento por haber desperdiciado tanto tiempo teniendo miedo. Pero para ser realistas de cierta forma me gustaba estar así de miserable. Ya había planeado mi futuro: me inscribiría al ejército y si no moría en la batalla regresaría a casa, aunque fuera parapléjico; estaba seguro de que no iba a casarme así que viviría con mi mamá; la cuidaría hasta que ella muriera y habitaría mi fría casa hasta que la muerte me llevara junto con ella también. Se escuchaba como un buen plan para mi cobarde ser, pero todo eso quedó atrás, justo en el agujero en donde me arrastré como un topo.

Desde siempre he sido un topo, no, más que un topo un avestruz. Aun así, tengo deseos de seguir vivo. Quiero seguir respirando, pero al mismo tiempo tengo miedo de la vida.

¿Por qué hago lo que hago?

¿Mis deseos de vivir son más altos que mis miedos? Porque mientras mi corazón lloraba de horror en la sala del fosco apartamento frente a la bestia, el único pensamiento que tenía era: vive.

¿La adrenalina le hablaba a mi cabeza al borde de la muerte o solamente era mi último deseo no morir?

Me pregunto si Johan pensó lo mismo en el contenedor de basura.

¿De verdad quiero ayudar a todas estas personas fallecidas? ¿O solo quiero sentirme como el salvador de alguien?

Si tengo tanto miedo, ¿es genuino mi deseo de ayudar?

Odio no saber lo que quiero y odio no entenderme.

Me pregunto si no me entiendo porque tengo miedo de entenderme.

Pero aun así siento que no es justo. No fue justo para Johan, no fue justo para nadie. Si no fue justo no debo de tolerarlo.

No son mis deseos, son mis pensamientos. Mis convicciones. "Si no es justo no debo tolerarlo."

Porque si hay una definición que concuerda con mis principales emociones es la injusticia.

Me da miedo la injusticia.

Odio la injusticia.

No soy justo y no sé de justicia, soy un joven de veinte años que creció sin padre en una álgida ciudad gris, comiendo los desechos de los señores de algodón, pero sí sé de injusticia.

Nunca odié a los metropolitanos, no tengo razón concreta para hacerlo.

¿Por eso vas a ayudar?

Por eso voy a ayudar.

Y eso no hace que mejore, sigo teniendo miedo. Cada día que pasa tengo miedo. Y por tener miedo me pregunto si son genuinos mis deseos y al no tener respuesta inmediata me odio.

Asolas en la oscuridad es cuando me mortifico por el simple hecho de nacer.

¿Qué eres Samuel?

"Sabrás la verdad Samuel, y me entenderás."

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⏰ Última actualización: Dec 16, 2023 ⏰

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