"Si parezco sincera en el medio tiempo de la mañana, y te digo, "el amor es la respuesta de la vida" no pienses mucho y corre. No le estaré dando realidad a la tarde."
—Kuzanita
Vivo en una ciudad en donde el odio y la ignorancia es el pan diario y el amor una simple excusa para poder tener intimidad sin preocupaciones.
No recuerdo cuando fue la última vez que alguien me sonrió, la última vez que alguien me saludó en la mañana; la última vez que el café matutino sabia dulce y que aquella galleta salada era un manjar digno de envidiar. Extrañar todas esas cosas también se sentían como un deseo arcaico e inmaduro.
Tal vez me estoy comportando como un cascarrabias, tal vez estoy madurando; tal vez estoy envejeciendo.
Solo me gustaría que las cosas fueran diferentes.
Me gustaría que mamá sonriera más, me gustaría que papá no nos hubiera abandonado, me gustaría que ésta estúpida guerra terminara. Es normal que aquí, adolescente y jóvenes se enlisten al ejército para luchar contra los híbridos, una pelea que lleva más de cien años y no parece querer terminar. De catorce años hasta los veinte, esas son las edades para poder inscribirse al ejercito; de carácter obligatorio para todos los hombre en la base que no posean discapacidades. Mañana es mi cumpleaños veinte.
Nunca me ha gustado "La Base humana" la gente que habita aquí parece querer ser amiga de la muerte, para poder pedirle el favor de acabar con esa calamidad que tienen por vida. Nunca me ha gustado el color grisáceo del cielo, las camisas y buzos violetas que todos llevamos como uniforme eterno, el sistema educativo que más que enseñar difunde el odio. La diversidad no existe aquí, todos tenemos un tipo de ropa, un tipo de corte, una sola manera de hablar y pensar, un código por nombre y un nombre por yugo.
Las cosas no se ven bien aquí, pero lo único que les parece importar es romper el muro de la metrópolis para poder así entrar y vengar a sus antepasados. Pelear un pelea que no es nuestra.
Por años desde que tengo memoria he estado escribiendo diarios, cartas, soledad y depresión en papel viejo y arrugado con sabor a desesperación, he hablado o bueno escrito, sobre las cosas malas de La Base. Si alguien llegara a leer lo que escribí me matarían a mí y a mi madre.
Puede que suene valiente todo lo que he hecho, pero la única verdad es que tengo miedo.
Miedo de lo que pueda pasar a mi madre si algún día yo no me encuentro a su lado, miedo de que entren a mi morada y descubran "lo prohibido", miedo a que la ultima cosa que vea en la vida sea el cañón de un arma apuntando mi frente.
Tengo miedo de morir.
—Samuel... ¿Samuel? ¡Samuel!
La voz de mi madre me despertó de mis preocupaciones, me sorprendí un poco y después de sacudir suavemente mi cabeza mire directamente los ojos cielo de mi madre.
La sala del hogar era amplia con forma redonda, la mesa se ubicaba al centro de la misma y tenía tres sillas, pero sólo se ocupaban dos. La cocina que estaba al lado derecho de la mesa, era pequeña pero cumplía su función y justo atrás del comedor se encontraba un pasillo que llevaba a dos cuartos y un baño al fondo.
—¿Qué ocurre, Samuel? ¡Mira tus ojeras! Te puse el desayuno hace un buen rato y solo te quedas mirando a la nada. ¿No te gustó lo que hice?— La voz de mi mamá me relajó. Miré hacía el suelo con sueño—No, lo siento mamá, solo estoy algo preocupado, eso es todo.
—¿Preocupado?¿De qué?— Habló ella con la voz un poco más relajada, sentándose frente a mí.
—Por el ejército, no quiero ir.

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El Omega
Ficção CientíficaSamuel por razones que desconoce es buscado por el gobierno de La Base para su ejecución; por eso con ayuda de su madre decide escapar e ir a la Metrópolis, una inmensa ciudad amurallada autoproclamada país en donde solo habitan híbridos. Mala suer...